La osa "Tola", icono de la conservación en Asturias junto a su hermana "Paca", murió ayer de tarde en el cercado de los Valles del Trubia a consecuencia de una larga enfermedad, que dificultaba desde 2012 su movilidad. El triste desenlace era "previsto" por la Fundación Oso Asturias, encargada de su cuidado durante más de dos décadas, ya que su deterioro había aumentado en las últimas semanas. "Se fue apagando poco a poco", resume el director de la fundación, José Tuñón Huerta, quien asegura que el fallecimiento del plantígrado deja "un vacío muy grande" en el Principado. "Tola" tenía 29 años -el equivalente a más de 80 en un humano-: era una "abuelita".

Los cuidadores encontraron al animal ya muerto sobre las siete de la tarde. "Sabíamos que esto tarde o temprano iba a ocurrir. Ahora las osas están en época de letargo -aunque no hibernan, sí que reducen considerablemente su actividad-, pero 'Tola' estaba mal, encamada. Esto nos deja bastante tocados, es un día muy triste", afirma Tuñón. La hembra padecía una enfermedad crónica desde agosto de 2012. En concreto, se trataba de una compresión de la médula espinal, que llevaba aparejado un pinzamiento y una hernia discal en los cuadros traseros. Hoy la consejería de Medio Ambiente trasladará el cuerpo hasta las instalaciones del Servicio Regional de Investigación y Desarrollo Agroalimentario de Asturias (Serida) en Deva para practicarle la necropsia.

La preocupación ahora es "Paca", que estaba muy unida a su hermana. Fueron 29 años de convivencia, después de que un cazador furtivo matase a su madre en 1989. Las osas fueron rescatadas por miembros del Seprona de la Guardia Civil. Tenían entonces sólo cinco meses. "Estaremos pendientes de 'Paca'. Son muchos años juntas", explica el director de la Fundación Oso Asturias. En principio, "Paca" no sabe que su inseparable hermana está muerta. Las osas estaban separadas en recintos diferentes: "Paca", en el más grande -el que hasta el año pasado ocupó el macho "Furaco"- y "Tola", en el más pequeño. Además, la primera descansaba ayer en el interior de una de las cuevas que la fundación instaló en mayo de 2017 con el objetivo de enriquecer el equipamiento.

Pesar entre los expertos

El fallecimiento de una de las tres únicas osas pardas cantábricas que existen en el mundo en cautividad -ahora quedan "Paca" y la joven "Molinera", que está hibernando en el monte Fernanchín- generó ayer un gran pesar en la comunidad conservacionista. El presidente de la Fundación Oso Pardo, Guillermo Palomero, asegura que "siempre la recordaremos con enorme cariño": "Ella y su hermana son un emblema de la naturaleza, que han contribuido a la imagen de Asturias y al desarrollo de la comarca de los Valles del Trubia. Han hecho una labor de sensibilización impagable". "Es ley de vida; se ha muerto como una viejecita honorable", añade Palomero, que sostiene que los plantígrados "no son insensible a la falta de compañía" y que "seguro que 'Paca' la echará de menos". La osa tiene también 29 años y está en la recta final de su vida, pese a su buen estado físico. "Un plantígrado con 25 años ya es viejo. Sin embargo, en cautividad pueden durar más; de hecho, hay casos en el mundo de superar los 40", precisa Palomero.

"Tola" no tuvo descendencia. En enero de 2013 dio a luz a un esbardo, que falleció por aplastamiento poco después de nacer. El hallazgo fue toda una sorpresa, ya que sus cuidadores daban por fracasado el plan de cría en cautividad con "Furaco", ahora reubicado en el parque de Cabárceno, en Cantabria. Para Roberto Hartasánchez, presidente del Fondo para la protección de los animales salvajes -que se hizo cargo de las famosas hermanas en sus primeros meses de vida-, ayer murió "un juguete de la Administración, que ahora tendrá que reponer". "'Paca' y 'Tola' son una desgracia del furtivismo, que todavía hay hoy", espeta.

Y también lo contrario: el símbolo de la lucha contra la caza ilegal, la imagen del "paraíso natural" y el emblema de la conservación en España.