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JESÚS ARANGO | Economista y exconsejero de Agricultura, publica el libro digital "Artículos y sendas"

"Se estila la política del discurso suave, en función de las encuestas; falta coraje"

"La aldea tiene posibilidades si se cree en ella, pero eso no da votos"

Jesús Arango, con la portada de su libro en una tableta. LUISMA MURIAS

Jesús Arango Fernández (Los Cabos, Pravia, 1947) ha vuelto a venir a pedir "una estrategia de defensa de la aldea", "una respuesta política contundente e innovadora" contra el lastimoso peligro de extinción de la Asturias agraria. También un plan de región que levante la vista más allá de los cuatro años de la legislatura y, en general, por ir resumiendo, "coraje", ese bien lamentablemente escaso en la política actual. Arango fue profesor de Economía Aplicada en la Universidad de Oviedo, consejero de Agricultura en dos gobiernos socialistas de los ochenta y secretario general en el Ministerio. Acaba de reunir en "Artículos y sendas", 29 textos que han sido publicados en LA NUEVA ESPAÑA y que se editan en formato digital aderezados con fotos y vídeos de producción propia, vestigios de años de caminos por Asturias. Es una publicación electrónica, un libro multimedia hecho en Los Cabos, una declaración de amor y de resquemor en vuelo rasante por su tierra.

- Su libro es digital. ¿Un acto de rebeldía de un habitante de la Asturias rural contra la desconexión del campo?

-Tiene algo que ver con eso. Influyen las posibilidades que ofrece la tecnología para hacer más atractivo un texto con fotografías o vídeos, pero también, es cierto, esa oportunidad de demostrar que desde una aldea de Asturias con acceso a la red se pude hacer un producto multimedia en el que uno puede ser escritor, editor y distribuidor a nivel mundial. El problema es que fuera de las villas, en Asturias muchas veces existen verdaderas dificultades de acceso a una red muy lenta, cuando la hay, y ese es uno de los problemas más importantes de la región. Llevo veinte años diciéndolo. En 1997, ya escribía que en lugar de autopistas de cemento había que ir hacia las autopistas de la información, y que aquí teníamos caleyas.

- Pide "una estrategia de defensa de la aldea". ¿Todavía?

-Nadie se ocupa de eso.

- De palabra, sí.

-Pero las palabras se las lleva el viento. La política son los presupuestos. Estoy convencido, por ejemplo, de que los caminos de Santiago pueden ser un eje de desarrollo rural, si sabemos encauzarlo. En Galicia ha sido una revolución en muchas aldeas. A mí me lo reflejó muy bien un taxista de Lugo: "Aquí gana hasta el que pone los palillos de los pinchos", me dijo. Es una de las medidas que podría incluirse en una estrategia de desarrollo de la aldea, porque está demostrado que modernizando la agricultura no se soluciona el problema. O somos capaces de introducir actividades no agrarias en los espacios rurales o no habremos hecho nada. Por eso lucho tanto por el asunto de la red. Hay que llenar las aldeas de gente joven que tenga facilidades para instalarse, a la que no le cobren un proyecto nuevo si decide rehabilitar una casa en ruinas, que tenga derecho a un IBI reducido, que pueda hacer despachos en hórreos y paneras sin que los burócratas de Cultura se lo impidan? La aldea tiene posibilidades siempre que se crea en ella. Lo que ocurre es que eso no da votos, cada vez vive menos gente.

- El programa de rescate de la comarca Oscos-Eo de su etapa en el Gobierno se sigue poniendo como ejemplo. ¿Qué tenía?

-Una visión integral. Todo el mundo dice que fue un éxito, pero debió de ser muy malo, porque no se ha repetido... Yo siempre defendí que después de aquello había que haber hecho una reflexión y a partir de ella elaborar nuevos planes en otras zonas. No siguió.

- En el libro actualiza un artículo antiguo para precisar que el occidente volverá a jugar un papel relevante. ¿No llega ya todo un poco tarde?

-Lo pongo sobre todo como ilusión, como deseo, pero más difícil lo tuvieron en los kibutz para hacer del desierto una tierra fértil. Es un tema de voluntad política y de visión de Asturias más allá de una legislatura, de plantearse hacia dónde queremos que vaya esta región. ¿Qué hacemos? ¿Dejamos morir a dos tercios del territorio? El occidente son 32 concejos y el 48 por ciento de la superficie, el quince de la población y cayendo. Si seguimos con las políticas actuales, en quince años es casi desierto. La alternativa es articular una estrategia para saber dónde damos un impulso, dónde jugamos a un plan integral y dónde a políticas horizontales. La pregunta es hacia dónde dirigimos los esfuerzos, ¿hacia el bable como lengua cooficial?

- Le dedica el libro a Isabel, la última habitante que se fue de San Martín del Valledor. Como emblema de...

-De cómo Asturias se está muriendo. Era la que tenía la llave de la iglesia, la que como ciudadana guardaba el patrimonio, una de esas asturianas anónimas para la que nadie va a tener un reconocimiento público. El Valledor, y sobre todo San Martín, con sus 5.000 hectáreas de monte, es un sitio ideal para un ensayo piloto de planificación integral de cómo repoblar una zona, cómo organizar los pastos?

- ¿Por ejemplo?

-Planteándose una escuela de pastores como tienen los vascos. Por razones geográficas y de pendiente, Asturias tiene unas buenas condiciones para el ganado menor, pero del medio millón de ovejas que había a mediados del siglo XIX quedan, pese a las ayudas europeas, menos de 35.000. Hay que enseñar a manejar rebaños con técnicas nuevas de pastoreo y definirse definitivamente en el asunto del lobo. Si queremos jugar a ecolojetas, hagámoslo, pero nos quedaremos sin ovejas. Guipúzcoa, mucho más pequeña que Asturias, hace tiempo que tomó partido por las ovejas, tiene 150.000 y los pastos como campos de golf.

- ¿Cuántos de nuestros problemas puede resolver el área metropolitana?

-Es fundamental, un asunto de liderazgo político. Es la diferencia entre seguir con los chistes de Oviedo y Gijón o convertirnos en la séptima ciudad de España y jugar en Primera División. Y eso, bien diseñado, tiene su importancia en términos de ahorro de gasto público y eliminación de duplicidades, en tamaño de mercado cultural y en la movilidad y la política de vivienda: si el tren llega en tres cuartos de hora a San Esteban de Pravia, donde los pisos están más baratos, también estás haciendo política de vivienda. Para mí, es el ser o no ser. Pero esta región lleva muchos años ensimismada en debates recurrentes y estériles.

- También sugiere un sistema electoral con 35 diputados elegidos en distrito único y los diez restantes a uno por comarca.

-Es una aproximación, pero se trata de buscar una fórmula para que cada lugar de Asturias tenga un representante a quién acudir, y de que eso se combine con un sistema mayoritario de distrito único. El área metropolitana no puede absorber toda la energía, debe insertarse en un proceso de reorganización territorial de toda Asturias.

- ¿En qué direcciones?

-Conviene hacer una comarcalización de servicios e ir hacia la fusión de municipios, pero la guía de ese proceso ha de ser la descentralización de la administración regional, porque está toda en Oviedo. Hay que hacer un diseño previo de las sedes de las consejerías y en función de eso hacer una propuesta de agrupación de municipios y de servicios. Para eso, no obstante, hay que tener coraje político. Hay dos formas de ver la política, entenderla como un intento de cambiar las cosas en función de unas ideas, y ahí sabes que siempre habrá conflicto, que no haces amigos ni hay cambio ni conflicto, o gobernar en función de las encuestas, con un discurso suave, sin medidas concretas, que es lo que se estila en Asturias y en España.

- A principios de 2015 decía que difícilmente se podía hablar de recuperación. ¿Y ahora?

-Tampoco. La gran pérdida que hemos tenido en este proceso no es sólo el empleo o los salarios, sino sobre todo la vivienda. Es el gran activo del ahorro del ciudadano y se ha depreciado un 25 por ciento durante la crisis. Luego está el asunto brutal de los sueldos. Estamos creando empleo, pero el déficit de la caja de la Seguridad Social aumentó en casi 19.000 millones de euros el año pasado. Aquí existe la tesis de que la mejor política social es el empleo, pero eso no es así. Todo el auge económico de los gobiernos de Aznar y Zapatero no vino acompañado de una redistribución clara de la renta. España está a la cola de los 15 países más antiguos de la UE en porcentaje de gasto social sobre el PIB. Vivimos en un país que necesita, como en el 98, una regeneración ética y política donde se espera que las clases intelectuales den el aldabonazo.

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