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El ingeniero técnico más veterano se mete a los 96 años en otro berenjenal

Eliseo Mateos, homenajeado por sus colegas tras una vida trepidante Autor de manuales, entre ellos el primero para conducir, participó en la electrificación rural y estudió al tiempo que trabajaba 10 horas

Eliseo Mateos en su domicilio de Oviedo con la máquina de escribir que le acompañó durante los últimos años de ejercicio como ingeniero técnico industrial. IRMA COLLÍN

"Disfruté mucho de la profesión, la llevo en el alma". Eliseo Mateos Melón, gijonés de 1921, se prepara con ilusión para el homenaje que recibirá el próximo 2 de junio de sus compañeros del Colegio Oficial de Graduados e Ingenieros Técnicos Industriales del Principado. Es el único titulado que cumple este año sus bodas de platino en la profesión. "Estuve metido en tantos berenjenales, que este es uno más", apunta con humor sobre la fiesta colegial en la que otros 65 compañeros celebrarán sus bodas de plata, 57 las de oro y la alcaldesa de Gijón, Carmen Moriyón, será homenajeada como colegiada de honor.

"La ingeniería me ayudó a vivir y me ilusionó y el colegio le dio mucha vida", afirma para comenzar su relato vital, que comienza, como cualquier otro curso escolar un mes de septiembre de 1934. Entonces, recuerda, "el plan de estudios que regía -de 21 de diciembre de 1925-, era igual para toda España, no como ahora, con las autonomías, que es un verdadero desbarajuste". Eliseo Mateos comenzaba ocho años de formación -cursó las especialidades de electrónica y mecánica- que él compaginó con la vida laboral. "Trabajaba por la noche diez horas en la fábrica de Laviada y estudiaba por el día", relata, "salíamos al patio con el mono de trabajo".

En 1942 comenzó a ejercer como ingeniero en la antigua ERCOA (Electras Reunidas del Centro y Oriente de Asturias), durante quince años, con el único parón de su boda, el 25 de octubre de 1952, con María del Milagro Rodríguez Teijeiro. De allí dio el salto a la empresa ERIM (Estudios y Representaciones de la Industria y Minería), a la que perteneció durante cinco años pero cuando fue advertido por un compañero de la compañía entraba en quiebra optó por realizar oposiciones. Como si estuviera dictando sus memorias, Mateos relata así un nuevo salto en su trayectoria profesional: "En 1962 ingresé en la Administración Civil del Estado que pertenecía al Ministerio de Industria y mi primer destino fue Melilla, un año escaso. Después me trasladé a León, con toda la familia, donde nació mi tercera hija, Lilián".

Electrificación rural

En la provincia vecina, Eliseo Mateos encontró inspiración para una nueva faceta: la de profesor de Tecnología en la Escuela de Maestría. También allí editó para Everest cinco manuales de Electricidad y Electrónica y uno de los libros más útiles para aprender a conducir en los sesenta en España, "Todo sobre el conductor", del que preparó las galeradas e incluso fotografió a sus hijos en el vehículo familiar para mostrar las situaciones en la que podían encontrarse los futuros automovilistas.

Una nueva mudanza llevó a toda la familia a Bilbao, dónde permanecieron hasta 1972 cuando regresaron a Oviedo. En los años siguientes se dedicó al ejercicio libre de la profesión. Era la etapa en la que el expresidente Pedro de Silva impulsó toda la electrificación rural. "Hubo que hacer proyectos a todo correr", recuerda. Una antigua Olivetti y la mesa de trabajo de su domicilio en la calle Campoamor de la capital fueron sus fieles compañeras antes de llegar al máximo de edad en activo. La mayoría de los proyectos eran para talleres de reparación de automóviles. "Me jubilé cinco años antes de lo que me correspondía porque a Felipe González decía que iba a crear 800.000 empleo con aquellas jubilaciones, hecho totalmente incierto ya que aumentó el paro", reprocha. Pero él quiso seguir "por rabia, fui un poco peléon", dice con media sonrisa.

"He vivido 57 años de actividad como ingeniero técnico y he tenido la suerte de llegar a las bodas de platino en la profesión", dice agradecido, a modo de resumen de su trayectoria. Con cariño recuerda a compañeros como Emilio Suárez, catedrático de la Universidad de Oviedo Emilio Suárez Fernández, que falleció en 2010 a los 88 años de edad. Suárez ejerció la docencia hasta su jubilación en la Escuela de Ingeniería Técnica Industrial de Gijón (antigua Escuela de Peritos) y fue uno de los fundadores del departamento de Ciencia de los Materiales de la Universidad. También recuerda entre los compañeros de estos años Arsenio Álvarez Tuya y a su hermano José Antonio.

Colegiados

"Seguro que en la fiesta encuentro a algún compañero aunque a la mayoría seguro que y ni les conozco", cuenta ante la abultada diferencia de edad con los graduados más jóvenes.

En el Colegio que preside Enrique Pérez también añoran los primeros tiempos de la profesión. Antes se colegiaban 200 personas al año, ahora no llegan a la mitad con los nuevos graduados, recuerda José Díaz Reguero, secretario técnico de la entidad colegial que agrupa a los graduados de la rama industrial e ingenieros técnicos industriales.

En este punto Eliseo Mateos aprovecha para elogiar a los impulsores de la profesión en el Principado de Asturias, con una mención expresa para directores de la antigua Escuela de Gijón como Francisco Alonso León y Federico Hulton Pla. A las nuevas generaciones les aconseja que sean "libres y responsables, con sus aciertos y sus errores" pero "que disfruten y logren la felicidad" como él hizo estos 65 años vinculado a la ingeniería técnica. Sólo uno de sus nietos más jóvenes parece mostrar algo de interés por la profesión. "No hay que desviar la atención sobre lo que interesa a cada uno; yo, por si acaso, le voy recortando cosas, para que las tenga", anuncia.

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