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Así es el nuevo delegado del Gobierno: un abogado runner descendiente de una saga de arquitectos

Aficionado al deporte, la fotografía y los viajes, en las distancias cortas Mariano Marín es hombre "calmado y tímido, en ocasiones retraído"

Así es el nuevo delegado del Gobierno: un abogado runner descendiente de una saga de arquitectos

Tres años de carrera política silenciosa pero fulgurante han llevado al abogado gijonés Mariano Marín Albi de la política municipal a la Delegación del Gobierno en Asturias. El 7 de febrero de 2015 fue proclamado presidente del PP de Gijón en un congreso extraordinario celebrado tras la anulación judicial de uno anterior que eligió a David González Medida. Lo hizo sin contrincante enfrente pues la suya era la única candidatura presentada, ante la falta de avales del resto de aspirantes. Ese congreso también fue anulado, a petición de los concejales díscolos de la época de Pilar Fernández Pardo, pero el TSJA revocó la sentencia y bendijo el nombramiento de Marín. Tres años después se ve inmerso en la estructura del partido en Asturias como hombre de total confianza de la presidenta, Mercedes Fernández.

Candidato a la alcaldía en 2015 para hacer frente al "moriyonato", con Mariano Marín el PP gijonés pasaba a ser la cuarta fuerza política en las pasadas elecciones municipales, tras perder dos ediles con respecto a 2011, quedándose con sólo tres concejales.

Nacido en Gijón, cursó las primeras letras en el Liceo La Corolla. Tras una breve estancia en Madrid, donde recibió clases en el Colegio Retamar, regresó a su ciudad natal y continuó sus estudios en Los Robles. Licenciado en Derecho por la Universidad de Oviedo, terminada la carrera cursó la diplomatura en Comercio. El servicio militar lo cumplió en Vitoria, en la base de Araca, a los 23 años, con el título de abogado bajo el brazo y la colegiación. En la mili fue nombrado secretario del juzgado de instrucción militar, donde pudo presenciar consejos de guerra por deserción, que era la nomenclatura marcial de denominar a la "huida" de los soldaditos que no regresaban de un permiso porque echaban de menos a la familia o a la novia o que demoraban su regreso al cuartel.

Mariano Marín es un gran aficionado al deporte y a los viajes. Se ha convertido en un consumado "runner". Sale a correr dos o tres veces por semana. Casado desde 1991, sin hijos, pertenece al Rotary Club de Gijón y también juega al golf algún fin de semana. En lo gastronómico valora sobremanera el maridaje de la sidra y la fabada.

Enamorado de la literatura americana, su otra gran pasión es la fotografía. En 2014 presentó unas fotos a un mayorista y le pagaron con un viaje a Cuba. Otro reportaje realizado en uno de sus viajes le llevó a Birmania. Viajero impenitente, Asia y África son sus continentes favoritos, siempre con la cámara en ristre. Su ciudad preferida, Londres.

El nuevo delegado del Gobierno en Asturias es miembro de una destacada saga de arquitectos que ha puesto su firma durante décadas en edificios notables de Gijón. Hay pocas cosas que impidan conciliar el sueño a este letrado, cuyos compañeros de profesión califican como un hombre "calmado y tímido, en ocasiones retraído". Hijo de Mariano Marín Rodríguez-Rivas; nieto de Mariano Marín de la Viña y bisnieto de Mariano Marín Magallón, todos ellos arquitectos que dejaron una profunda huella en la ciudad de Gijón, atesora, como sus antecesores, una marcada vocación humanista.

Tiene desde 1985 su despacho profesional en el número 14 de la Plaza de Europa, un edificio singular construido por su padre, a quien también se debe el Club de Tenis de Gijón; como el teatro Jovellanos, el "martillo" de Capua o Corrida, 3 corresponden a su bisabuelo, un arquitecto nacido en Barcelona que practicó un eclecticismo con elementos ornamentales próximos al modernismo, contribuyente efectivo a forjar la imagen burguesa del Gijón de su época.

Pese a la tradición de la estirpe familiar y a la relevancia arquitectónica de los Marín que le precedieron, el nuevo delegado del Gobierno en Asturias nunca sintió la llamada vocacional de la arquitectura. Tal vez el ejemplo de su padre, que al final de su carrera se mostró muy crítico y desencantado con la profesión, al considerar que los arquitectos se habían convertido en meros conseguidores de licencias, le indicó el camino hacia las leyes. Si bien en la rama materna había Albis emparentados con el Derecho, como abogados y notarios.

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