El campo asturiano ya no mira atrás. Busca su futuro cuidando al máximo al consumidor regional y poniendo los ojos en los mercados internacionales, esos implacables relojes que marcan el devenir del sector agroalimentario del Principado y del resto de España.

Las 641 empresas que forman parte del entramado agrario asturiano, de las que sólo el 80 por ciento tiene más de diez empleados, compiten en un mundo global, y mantienen 7.000 puestos de trabajo, con un volumen de ventas que se acerca a los 2.000 millones de euros. Así lo puso ayer de relieve la consejera de Desarrollo Rural del Gobierno del Principado, María Jesús Álvarez, quien llamó a luchar contra el despoblamiento a través de la implantación de actividad en los pueblos y la profesionalización de las explotaciones.

De la misma opinión fue Ramón Artime, presidente en Asturias desde hace 30 años de la Asociación de Jóvenes Agricultores, ASAJA, y vicepresidente de la Interprofesional Láctea Española, de cuya puesta en marcha fue una pieza clave. Artime consideró fundamental impulsar la ganadería de leche y carne, el 87% de la actividad agraria regional, dejando en segundo término el lugar en el que vive la gente. "Lo importante es que en las aldeas se genere riqueza, pero que cada uno habite donde quiera; no se puede obligar a nadie". También abogó por "no demonizar" las producciones convencionales, que no siguen las pautas de la agricultura ecológica. Álvarez y Artime participaron en un desayuno informativo en LA NUEVA ESPAÑA bajo el título "Presente y futuro del campo asturiano" junto a Víctor Yuste, director general del Foro Interalimentario; Ignacio Rivas, director de Compras de la Quesería Lafuente; Noelia García, gerente de Pitasana, y Gerardo Menéndez, director de Sidra Menéndez. Por parte del periódico asistieron la directora, Ángeles Rivero, que moderó el encuentro; el gerente, Eduardo Suárez, y la directora comercial, Luisa López.

Los integrantes de la mesa, con perfiles diferentes, coincidieron en una idea: la actividad agrícola asturiana se encuentra en un momento complejo, pero tiene futuro, ya que es un gran barco que forma parte de esa flota mundial llamada a alimentar a una humanidad en crecimiento, que de aquí al año 2050 se enfrentará a una explosión demográfica procedente de los países en desarrollo, que hará necesario multiplicar por varias cifras la producción actual de comida para nutrir a más de 9.000 millones de personas. Lo puso de relieve Víctor Yuste, quien destacó el papel del consumidor como actor principal de una cadena en la que él toma las decisiones: "Al mercado no se le puede imponer nada, pero a la vez el secreto está en ofrecer alimentos que dejen valor añadido".

Y en este punto Yuste puso el dedo en la dolorosa llaga que arrastran España y Asturias desde hace décadas y se refirió expresamente al escaso margen de beneficio que deja la leche líquida, un producto "commodity", que supone el 60 por ciento de la producción láctea española, un país deficitario en leche, que entra de fuera en productos transformados como quesos y yogures.

Asturias, como principal mancha quesera de Europa, tendría amplias opciones de vender y promocionar sus especialidades. "El brick que contiene la leche ya cuesta 10 céntimos, más que una botella de vidrio para un vino gran reserva; los problemas del sector se arreglan con un cooperativismo fuerte", aseguró Artime, veterano ganadero de leche en Verdicio (Gozón) y uno de los pocos privilegiados que han visto el relevo generacional en su casa, de la mano de su hijo, que dejó su trabajo como economista para hacerse cargo de la empresa familiar.

La boalesa Noelia García, gerente de Pitasana, una granja ecológica de huevos con 1.000 gallinas en producción, es otra "neorrural" a la que la crisis llevó de vuelta al campo de sus mayores. A sus 37 años, tras haberse dedicado al teatro y formarse en materia forestal, es una feroz defensora de las producciones ecológicas, a la que vez que reconoce las dificultades de hacer crecer el negocio con las limitaciones orográficas de Asturias.

El deseo de diversificar la ha llevado a experimentar con el cultivo de setas. "También me gustaría comercializar pitu de caleya, pero es incompatible con la producción de huevos". García, madre de un niño de 3 años, lo mismo vende que promociona en redes sociales sus productos. Sonríe cuando María Jesús Álvarez defiende la necesidad de mantener servicios educativos, médicos y culturales en los núcleos rurales. "Para bajar al niño al colegio tengo que pedir ayuda a los vecinos, es complicado", afirma.

Y para ejemplo de poner una pica en Flandes, concretamente en Holanda, el de la quesería Lafuente, una empresa cántabra asentada en Murcia y en Arriondas, donde producen mozzarella asturiana que se vende en Holanda (unas 400 toneladas), y que junto al mascarpone, también hecho en Asturias, se comercializa en toda España a través de las 1.626 tiendas de Mercadona. "La clave para ganar el futuro es la especialización, unida a la realización de productos de calidad; en esa línea vamos nosotros", señala Rivas.

Para Gerardo Menéndez es fundamental disponer de manzana autóctona para surtir a las empresas de la región: "Si tuviésemos el suministro garantizado no tendríamos que comprar en otros países". En su opinión resulta clave luchar contra la "tiranía" de la vecería, que cada dos años obliga a los sidreros a abastecerse en Polonia, Francia o Alemania: "El manzano se fue abandonando con la marcha de la gente a la industria y es el momento de retomarlo de forma profesional". En Sidra Menéndez cuentan con 20 hectáreas de pomaradas y trabajan para aumentar en otras 10 hectáreas. "Asturias tiene la manzana más cara de Europa, a 25 céntimos, sería una pena no aprovechar ese tirón", señala Menéndez.

Un buen acceso a internet es otra necesidad para acometer el presente y el futuro de la empresa rural, que necesita vender en la red. No en vano, también es una de las prioridades en Europa.