Al ovetense Antolín Velasco se le debe buena parte del mérito de haber recuperado sanas y salvas a las osas. Por eso bautizaron en su honor a una de ellas como "Tola". Velasco, que pertenece a una larga tradición de asesores ovetenses, y jubilado desde el pasado noviembre, el asunto de las osas le trajo sus problemas. Él fue quien negoció la entrega de las osas, y los furtivos le colgaron el sambenito de "chivato". La cosa fue tan seria que llegaron a agredir a su hermano, vecino de Cangas del Narcea, al confundirlo con él. Era una auténtica mafia. "Tenían en Trasmonte varios hórreos llenos de congeladores con todo tipo de animales: cuatro o cinco urogallos, jabalíes, venados... Llegué a contar 23 pieles de oso. Salían a cazar cuando caían nevadas en mayo, porque los animales estaban más torpes", asegura.

"Selva" y "Charly"

Velasco se enteró de que unos furtivos a los que conocía tenían a las osas. "Creo que las habían tenido en una tenada en Trasmonte, tras una balas de hierba. Les daban leche y jugaban con ellos los críos. Pero alguno de ellos debió empezar a decir que tenía 'un osito en casa' y ya habían decidido comerse a las osas. '¿Comiste alguna vez oso?', me preguntó uno de ellos. Yo les dije que aquello era una barbaridad y que había que entregarlas. Por cierto, que las osas en ese momento no se llamaban 'Paca' y 'Tola', sino 'Selva' y 'Charly', porque creían que eran macho y hembra", rememora.

Cuando lo contó al FAPAS, organización a la que pertenece, le colgaron el teléfono, porque no podían creer que unos furtivos fuese a comerse dos crías de oso. Velasco convenció finalmente a los furtivos para que le entregasen las osas. "Me las dieron en un garaje de Tineo. Les habían dado un valium para adormilarlas. Las metí en el maletero de un Renault 21 y las llevé al monasterio de Obona, donde las entregué a López Rico. Había uno de Adena que no dejaba de saltar de alegría, hasta ese momento creía que lo de las osas era mentira. A mi luego hicieron como que me detenían, para que los furtivos no me atacasen. Eran un poco bestias", dice. Lo que hicieron luego con las osas le dolió: "Fue una barbaridad, las marearon, y cuando quisieron cruzarlas era tarde".