"Creo que sólo con la colaboración cordial y fluida entre las administraciones podremos lograr los éxitos que todos deseamos para nuestra tierra". Mariano Marín tomó con esa convicción posesión de su nueva responsabilidad como Delegado del Gobierno en Asturias. En un acto presidido por la vicepresidenta del Ejecutivo, Soraya Sáenz de Santamaría, Marín hizo apología del "buen entendimiento con el Principado" prometiendo que "la puerta de esta casa siempre estará abierta para hablar y acordar sobre todo aquello que redunde en el interés general de los asturianos, única ambición de este delegado del Gobierno". Comprometió todos sus afanes, eso sí, también en "trasladar con la máxima transparencia y rigor las políticas del Gobierno de Mariano Rajoy, un Ejecutivo experto, eficaz, sensato y dialogante que ha abordado con éxito un amplio y profundo paquete de reformas que junto a la colaboración de los españoles ha conseguido sacar a los españoles de una de las mayores crisis de su historia".

El desmenuzado de promesas que jalonó la primera intervención pública de Marín desde su acceso al cargo incluyó una para tratar de prolongar los logros obtenidos con "la profesionalidad y entrega de los cuerpos y fuerzas de seguridad del Estado, que han conseguido dotar a Asturias de uno de los niveles más altos de seguridad de España". También dijo querer ser "un delegado cercano, que además de los despachos esté en las calles", y "accesible para los asturianos que precisen de la resolución de un problema", haciendo real una máxima que dice que "todos somos Estado".

Al acto, en la sede de la Delegación del Gobierno en Asturias, acudió una apreciable representación de la plana mayor política asturiana, con el presidente del Principado, Javier Fernández, a la cabeza, además de la cúpula militar, eclesiástica y empresarial de la región, pero no estuvo el delegado del Gobierno saliente, Gabino de Lorenzo, que presentó su renuncia el pasado día 22 de marzo.