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La semana de la psicosis en el Principado

Una triple coincidencia y la voluntad del ser humano de "encajar" las historias explican los bulos del secuestro de mujeres, según los expertos

Participantes en el dispositivo de ayer para localizar a la vecina de Castrillón Concepción Barbeira. RICARDO SOLÍS

Una triple coincidencia y la voluntad del ser humano de que las historias encajen entre sí y de extrapolar a otros las conductas propias ("si yo no lo hago, ella tampoco lo haría"). Esas son, según los expertos en psicología y sociología, las dos causas que han hecho que en esta semana en Asturias se viviera una psicosis colectiva por la supuesta presencia en el Principado de una banda que habría raptado a las tres desaparecidas con 18 días de diferencia: Paz Fernández, de 43 años a la que se perdió la pista en Navia, Lorena Torre, gijonesa de 40 y Concepción Barbeira, de 46 y natural de Castrillón.

De nada sirvió que las autoridades y hasta el ministro del Interior negaran que los casos tenían relación. "Eran tres investigaciones muy similares, era imposible no conectarlas. Da igual lo que diga la Policía, los humanos necesitan relatos coherentes y cerrar el círculo para sentir que todo responde a una lógica y no a la casualidad. Aunque sea altamente improbable la presencia aquí de un asesino en serie le damos verosimilitud a los bulos para sentir que todo tiene sentido", relata el psicólogo José Méndez. La vulnerabilidad humana ante los bulos no es nueva. "Cuanta más transparencia hay más pensamos que nos ocultan cosas. El hombre ha creído toda la vida en monstruos, desde la mitología hasta los cuentos", reflexiona el sociólogo Jacobo Blanco.

En este caso todo empezó a finales del pasado mes de febrero. La primera desaparición fue la más inquietante de todas. La gijonesa Paz Fernández Borrego, de 43 años, se ausentó de su domicilio en el barrio de Nuevo Roces y se fue a Navia para pasar un par de noches con un amigo. La segunda noche no durmió en el hostal en el que tenía reserva. La señal de su móvil se perdió en un bosque, su cuerpo fue localizado con signos de violencia en un pantano. Los días 1 y 2 de marzo, antes de la aparición del cadáver y cuando media Asturias se preguntaba por el paradero de la gijonesa, saltó la noticia de la desaparición de las otras dos mujeres: Torre y Barbeira. Y empezó la psicosis. Después del asesinato de la primera mujer pocos creyeron las evidencias de que las otras dos habían desaparecido de forma voluntaria. Aunque las pruebas lo demuestren.

"En este caso influye también que las desaparecidas no coinciden con el perfil de persona que se quita la vida y que es el de un varón rural de más de 50 años sumido en la soledad", insiste Jacobo Blanco poniendo sobre la mesa un dato fundamental: en España se quitan la vida en torno a 3.000 personas al año. El dato no ha variado desde los años 80 crisis económica mediante. El suicidio es la primera causa de muerte no natural. El sociólogo mantiene que la negativa de la sociedad a asumir la posibilidad de que haya alguien que quiera acabar con su vida lleva a los seres humanos a buscar otras explicaciones. "Hay un tabú tremendo por lo que es lo último que se piensa, nos ponemos en el lugar de la familia y pensamos lo que nos pasaría a nosotros por la cabeza si no nos diéramos cuenta de que alguien a nuestro alrededor lo estaba pasando mal y no nos dimos cuenta. Además partimos de la base de que nosotros nunca lo haríamos y no entendemos que alguien lo haga", añade.

"Nos gusta simplificar la complejidad de la vida. Tendemos a aplicar patrones que nos simplifican cosas dolorosas, para tratar de entenderlos", asegura la psicóloga Susana Al-Halabí. "La gente no contempla el suicidio como opción porque parece que nadie se quita la vida nunca, es un problema silenciado", ahonda esta profesora de la Universidad de Oviedo añadiendo que para los familiares "es menos doloroso pensar que alguien te ha matado a tu hija o a tu mujer y que hay un asesino en serie en Asturias que pensar que no lo supiste ver, tendemos a quitarnos la culpa".

Los bulos no son nada nuevo, según los expertos. "Antes con una teoría descabellada llegabas a las 10 personas que te escuchaban en el bar. Hoy con un análisis más o menos racional o que encaje puedes llegar a 120.000 personas en un momento y sin que nada respalde tus teorías", asegura Jacobo Blanco.

Para José Méndez, en cambio, el problema es que "no se puede analizar con una mente racional una reacción totalmente irracional como la de quitarse la vida", mantiene. El psicólogo no culpa a las familias. Ver las señales es muy difícil. Prácticamente imposible. Pero existen.

"Entre el 30 y el 50 por ciento de las personas que se quitan la vida acuden una semana antes a su médico. La mayoría lanza pequeñas señales y dice frases como la de que estaríais mejor sin mí. El problema es que cortamos la comunicación diciendo que qué más quieres y que no necesitas nada más en tu vida. A veces miramos a nuestro alrededor y nos sentimos poco legitimados para quejarnos", asegura Al-Halabí.

¿La solución? Escuchar y ofrecer soluciones. Los psicólogos consultados por este periódico insisten en la necesidad de que se ofrezca atención psicológica en los centros de atención primaria y de concienciar a la sociedad de la problemática de los suicidios.

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