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El SOMA se resiste a perder el peso que le resta el declive de la mina

Historiadores y estudiosos de la lucha obrera interpretan la ruptura con UGT como un intento de anclar el poder de la organización a su relevancia histórica en el momento más crítico que ha conocido

El SOMA se resiste a perder el peso que le resta el declive de la mina

Antes de ahora, el Sindicato de los Obreros Mineros de Asturias (SOMA) estuvo fuera de la UGT durante tres escasos meses en más de 107 años. Los tres primeros, los que transcurrieron entre el día de su fundación, el 10 de noviembre de 1910, y la integración casi inmediata en la casa madre del sindicato socialista el 11 de febrero de 1911. Por eso la decisión de soltar amarras y seguir por su cuenta, adoptada esta semana por la organización, tiene la trascendencia histórica que le confiere además del tiempo el peso que tuvo el que fue el primer sindicato de industria, verdaderamente sectorial, que constituyó la UGT. El SOMA "ha sido uno de los grandes activos históricos" de su matriz sindical, uno tan extraordinariamente importante que según algún punto de vista en Asturias "la UGT es hija del SOMA, no al revés", y que ahora se resiste a permitir que su influencia sindical y política se desinfle con el desfallecimiento de la minería. Por eso, dicen, la ruptura.

Historiadores y estudiosos del fenómeno sindical interpretan de esa, entre otras maneras, la quiebra con la que el SOMA "pretende mantener una presencia social e institucional dentro del sindicato no acorde con su peso actual, sino con el histórico". Es la versión de Ramón García Piñeiro, según la cual una organización con esta extensa biografía centenaria de poder incuestionable se revuelve contra quienes quieren conferirle un status asimilable a su importancia actual mientras ella quiere anclar su poder a su relevancia histórica.

El PSOE, enlaza el historiador, "siempre ha sublimado el peso de la tradición" y éste sería otro capítulo singular de esa trayectoria, ratificado esta semana en la parte del alegato del secretario general del SOMA en el que José Luis Alperi clamaba contra el acuerdo de integración diciendo que la dirección de UGT cometió el pecado intolerable de querer "esconder las siglas del SOMA". García Piñeiro bucea en la historia de influencia política en la que fue el sindicato minero el que "marcó la pauta del PSOE", en la que "no fue el SOMA la correa de transmisión del PSOE, sino al revés", y desemboca en la identificación de una dificultad de asimilación de una situación incoherente con esa trayectoria. "Me parecería impensable que se hubiese llegado hasta aquí si previamente no se hubiera producido el declive de la minería hasta convertirse en una actividad testimonial, con lo que eso implica de pérdida numérica y de importancia en el PSOE". Ya no es lo que era, pero se resiste a que la UGT considere que ya no es lo que era.

Lo que no imagina Rubén Vega, profesor de Historia Contemporánea de la Universidad de Oviedo, es que este golpe en la mesa hubiera podido darlo "ninguna otra sección de la UGT que no fuera el SOMA". No se habría atrevido a coger el pomo de la puerta ninguna que no tuviera esta "personalidad arraigada" y esta influencia política y sindical que "no deja de ser pasmoso que conserve en el que puede ser el peor momento de su historia, en un instante terminal en el que la actividad minera se acaba", destaca, y el supuesto enfermo es capaz de "librar este pulso. Incluso si es un farol, incluso si lo pierden, es asombroso", sentencia.

Mantiene el SOMA incluso en estas circunstancias una cuota abundante de poder en el PSOE asturiano, retomando tras la más reciente crisis la vieja habilidad para la maniobra interna en la FSA de los tiempos en los que el ahora denostado José Ángel Fernández Villa quitaba y ponía presidentes.

La ruptura, se hace evidente a los ojos de Vega, vuelve a revelar "un enfrentamiento ancestral entre el metal y la minería, una relación muy mala que históricamente ha moldeado un reparto de poderes en el que el metal controlaba la unión regional, pero la minería era capaz de controlar al partido". Ahora, el declive minero amenazaba con dejar al SOMA "inerme ante sus enemigos de siempre y no han querido quedar en minoría". Y ahora, ¿qué? El historiador ve venir un futuro incierto en el que corren el riesgo de ser sólo "un sindicato de pensionistas", vaticina Vega. "Tengo serias dudas de que en estas circunstancias vayan a poder arrastrar a la gente que estaba en la FICA" y aunque han conseguido, es cierto, resituarse "en las luchas por el poder del PSOE, ¿sobre qué base van a poder mantener eso en un futuro cercano?", se pregunta. "Si te falta la tierra bajo los pies, es difícil, aunque evidentemente persiste una personalidad muy fuerte y esa se resiste a morir o a ser absorbida y diluida sin más".

Germán Ojeda, profesor de Historia Económica en la Universidad de Oviedo, estudioso de la trayectoria del sindicato, revuelve a su vez "la muy vieja historia" de la lucha por el poder entre el metal y la minería, pero esta vez en el contexto económico "crítico" que impone la inminencia del cierre de las minas y la amenaza sobre las centrales térmicas de carbón. En esa circunstancia peculiar, cuya resolución "va a depender mucho de dónde se encuentre el SOMA", el economista reprueba la "chapuza" de la operación de UGT para "tratar de meter en cintura, sindical y políticamente", al sindicato minero. El movimiento de la dirección, valora Ojeda, es en algún sentido un intento espurio de matar al padre. Según su tesis, "ningunea a una organización centenaria que ha construido la UGT en Asturias y que ha sostenido el poder político en la región" negándole la representatividad, los cargos y el nombre y dejándola en una situación en la que "se acota su poder" y "no controla sus finanzas ni su patrimonio".

Desde la distancia de su plaza como catedrático de Historia Contemporánea en la Universidad de Extremadura, el ovetense Enrique Moradiellos, utiliza la experiencia de sus estudios sobre el sindicalismo minero asturiano para evaluar la ruptura como un acontecimiento "históricamente muy relevante" que abre la puerta a un futuro inquietante y potencialmente "peligroso para ambos, para el pequeño que se queda sin casa madre y para el grande, que pierde presencia histórica", toda vez que en Asturias, asiente el historiador, "UGT es el SOMA" durante una fracción muy relevante de la historia. Alerta de que en un momento en el que la "afiliación sindical en España es bajísima" no parece saludable que "encima los pocos que quedan se dividan".

Moradiellos no oculta su sorpresa ni la duda respecto al porvenir, porque "no creo que los sindicatos al margen de estructuras confederativas tengan mucho peso en el mundo", y apunta que la ruptura merece por muchos motivos ser catalogada de histórica. También, remarca, porque el SOMA, que fue "el primer sindicato 'de industria'", entendido como el primero que abarcó realmente todo un sector productivo, nació de una concepción del socialismo marxista según la cual la defensa de la clase obrera se articulaba con el partido y el sindicato como "dos instrumentos paralelos, el primero para la conquista del poder y el segundo para la lucha por las condiciones laborales de sus afiliados". Por eso el nuevo escenario que viene es "raro". "Siempre era un partido y un sindicato". Nunca un sindicato por libre, ni un partido y dos sindicatos?

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