"Es una emergencia. Necesitamos que el tiempo nos dé una tregua y que el Principado o la Guardia Civil suban en helicóptero a un fontanero hasta el refugio de la vega de Urriellu", señaló ayer el guarda Tomás Fernández.

El refugio, rodeado estos días de una enorme muralla de nieve que en algunas zonas alcanza los cinco metros, está sin calefacción. El frío reventó las tuberías y dentro del edificio la temperatura será de entre 8 y 10 grados bajo cero.

Allí arriba, a 1.960 metros de altitud, al pie del Picu Urriellu, uno de los guardas, Íñigo Garmilla, intenta reparar los desperfectos. Se encontró cuando subió el pasado día 17 con el refugio anegado bajo unos 12 centímetros de agua y hielo. Pudo reparar un ordenador dañado por el agua y ha conseguido prender la calefacción de la sala (el local cuenta con dos calefacciones, una de gasóleo y otra de pellet).

Pero no es fontanero, y la avería demanda el trabajo de un profesional. Y como subir hasta la vega de Urriellu es un imposible, salvo para montañeros expertos, se hace indispensable el traslado en helicóptero. Entre otras razones, porque ya hay reservas para la Semana Santa. Y apenas si queda tiempo para reparaciones.

Garmilla subió a Urriellu para cumplir con el compromiso de los llevadores: abrir del 15 de marzo al 15 de diciembre. Se retrasó dos días por el aviso de aludes en la zona. Nuestra obligación es estar allí", señaló ayer Tomás Fernández, quien confía en que todo se resuelva en los próximos días y así dar el servicio que requieren los usuarios del refugio cabraliego, el más visitado de Asturias.