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El caso que tumbó a un Gobierno regional

"Hice lo que debía; no me arrepiento", dice Rodríguez-Vigil a los 25 años del "Petromocho"

El anuncio con fines electorales de una inversión de 2.200 millones, que resultó ser falsa, provocó un escándalo político sin precedentes en la región - El entonces presidente del Principado dimitió en plena campaña de unas elecciones generales pese a que Felipe González le aconsejó seguir en el cargo

"Hice lo que debía; no me arrepiento", dice Rodríguez-Vigil a los 25 años del "Petromocho"

En plena campaña de unas elecciones generales que se presumían muy apretadas y con una región que buscaba desesperadamente miles de empleos que amortiguasen la reconversión industrial, una inversión petroquímica de 366.000 millones de pesetas, hoy unos 2.200 millones de euros aproximadamente, era un bocado demasiado apetecible. Tanto, que el Gobierno regional se precipitó al anunciar una factoría entre Gijón y Carreño que, con capital saudí, se llamaría Asturiana de Petróleos y generaría mil puestos de trabajo directo y miles más inducidos. Pero el "míster Marshall" de turbante no es que pasara de largo sino que nunca existió más allá de tres folios que traía en su maletín el francés Maurice Jean Lauze, de la mano de un empresario de familia reputada, Juan Blas Sitges. Este viernes se cumplen 25 años del inicio deñ "Petromocho", un escándalo político que hizo temblar a un Gobierno autonómico y provocó la dimisión del presidente del Principado. LA NUEVA ESPAÑA recibió el prestigioso premio "Ortega y Gasset" de periodismo por su cobertura del caso.

"Hice lo que tenía que hacer. No me arrepiento", confiesa Juan Luis Rodríguez-Vigil, el presidente autonómico que acabó por asumir que no le quedaba salida más digna que la dimisión, materializada tan sólo seis días después de aquella infausta rueda de prensa en la que se había anunciado a bombo y platillo una inversión petrolífera milmillonaria que debía sacar a Asturias del intento, estéril, por atraer a Panoco. Y eso que el mismo Felipe González, por entonces presidente del Gobierno, aconsejó a Vigil que siguiera al frente del Principado pero que cesase al consejero de Industria, Víctor Zapico.

La decisión de Rodríguez-Vigil, entonces cuestionada por demorarse demasiado, ha ganado en seriedad con la perspectiva que da el paso del tiempo, en el que se ha convertido en habitual ver cómo los políticos se aferran al cargo pese a la contundencia de los acusaciones y evidencias que acumulan en su contra. Baste con citar el caso reciente de Cristina Cifuentes o los de los presidentes de Murcia, Pedro Antonio Sánchez, o el de Valencia, Francisco Camps. El expresidente del Principado prefiere, pasados 25 años, no extenderse sobre aquel episodio: "Aquello era una tontería, sigo pensando que sin ningún tipo de relevancia", afirma.

Pero qué pasó para que el presidente de un gobierno socialista se viera forzado a dimitir en tiempo récord. Hay toda una generación de "millenials" que ni siquiera ha oído hablar del Petromocho, un caso que acabó en los tribunales con una sentencia bastante discreta porque no hubo quebranto alguno a las arcas públicas, según el fallo que dictó, también, en plazo récord, el Juzgado de lo penal número 3 de Oviedo, poco más de un año después de aquel sainete político. Pues algo tan sencillo de resumir como increíble de concebir: el Gobierno regional anunció el 18 de mayo de 1993, en plena campaña de las elecciones generales, una inversión de 366.000 millones de pesetas para levantar una factoría petroquímica entre Gijón y Carreño con capital saudí. Sonaba genial en una Asturias sedienta de buenas noticias de empleo y actividad, pero el consejero de Industria, fallecido en abril del pasado año, no había comprobado ningún dato del intermediario francés, Lauze, fiándose del otro valedor de la operación Sitges. Craso error. LA NUEVA ESPAÑA publicaba aquel anuncio del Gobierno socialista con toda intención: "Vigil anuncia una inversión de 366.000 euros, aún no confirmada por Madrid". El engaño quedó al descubierto en cuestión de días.

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