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ALBERTO HEVIA CLAVEROL | Perito mercantil y músico

"'Los Cuatro Ases', donde estaba mi abuelo Claverol, siguen siendo famosos en 2018"

"A 'Los Juniors' las comisiones de festejos nos pagaban el caché y nos compensaban con cenas pantagruélicas en sus casas, y luego íbamos a tocar"

Alberto Hevia, en Oviedo. JULIÁN RUS

Historias del abuelo Enrique Claverol. "El abuelo Enrique Claverol estaba presente siempre en casa. Se contaban anécdotas constantemente. Era muy simpático, siempre estaba de buen humor. En una ocasión fueron a actuar a Lisboa 'Los Cuatro Ases de la Canción Asturiana'. Entonces mi abuela recibió un telegrama donde decía: 'Meriquina (mi abuela se llamaba América), perdí el tren de hoy y el de mañana'. Era un tío bárbaro, sensacional, un genio. En una ocasión en León estaban en un chigre después de actuar. Tomaron unas copas y se pusieron a cantar. De pronto llegó la Policía y los llevó a Comisaría. El comisario les reprendió, les dijo que no tenían vergüenza, que cómo estaban cantando a esas horas. Mi abuelo le dijo que estaban cantando 'Duérmete fíu del alma', pero se la tararearon. Tanto le gustó al comisario que pidió comida y vino y se quedaron toda la noche cantando. En casa, igual; se montaban unas?, iba todo el mundo. Las Nochebuenas de casa de mi abuela eran históricas. Estaba hasta el sereno, Pepín, que era un fenómeno. Llevaba siempre una petaca de coñac. En una ocasión hicieron un homenaje a 'Los Cuatro Ases', y de Claverol hizo Luis Estrada. En el palco, donde nos habían ubicado, entró José Suárez, el actor de Moreda, de donde es mi mujer, Luisina. Mi madre lo invitó a comer a casa, le dijo que tenía fabada. ¡Marchó a las tres de la mañana de casa!".

Repasando momentos. "A mis 73 años, cuando yo llego por ejemplo a Luarca, que es donde paso los veranos y me encuentro con amigos, no preguntas cómo está no sé quién, porque una vez o dos que pregunté habían pasado cosas desagradables. Echas de menos a gente como Pepe Nicolás, que es de los que se marcharon en 1969 cuando Niti Colsa se fue a Palma de Mallorca. Él se quedó allí, su viuda todavía vive allí".

Escenarios. "Siempre que subí a un escenario lo pasé de cine, transmitiendo lo que estoy cantando. Intento seguir el consejo de mi padre: 'No sólo hay que cantar, sino que hay que encantar. Hay que dar una nota brillante y transmitirla, no sólo es un esfuerzo. Cantar es hablar con música. Siempre estuve en esto. Todavía canté días atrás en el teatro Filarmónica de Oviedo para la estatua de Tino Casal. Tengo en casa instalados unos bafles, luego bajo el playback de la música de, por ejemplo, Elvis y yo lo canto, y soy feliz. Tengo un 'Love me tender' muy interesante que grabé en el estudio que tenía Paco Loco en Gijón antes de que marchara para Cádiz. Un 'Love me tender' en el que me acompañaba al piano Santi Novoa, el teclista de 'WarCry'. Ahora están triunfando por todo el mundo. Santi estuvo casi tres años con nosotros, es un fenómeno. Me encanta la música, me encantan las rancheras, que son mi gran pasión. Las rancheras, lo mismo que el fado, el taranto o el tango, tienen canciones con mucho sentimiento, de gente abandonada, de cornudos, de pena, de desamor".

Las comisiones de festejos. "Recuerdo aquellos tiempos en que las comisiones de festejos no tenían mucho dinero. Nos pagaban el caché, pero para compensar nos invitaban a cenar y nos distribuían entre las familias de los componentes de la comisión. A Niti y a mí nos tocó una vez ir a casa del presidente. Aquello era pantagruélico. Fuentes de paella, de fabada, cabrito, chuletas de cordero? ¡y luego íbamos a tocar! La gente bailaba. Primero se quedaba mirando, observando. Luego empezábamos con el rock and roll y los picábamos desde el escenario y se ponían a bailar. Hay una anécdota en Noreña en las fiestas del Ecce Homo. Empezamos a cantar 'I can't stop loving you' y, de repente, oímos desde la parte de atrás a uno que dice: 'Oye, oh, no sabéis una con olor a cucho'. Nosotros dijimos aquello de 'tierra trágame'. Pero, en fin, se está muy bien en un escenario, se ligaba mucho. Yo ligué más de lo que la gente cree y bastante menos de lo que yo quisiera (bromea entre carcajadas). Es sencillo, te subes a un escenario y como no desafines la cosa es más fácil. De ahí que yo no aprendiese a tocar la guitarra. Para mí era mejor bajar del escenario. Eso sí, cuando estabas arriba decían cosas que son irreproducibles. Había bastante vergüenza, pero mucha desvergüenza".

Vuelta a la pastelería Colón. (Al hilo de las actuaciones y del mundo del espectáculo regresa a México, donde empieza y termina el relato de su vida, muy pegado al mundo de la escena). "En la pastelería Colón de mi padre en México, en la que paraba toda la farándula de México y de España, eran asiduos, como ya conté, los padres de Plácido Domingo, que tenían una compañía de zarzuela. Me acuerdo de ver a Pedro Infante y a María Félix. Te viene en la sangre, naces en México, ves cómo se mueven tus padres y luego mi abuelo era tan famoso? Fíjate que estamos en 2018 y la gente aún se acuerda de 'Los Cuatro Ases'. A cualquier parte que vas los tienen muy presentes. Me acuerdo una vez con el Oviedo juvenil que fuimos a jugar a las fiestas de Salas. No teníamos un duro. Entramos a un bar donde había unos paisanos jugando a las cartas. Le dije a un compañero que me iba a acercar a la barra y que me llamara por el apellido a voces: ¡Claverol! Miraron para nosotros y merendamos gratis, nos invitaron".

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