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La guía secreta de Asturias

El pueblo sobre la loma

Cirieño, en Amieva, que cuenta con edificios singulares, se levanta en medio - de un paisaje de inmensa belleza que invita a disfrutarlo con un largo paseo

Ermita de Santa Ana, perteneciente a la casona del Ronderu, en Cirieño. ANA PAZ PAREDES

Tras tanta lluvia, el campo asturiano luce con una intensidad de colores que abruma cuando, entre las nubes, el sol se abre paso y los pone a brillar. Tantos verdes distintos, tantos azules, tantas tonalidades diferentes que anuncian un paisaje entregado a quien le gusta alimentar el espíritu y el tiempo libre con lugares que tras descubrirlos quedan para siempre en la memoria. Lugares a los que, sin duda, gusta regresar.

Eso sucede cuando sobre una loma y entre montañas surgen ante la mirada esas casas que, en una imposible línea recta por la sinuosidad del paisaje, forman el pueblo de Cirieño, en Amieva, una imagen que se repite cuando también, en la distancia, se descubren a lo lejos otros pueblos de la parroquia de Nuestra Señora de las Nieves de Sebarga, como son Pen y Villaverde. Junto a ellos y en esta misma parroquia están también Santoveña, Eno, Vega de Sebarga, Amaño, La Morella, Siña y Santa Olaya. Y es que Cirieño, como tantos pueblos asturianos, sufre la despoblación y cada vez son menos los que quedan allí viviendo. Entre ellos, una reconocida familia de queseros que apostó por continuar adelante en su pueblo natal, elaborando, entre otros, el emblemático queso de Beyos. De allí emigraron en su día algunos de sus vecinos camino de Cuba, México, Chile o Argentina. De Cirieño es también la conocida cantante de tonada María José Quero, "La Pastorina".

A largo del pueblo, por ese pasillo de asfalto que divide en dos orillas esta localidad, además de hórreos y paneras, hay dos edificios civiles que llaman la atención. Por un lado está la casona La Paraya, que pronto llama la atención tanto por sus dimensiones como por su mal estado de conservación, de origen renacentista (siglos XV y XVI). El esquema de su fachada es el habitual de casonas y palacios barrocos asturianos del siglo XVII. Hay quienes dicen que allí, antiguamente, estuvo el Juzgado de Amieva. Luego, entre viejas construcciones y otras nuevas o bien rehabilitadas, aparece otra casona de relevancia, que cuenta además con capilla, todo ello de propiedad particular. Se la conoce como la casona del Ronderu o de los Cirieñu. Tiene también llagar y panera. Llama la atención cómo todo el conjunto arquitectónico se adaptó al desnivel del terreno. Su fachada principal es característica de casona barroca. La capilla está dedicada a Santa Ana, cuya imagen se conserva en el interior, además de un retablo policromado de la misma época. Está cubierta por un cancel de madera.

Y junto a ella, como junto a tantas capillas e iglesias rurales, un tejo. Ese árbol que, rodeado de leyendas, siempre ha estado presente en la historia de los pueblos asturianos.

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