El ingeniero de Caminos Ángel Mario Carreño (Oviedo, 1934) acredita una larga trayectoria profesional y en la arena política. Fue director general de Instituto Nacional de la Vivienda (1979-1981), conselleiro de Ordenación del Territorio y Obras Públicas de Galicia (1982-1982) y diputado nacional del PP por la provincia de Orense (1989-2000). En esta segunda entrega de sus memorias relata sus experiencias en la Oficina Provincial de Inversiones de Orense (OPRIN) y en el Instituto Nacional de la Vivienda.
San Martín. "Cuando me incorporé a la OPRIN, Guillermo Fernández Julbe, gobernador civil de la provincia de Orense, sugirió que el primer proyecto para el polígono de San Ciprián fuera una fábrica de cervezas. Orense es en Galicia como Lérida en Cataluña, la única de las cuatro provincias sin costa. Y en Lérida había una cerveza, San Miguel, santo patrón de Lérida. Así que se le ocurrió hacer cerveza San Martín, por el santo patrón de Orense. En nueve meses pasamos de poner la primera piedra a la salida de la primera cerveza".
Citroën. "Tras lo de la cerveza San Martín, contacté con dos hermanos de Gijón, Carlos y Paco García Sierra, de Crady, una empresa importante en aparellaje eléctrico, y los convencí de montar una empresa en el polígono de San Ciprián. Ése fue el segundo éxito del OPRIN. El tercero fue captar la ampliación de Citroën, que estaba instalada en Vigo. Para eso tuve la información de un orensano, ingeniero de Citroën, que llegó a ser director de Citroën Portugal, Emilio Arteaga: me dijo que a Citroën Vigo le faltaba espacio. A eso dediqué mis esfuerzos con tres presidentes de Diputación, el intermedio nefasto. Estuvo a punto de evitar la llegada de Citroën al polígono de San Ciprián. Yo dimití con ése y volví a entrar con el siguiente con dos condiciones: no cobrar y restablecer las relaciones con Citroën. Y así fue. Citroën se estableció en San Ciprián y estuvo allí bastantes años, hasta que por problemas de plantilla se concentró en Vigo. Tras resolver ese tema, dejé la OPRIN".
Madrid. "Mi familia residía desde el 1 de septiembre del 75 en Madrid, y yo seguí solo en la Diputación porque me interesaba profesional y económicamente. Pasaba con ellos los fines de semana, pero ya la vida se me hacía muy dura. Pasó que en el 78 tres socios vendimos una mina de casiterita a Altos Hornos de Vizcaya que nos permitió unos ingresos importantes. Así que me instalé ese año en Madrid, y en abril me llamó Pedro López Jiménez, que era subsecretario en el Ministerio de Obras Públicas y Urbanismo con Joaquín Garrigues, para ofrecerme ser subdirector coordinador de inversiones. Redactamos los primeros presupuestos por programas de un Ministerio y, al año, Jesús Sancho Rof entró de ministro y me ofreció ser director del Instituto Nacional de la Vivienda".
Valdepeñas. "El primer año estaba un día de verano en una fiesta con unos amigos, oímos que había una inundación enorme en Valdepeñas, con varios muertos. Me fui para allá con el Ministro, que se comprometió, previa consulta conmigo, a tener viviendas provisionales en un mes y redactar un proyecto de viviendas de protección oficial definitivas. Al mes fuimos en helicóptero a entregar las llaves de las viviendas provisionales".
Accidente. "Aquel año de 1979, los Reyes iban a viajar a Guinea y en unos terrenos de la Embajada española en Malabo se estaban montando unas caracolas, viviendas provisionales de madera. Fui allí con un funcionario del Instituto, con un arquitecto y con el director de construcción de Dragados, Gómez del Río, para ver cómo iban las obras. Viajamos de Dakar a Abiyán, en Costa de Marfil, en un avión de doce plazas y sufrimos un accidente. Había un tormentón y, en aquellos tiempos, había vacíos en los radares. En uno de esos vacíos quedamos a 9.000 o 10.000 metros de altura, de noche, sobre la selva. Estuvimos una hora dentro del avión, sobrevolando una pequeña población que se llama Sassandra. Era 7 de diciembre, fiesta nacional en Costa de Marfil, y había una colonia de franceses que vieron al avión hacer cosas raras, entre ellos un piloto civil que comprendió lo que pasaba, así que pusieron dos hileras de coches en una zona llana con vegetación, iluminando una pista. Pero el avión no pudo entrar bien y caímos en un camino cortado, con las alas del avión sobre el otro lado. Desde entonces ya me pueden poner en un avión boca arriba, boca abajo o como sea que no me importa. Yo estaba convencido de que el avión se estrellaba o nos incendiábamos. Fue el momento más difícil de mi vida".
Dimisión. "Dimití del Instituto en 1981, siendo Luis Ortiz ministro. Estaba preparando una reestructuración del Instituto y quería llevar a un presidente y un director general amigos suyos. Yo me enteré en Canarias de quiénes eran, y no tenía buenas referencias. Como me lo habían anticipado, presenté la dimisión, pero no tenía forma de coincidir con él para darle la carta. Así que un día que se iba a Zalacaín a comer con Luis Gómez-Acebo. 'Pues me voy contigo en el coche', le dije, y allí le di la carta. La iba leyendo, y se iba poniendo rojo, congestionado. Entonces se fue a la comida y yo a Madrid, donde adelanté que iba a dimitir. Se cabreó más todavía".
Conselleiro. "Me reincorporé al Ministerio, al Centro de Estudios Hidrográficos. En enero de 1982, Fraga me propuso ser conselleiro de Obras Públicas en Galicia, en el primer Gobierno de Gerardo Fernández Albor. Acepté, aunque no era afiliado de Alianza Popular. Cuando iba a ser conselleiro, le ofrecí a Mariano Rajoy el puesto de secretario técnico. Me pidió unos días para pensárselo, pero al final rehusó porque José Luis Barreiro le nombró director general de Relaciones Institucionales. Años después, le incorporé a la Comisión Nacional de Deportes del partido y le hice socio del Real Madrid".
