Un grupo de investigadores asturianos tiene concluido el diseño de córneas artificiales, y aspira a empezar a implantarlas en pacientes antes de que termine este año. Así lo explicó ayer a este periódico Álvaro Meana Infiesta (Gijón, 1958), integrante de un equipo de la Fundación de Investigación Oftalmológica (FIO), que forma parte del Instituto Fernández-Vega, en Oviedo. "Nos falta ponerlas a los pacientes. Nuestra intención es poder hacerlo a fin de año. Tenemos que pasar inspecciones y demás trámites", señaló el doctor Meana, quien el próximo jueves ingresará en la Real Academia de Medicina de Asturias como miembro correspondiente.

Álvaro Meana lideró durante años, desde el Centro Comunitario de Sangre y Tejidos de Asturias -donde sigue investigando a tiempo parcial-, la producción de piel para proveer a las unidades de quemados toda España. Se trataba de piel cultivada a partir de células del propio paciente. Las crecientes exigencias de la Unión Europea, en lo relativo a los requisitos que deben cumplir los laboratorios, obligaron a poner fin en 2016 a una actividad en la que el Principado descolló a nivel nacional durante casi dos décadas.

Lo que ahora impulsa el doctor Meana desde la FIO es el desarrollo de córneas artificiales. "La córnea y la piel son tejidos parecidos. Tenemos muy buenos resultados. No hacemos córneas completas, sino capas corneales", señala el investigador. En la cirugía actual del trasplante de córnea no se cambia la córnea entera, sino algunas láminas -lamelas- de la misma. Lo que fabrica el grupo asturiano son lamelas anteriores (epiteliales) y lamelas posteriores (endoteliales). "Tenemos ya un modelo muy bueno de cada una, y ahora tenemos que pasarlo a la clínica", explica el especialista.

Para ello, para transferirlo a pacientes de carne y hueso, "trabajamos en un proyecto muy bonito encaminado a reducir el coste de un laboratorio de producción de tejidos; es un laboratorio en miniatura pero que cumple toda la normativa legal, abaratando mucho los costes", indica Meana, en alusión a una investigación que, de algún modo, podría convertirse en una alternativa a la legislación que obligó a cerrar el área de investigación el Centro Comunitario de Sangre y Tejidos de Asturias.

Las córneas que diseña el Instituto Fernández-Vega se dirigen a pacientes que sufren un déficit en el epitelio de la córnea, un déficit limbar: una enfermedad que no se cura con el trasplante tradicional. "Se les puede trasplantar, pero el trasplante fracasa en seis o siete meses", asevera el doctor Meana. Otro proyecto en el que trabaja con su grupo se centra en el desarrollo de un tipo de córneas artificiales para testar fármacos y toxicidad.