La crisis sigue completamente presente en las finanzas universitarias. Así lo entiende el expresidente de la conferencia de rectores españoles (CRUE), Segundo Píriz. Junto a él, un plantel de 28 expertos, incluido el ministro de Educación, Íñigo Menéndez de Vigo, exploran en el nuevo número de la publicación "Nueva Revista de Política, Cultura y Arte" (número 163) las virtudes y problemáticas de la Universidad española desde el prisma de partidos políticos, representantes del mundo académico, de las empresas o del alumnado. Todo ello, bajo la coordinación del gijonés Rafael Puyol, exrector de la Universidad Complutense de Madrid y experto en demografía.

Ese mal diagnóstico sobre la salud de la institución académica, dicen los expertos, no sabemos si es cuestión de un momento, o más bien es una tendencia. Son, en definitiva, una serie de momentos en los que las cosas comienzan a no funcionar bien. Rafael Puyol habla en clave positiva: "Creo que hay un acuerdo generalizado en reconocer que la Universidad española ha progresado adecuadamente en los últimos 25 años pero necesita mejorar en muchos de sus componentes básicos". Y son, además, "muchos los cambios que precisa pero deben llevarse a cabo en un marco de gran flexibilidad y a través de medidas consensuadas".

Según el expresidente de la CRUE urge rebajar de los precios públicos de las enseñanzas universitarias, "que están entre los más elevados de Europa". Y recuerda que la reducción de la inversión pública en educación superior que entre 2010 y 2014 supuso un retroceso de algo más de mil millones de euros, lo que lleva a la investigación a una situación "de verdadera emergencia", a juicio de Segundo Píriz, que cifra la pérdida en esta etapa de un 47% de financiación privada y un 21% de fondos públicos. Y abunda el expresidente de los rectores en a pesar de las "condiciones difíciles" en las que han funcionado las universidades "han mejorado sus resultados y productividad". El progreso en el ámbito de la producción científica entre 2008 y 2014 se traduce en un 54 por ciento. En ese tiempo las universidades españolas elevaron su impacto en un seis por ciento, publicando casi el 55 por ciento en revistas del primer cuartil. "Se mejoraría con más rapidez si dispusiéramos de recursos adicionales", advierte. Píriz demanda mayor autonomía que permita a las universidades una mejor y más flexible contratación de personal. "Más y mejores becas para nuestros estudiantes", reclama, además de la reducción de los precios públicos de grado y máster, y el aumento de la inversión pública y privada que se perdió en ejercicios pasados.

El exrector de la Universidad de Oviedo y catedrático de Economía Aplicada, Juan Vázquez, considera que con frecuencia los planes de reforma universitaria ha prestado poca atención a la situación de los docente. "Su labor está poco valorada y encuentran confusos los sistemas de medición de méritos", argumenta quien fuera también presidente de la Conferencia de Rectores. "Se encuentran atrapados en un esquema de incentivos que muestra inequívocamente que las recompensas académicas se obtienen principalmente en el terreno de la investigación y al que se le ofrecen mayores estímulos para la dedicación a la producción de 'papers' que a la formación de estudiantes", subraya al tiempo que reivindica un sistema que priorice "calidad sobre cantidad e innovación frente a las rutinas".

El economista Manuel VillaCellino, presidente del consejo rector de la Universidad Nebrija, analiza el universo de las privadas, un conjunto "amplio, diverso y atractivo" que, a su juicio, aumenta la competencia en el sector y ha sido positivo para el conjunto del sistema universitario español. Recuerda Villa-Cellino que las instituciones privadas y de la Iglesia católica ya educan a más del 15 por ciento de los titulados de grado y el 33 por ciento, de alumnos de máster. "Gozan de los tres libertades básicas para cualquier institución universitaria: selección de alumnos, selección de profesorado y elección de las fuentes de financiación", aprecia el economista vinculado a la Universidad Nebrija.

Quien fuera rector de la Universidad de Cantabria y presidente de la CRUE, Federico Gutiérrez Solana, apunta en su contribución al número de "Nueva Revista" que "el futuro de nuestra sociedad depende, en gran parte, de lo que sea su universidad". En su diagnóstico de la situación actual de la investigación detalla que España presenta una buena posición por su producción científica -el décimo puesto por las publicaciones realizadas entre 1996 y 2015-, pero "aunque se ha mejorado mucho, aún debe hacerse más". Así, explica que como consecuencia de la baja inversión en I+D+i y el cambio de su evolución con la aparición de la crisis, España ha perdido un 10% de sus investigadores y casi un 7% en la inversión por investigador en los últimos cuatro años. "Invertimos poco y con un porcentaje de inversión privada en I+D+i impropio de países avanzados", incide Gutiérrez Solana, quien reclama la voluntad de los generadores de ese conocimientos y los receptores-transformadores-aplicadores del mismo.

A diferencia de lo que ocurre en Estados Unidos, las universidades europeas han optado tradicionalmente por fuentes de financiación públicas, coinciden en su análisis Juan Hernández Armenteros y José Antonio Pérez García. "La actividad investigadora de carácter básico implica asumir riesgos elevados que el empresariado, mayoritariamente, no está dispuesto a contraer, siendo precisa la presencia de recursos públicos par activar y sostener los centros donde se desarrollan estas actividades", explican. Tanto es así que según estos expertos de las universidades de Jaén y Politécnica de Valencia, el esfuerzo financiero de las comunidades autónomas era en 2015 inferior al realizado en 2002, muy lejos de la referencia de la OCDE, situada en el 1,1% del PIB. Las diferencias de precios para una misma titulación de grado entre diferentes regiones, la demografía de las plantillas universitarias y la necesidad de avanzar hacia una financiación por objetivos son otros de los retos más inmediatos que plantean los expertos.

El presidente del Círculo de Empresarios, Javier Vega de Seoane, expone que el éxito o fracaso de un sistema universitario depende de su capacidad, flexibilidad y rapidez para ajustarse a los cambios del entorno socioeconómico. "Los jóvenes de hoy tendrán que reciclarse de diez a catorce veces a lo largo de su vida laboral", concluye.