El diplomático asturiano Javier Vallaure de Acha acaba de ser ascendido a embajador de carrera por el Gobierno de España, la máxima categoría en el escalafón del servicio exterior, en el que Vallaure lleva 39 años.

El actual cónsul general de España en Los Ángeles (Estados Unidos) manifestó a LA NUEVA ESPAÑA su gran alegría por el nombramiento, que supone un reconocimiento a su labor. "Lo asumo desde la responsabilidad que representa, para seguir, aún con más empeño, sirviendo a mi país, y así se lo he hecho saber al ministro de Asuntos Exteriores, Alfonso Dastis", señaló el diplomático.

El Consejo de Ministros aprobó el pasado viernes una serie de reales decretos en los que se asciende a 14 miembros de la carrera diplomática a la categoría de embajador, que habitualmente es otorgada a algunos diplomáticos (la ley del Servicio Exterior marca un cupo), cuando les queda poco tiempo para llegar a la edad de jubilación. En el caso de Vallaure, el ascenso ha llegado antes de lo esperado. El diplomático tiene pensando jubilarse en un año. A partir de ese momento seguirá teniendo el trato de embajador de forma permanente, al igual que le ocurrió a su padre, el embajador Javier Vallaure Fernández-Peña, que pasó sus últimos años en Pravia, donde su hijo tiene casa y adonde acude a menudo. Aunque Vallaure de Acha nació en Hamburgo (Alemania), donde su padre estaba destinado, siempre se ha considerado profundamente ovetense y asturiano. Fue uno de los impulsores del encuentro de diplomáticos asturianos que celebra LA NUEVA ESPAÑA cada verano desde hace diez años, y también ha impartido conferencias en los cursos de La Granda y clases en el curso de Protocolo de la Universidad de Oviedo.

El Consulado General de España en Los Ángeles cubre las demarcaciones del sur de California y los estados de Arizona, Colorado y Utah y representa a España en una zona crucial de Estados Unidos. Vallaure de Acha, que anteriormente fue embajador en los Países Bajos, también fue cónsul en Miami entre los años 2000 y 2005, donde desempeñó un papel clave en el proceso que, finalmente, logró salvar de la silla eléctrica al preso de origen español Joaquín José Martínez.

Otro de sus cargos destacados fue la embajada de Angola y el puesto de primer introductor de embajadores en el Ministerio de Asuntos Exteriores.