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Rubén Fonseca Patallo, de 41 años, encontró la muerte abrazado a su hija Carla, de 5 años, cuando la familia huía de madrugada del fuego que se declaró en el cuadro de contadores de su portal, el número 3 de la calle Río Magostales de El Berrón (Siero). Su esposa, Verónica Iglesias Cañizares, de 39 años y la hija mayor de la pareja, Nerea, de 15, bajaban tras ellos desde el tercer piso en el que residen. A la altura de la primera planta no pudieron soportar más el humo. "¡Rubén, vuelve! ¿Dónde vas?", fue el grito desgarrador de la mujer. Pero Rubén Fonseca ya no respondió. Cayó desplomado, con la pequeña Carla en brazos, frente al cuadro de contadores convertido en un infierno calcinado. La vecina del cuarto, Aurelia Suárez, de 84 años, que acompañaba al padre y la hija tratando de salvar su vida, resultó herida grave. Permanece estable e intubada, en la UVI del HUCA con un quemaduras en el 25 por ciento del cuerpo. Carla Fonseca fue atendida en un primer momento en el hospital asturiano, pero dada la gravedad de sus quemaduras los médicos optaron por trasladarla al madrileño hospital de La Paz, especializado en la atención de personas quemadas.

Todo parece indicar que la densa humareda que salía de los contadores en llamas confundió al hombre, que bajó un piso más del que le habría permitido salir del portal a la calle con la niña. Acabó metiéndose de lleno en el foco del incendio.

"¡Socorro! ¡Dejadnos pasar!", clamó Verónica Iglesias con su hija mayor Nerea a la puerta del 1º F, donde reside Manuel Roces Quirós con su hermana. Eran las tres de la madrugada. "Pusimos una toalla en la puerta, les dimos agua e intentamos tranquilizarlas", relataba Roces todavía con el susto en el cuerpo. "Bajaban todos juntos pero él se adelantó un poco más", continuó en su explicación sobre la trágica madrugada. "Al abrir la puerta vimos que estaban ellas dos, llamando al marido. pero en un momento ya notamos que no se podía respirar y las metimos rápido al salón".

Al parecer, según el testimonio de este vecino, Rubén les había dicho a su mujer y a sus hijas que irían hacia la cochera, con acceso precisamente desde la zona del portal donde se inició el incendio. Pero a Rubén Fonseca la muerte le esperaba antes de lograr poner a salvo a su familia. Los bomberos lo encontraron tendido al fondo del hueco de la escalera, cerca de los contadores y junto a su hija de cinco años y la vecina octogenaria, Aurelia Suárez. Ambas se encontraban heridas muy graves y con grandes quemaduras. La policía judicial, que investiga lo ocurrido, sospecha que el origen del fuego pudo ser un cortocircuito. Los contadores habían sido renovados el pasado verano. Aquel espacio de apenas cuatro metros cuadrados fue el infierno para Rubén Fonseca.

Otros dos vecinos, uno de 82 años, con un ataque de ansiedad, y otra de 62, también tuvieron que ser trasladados al hospital, aunque horas después recibieron el alta. También recibieron el alta médica, aunque ya a la tarde de ayer, la esposa del finado y la otra niña de la pareja.

Los contadores del portal en los que se originó el fuego estaban protegidos por plástico, de ahí que se provocara una humareda tan importante que intoxicó a los vecinos. "Cuando me levanté olía a humo y luego ya vi que ese humo lo cubría todo", relató Emilio Fernández Rodríguez, residente en el mismo portal. El resto de propietarios fueron desalojados por los bomberos. Hubo unos treinta los afectados y aunque horas después del suceso les aseguraron que podían regresar a sus viviendas, la falta de suministro eléctrico hizo que muchos optasen por subir a casa a recoger algunos víveres a la espera de que se resolviera el problema de corriente.

El 112 Asturias recibió varios avisos antes de que se fraguase la tragedia. La primera llamada fue a las 02.21 horas. El interlocutor indicaba que se habían quedado sin luz en el edificio y les olía a quemado. Al percatarse de la gravedad del suceso, bomberos de La Morgal, San Martín del Rey Aurelio y Villaviciosa se trasladaron a El Berrón. Incluso se desplazó el jefe de la zona Centro. Los bomberos que se dirigieron al lugar donde se habían iniciado las llamas se encontraron el trágico cuadro: allí se encontraba el cadáver de Rubén Fonseca, abrazado a su hija Carla, acompañado de la vecina Aurelia Suárez. Las dos heridas fueron rescatadas al tiempo que otros bomberos colocaban un ventilador en el hueco de la escalera para liberar de humo la zona y evitar más intoxicados cuando los vecinos abandonasen el edificio. Una vez que pudo eliminarse el humo y con el fuego de los contadores ya sofocado, los residentes pudieron salir.

Eran las 03.48 horas cuando los vecinos del inmueble incendiado pudieron regresar a sus domicilios, después de que varias mediciones constatasen que no existía monóxido de carbono. Equipos médicos de dos UVI-móviles, del centro de salud de Noreña y otras tres ambulancias acudieron al lugar del siniestro.

La familia llevaba más de una década en el edificio en el que Rubén Fonseca Patallo encontró la muerte. Su mujer, natural de La Felguera, también era muy conocida y querida por todos. Todos los vecinos la tenían ayer en su pensamiento. "Tiene que estar destrozada", lamentaban en El Berrón. "Es una fatalidad, una fatalidad", repetían consternados los que se acercaron al lugar del incendio.

Esa fatalidad ya la presintió Manuel Roces, el vecino que atendió a la mujer y la hija mayor de Rubén Fonseca. "A las dos menos cuarto de la madrugada, oí voces que llamaban a alguien: supe que era algo grave y al comprobar que no había electricidad pensé: 'Mal asunto'". Roces no puede quitarse de la cabeza las palabras que Verónica Iglesias repetía una y otra vez: "Rescatad a Rubén y salvad a mi hija".

Las horas siguientes fueron un ir y venir de lamentos. El Berrón amaneció ayer cubierto por una densa niebla. Como si el día no quisiera despertar tras una brumosa madrugada que, a buen seguro, muchos tardarán en olvidar. En el número 3 de la calle Río Magostales nadie quiere volver a casa sin Rubén.