Una operación iniciada en Asturias en 2016 ha permitido desmantelar dos redes dedicadas al comercio ilegal de ganado, que había obtenido más de dos millones de euros. El operativo, a cargo del Servicio de Protección de la Naturaleza (SEPRONA) de la Guardia Civil, se ha saldado por el momento con la detención de doce personas, alguna de ellas en Asturias. Llevaban a cabo transacciones de ganado vacuno incumpliendo la normativa que regula la materia, fundamentalmente a través de la alteración de los crotales (la pieza de plástico con la que se identifica de forma individual a cada animal de las explotaciones ganaderas), para amparar animales que no tenían aseguradas sus condiciones de aptitud para el consumo humano. La investigación se ha desarrollado en las provincias de Asturias, Cantabria, Andalucía, Castilla y León, Aragón, Galicia y Extremadura, y ha contado con la colaboración de las administraciones regionales.

La investigación se inició en el 2016, cuando la patrulla ROCA de la Guardia Civil de la Comandancia de Gijón se percató de que una persona llevaba en el maletero de su vehículo varios crotales. Estos crotales vienen a ser el documento de identidad propio de cada res y le acompañará desde su nacimiento hasta el momento de su muerte. Cada crotal, con número y clave único, se anota en los registros correspondientes y su control permite conocer las circunstancias de cría y salud del animal a lo largo de su vida y garantizar la trazabilidad. Aunque los crotales localizados en el vehículo tenían la apariencia de ser nuevos y estar dispuestos para su colocación en los terneros que fueran a nacer, los agentes se percataron de que tenían pequeñas muescas que hacían suponer que ya habían sido usados.

Continuando con las investigaciones, se constató la existencia de un grupo de personas que podrían estar retirando los crotales que eran asignados a un ternero cuando este había fallecido tempranamente. En lugar de notificar esta circunstancia, se guardaban el identificador hasta que, llegada la edad propia para el sacrificio, se le colocaba a otro ternero comprado en el exterior a precio mucho más bajo. De esta manera obtenían grandes beneficios ya que se habían ahorrado el costo de mantenimiento y todos los tratamientos veterinarios que hubieran podido ser necesarios y sólo tenían que pagar el valor del animal sustitutorio. Además, estos animales podían proceder de explotaciones fuera del territorio nacional llevándose a cabo el movimiento de los mismos sin el cumplimiento de las debidas garantías sanitarias.

Otro origen posible del ganado se ubicaría en países donde la renta económica es inferior a la española, de forma que el valor de los animales estaría muy por debajo de lo que corresponde a un ejemplar criado en España. Asimismo, la organización también obtenía beneficios relativos a la percepción de subvenciones en función del número de cabezas de una explotación, condiciones de cría de la misma o especificidad de una raza concreta con los terneros que habían fallecido y habían simulado su cría en las explotaciones ganaderas.

Lógicamente este modo de actuar implica una ruptura de la trazabilidad, ya que el animal sacrificado no procede de la línea materna declarada. Esta actividad ilegal se comprobó con multitud de pruebas analíticas, quedando acreditados más de 200 casos. Cabe resaltar, que todas las reses que iban a la cadena de consumo humano, han pasado los controles sanitarios obligatorios en los mataderos donde eran sacrificados.

El Seprona ha desarrollado otras operaciones contra el comercio ilegal de ganado, como la que desmanteló una red de carne ilegal de caballo.