Después de la tempestad no siempre llega la calma. Y si no que se lo digan a Octavio Fuertes, que ayer estaba enterrado en treinta centímetros de barro para tratar de solventar los daños provocados por la tormenta del domingo en la finca de su casa de la calle San Francisco de Trubia. "Se desprendió la ladera y casi nos entierra vivos. No es la primera vez que pasa, pero esta vez ha sido impresionante y pudo haber provocado una tragedia. De hecho estamos rezando para que no vuelva a llover porque la tierra está totalmente suelta y el monte podría volver a venirse abajo", explica el hombre mientras combate contra los escombros a paladas. "Encima desde el Ayuntamiento nos dicen que no pueden ayudarnos porque no actúan en parcelas privadas y los seguros, por el momento, se lavan las manos porque según dicen no cayó la suficiente agua como para que nos cubran los daños. Lo cierto es que estamos desesperados", añade el hombre.

En casa de sus vecinos Diego Fernández y Verónica Núñez el panorama es aún peor. A ellos el agua no sólo les dejó la finca como un patatal, también les entró en casa causándoles daños en muebles y electrodomésticos. "Lo tenemos todo patas arriba. Estamos intentando salvar lo que podamos, pero ni siquiera tenemos luz y ni nos planteamos dormir en casa con todos los daños que nos ha causado la tormenta", señala Fernández. "El domingo tuvimos que salir a la calle descalzos, con nuestros dos hijos, porque se movía la tierra y se nos venía encima. Cuando lo ves en la televisión nunca piensas que te puede pasar a ti, pero llegamos a temer por nuestra vida y aún lo seguimos haciendo porque el peligro no ha pasado", explica su mujer. Los vecinos de la calle San Francisco aseguran que todos sus males tienen que ver con el mal estado del llamado camino del monte Nalón, que discurre justo por encima de sus casas. "Cayó un argayu y el camino no tiene ningún tipo de tubería o sistema de drenaje para canalizar el agua. Esto puede volver a venirse abajo en cualquier momento", dice Diego Fernández.

En el barrio de Cataluña también se notaban ayer los efectos del temporal. En casa de María Dolores Segovia, por ejemplo, el agua derribó un muro y causó serios desperfectos en el patio. "Pensé que me llevaba. Caía como si fuese un río y pude salir de casa porque un vecino arriesgó la vida para sacarme. Hubo un momento en el que esto parecía una piscina. Menos mal que se vino abajo el muro y que el agua cayó a la carretera", dice. Cayó a la carretera y también al parque de Trubia, donde ayer los operarios se afanaban para quitar la capa de barro. La tromba de agua que cayó ayer sobre Asturias también provocó un argayu de grandes dimensiones que obligó a cortar la subida al pueblo de Perlín. En la zona de Villarín, también en Trubia, otro argayu también tapó la carretera de acceso a Valdesanta y dañó un hórreo en ladreda de Arriba. "Llevo viviendo aquí sesenta años y nunca había visto caer tanta agua. Tuvimos que sacarlo con calderos porque cubría casi un metro y poner tablones para canalizar el agua carretera abajo", dice Antonio Pérez. "Aquí que ni siquiera pueden llegar los bomberos o las ambulancias por la estrechez de las carreteras estábamos temiéndonos lo peor", subraya.