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CARLOS CASANUEVA VARAS | Empresario astur-mexicano

"Mi padre se arruinó a los 65 y yo quebré a la misma edad, pero me sacaron mis hijos"

"Sigo pensando que la vida es bella a pesar de la muerte de mi primogénito y, más dura, la de mi mujer hace dos años, inesperadamente, por su terror a envejecer"

Carlos Casanueva, en el hotel Reconquista de Oviedo. IRMA COLLÍN

Carlos Casanueva Varas (México, 1937) es presidente y director general de Interprotección, un conglomerado de seguros que tiene en su cartera 5.000 empresas y 10 millones de personas en más de cien países y primas por valor de 800 millones de euros. Es el mayor corredor de América Latina y de México desde su alianza en 2012 con Arthur J. Gallagher, tercer asegurador de EE UU y cuarto del mundo.

Está en el patronato de la Fundación Princesa de Asturias y de la Asociación Iberoamericana de la Comunicación (Asicom). En recuerdo de su mujer ha creado el premio "Ana Casanueva", dotado con 50.000 euros, para la ONG o institución que haya hecho algo en beneficio de Asturias. Es patrocinador del Real Oviedo.

Vive en Ciudad de México, viudo, tiene 3 hijos y ejerce de "abuelazo" de sus 12 nietos, entre 24 y 5 años. Viene a Asturias dos veces al año.

-Vamos a sus 23 años. Regresa a México de Tampa (Florida, EE UU) echa novia y...

-Tenía un padre en buena posición y un suegro rico, dueño de las tiendas Aries, equivalente a Loewe. Pero hubo una alineación en la calle donde estaba la ferretería de mi padre. Dijeron que la obra duraría 3 meses. Duró dos años y medio y mi padre quedó en la calle. Con lo que tenía pagó lo que pudo y el resto de las deudas, 7 años después. Fui a ver a mi suegro, le expliqué mi situación y añadí: "Pero me voy a casar con Ana". Él me tranquilizó: "Yo quedé en la calle 17 veces". El dinero para casarme se lo di a mi padre para comer.

-¿Qué hizo su padre?

-Hay una frase que dice "¿por qué ruta del fracaso llegaste a los seguros?". Mi padre tenía 65 años y dijo: "No estoy para pedir trabajo a nadie y nadie me lo va a dar. Tengo mi nombre limpio y muy buenas relaciones, me voy a dedicar a vender seguros".

- ¿Cómo salieron de la ruina de la ferretería?

-El Banco Nacional de México no vio cómo nos cobraba, sino cómo nos ayudaba, y firmamos un pagaré por 600.000 pesos, un dineral. Mi padre me consiguió trabajo en Aurrerá, las tiendas de descuentos de los Arango -la familia de Plácido Arango- a los que había conocido estudiando en la Academia Ojanguren, de Oviedo.

- ¿Cómo llevó su padre la ruina?

-Muy deprimido. Había unas botellitas de Fundador que tenían forma de nalga para llevar en el bolsillo trasero del pantalón. Salía con ella y volvía sin ella. Lo saqué adelante, gracias a Dios.

-¿Por qué dejó Aurrerá a los seis meses?

-No estaba a gusto. A mi padre le preguntaron por qué sus hijos no vendíamos seguros. Él respondió: "Ofrézcanselo ustedes; conmigo ya se los llevó el tren una vez". Acepté.

- ¿En qué condiciones?

-Muy buenas. Me ofrecieron 5.000 pesos mensuales durante seis meses y, si servía para vender, los tenía que devolver en comisiones y, si no, me echaban. Al principio fue muy duro. Salíamos como salen los pájaros, a ver qué van a comer. O vendías un seguro de auto o te apretabas el cinturón. Había letreros que decían "prohibida la entrada a uniformados [militares], limpiabotas, mujeres de la calle y agentes de seguros".

- ¿Le sirvió su formación?

-Toda. La carrera de contador, para conocer los balances de empresas, y el marketing, para hacer prospecciones. Dedicaba el 75% del tiempo a planear a quién visitaba. Eso evita muchos fracasos.

- ¿Sacó para casarse?

-El último empujón fue un hecho fortuito. En 1963 cerramos la mutualista del grupo Modelo, fabricantes de la cerveza Coronita. Tardamos nueve meses en hacer el estudio de sus seguros de vida, en muy buenas condiciones. El día que se iba a firmar, un asegurador muy poderoso les ofreció la comisión. Mi padre dijo que no aceptáramos, pero Nemesio Díez, leonés, muy amigo, le dijo "ciérralo. No ganarás nada este año pero sí mucho en el futuro". Así fue: aseguraron las distribuidoras, los camiones y nos fue muy bien. Antes de mi boda salió una carrera de licenciado en seguros, de 4 años. Me inscribí, volví de luna de miel y la saqué en un año y nueve meses. Fui el primer licenciado de México.

- ¿Cuándo se casó?

-En 1964. Mi mujer fue la mejor socia posible: creyó en mí y, aunque estaba acostumbrada a mucha abundancia y a poco de casarnos no había, nunca me reclamó. Fue una madre muy buena, dura y de orden.

- ¿Cuándo hubo bonanza?

-En 1968. El fundador del grupo Modelo, Pablo Díez, nunca quiso asegurar la planta porque dijo que tenía para hacerla 35 veces. Cuando murió, los sucesores sí quisieron asegurarla. Después de nueve meses de estudio y negociación, la aseguramos de palabra. Fuimos a Tampa y nos telefonearon porque se había incendiado la cervecería. Volé a ver al presidente del grupo. Me dijo que estaban perdidos, que el daño eran 80 millones de dólares. Le contesté que no, que estaban asegurados. Me preguntó dónde estaba el papel que lo decía. "No hay papel, está asegurado a la palabra". El lunes tenía cheques de las tres compañías en el riesgo por la mitad de ese valor. Vio que los seguros funcionaban y me dijo: "Ahora asegura todo lo demás en las condiciones que quieras".

- ¿Cómo siguió usted?

-Me invitaron a hacer un curso de seguros en Filadelfia, la Insurance Company of North America y, al volver, me ofrecieron asociarme al tercer corredor de seguros de México. Le dejé la cartera a mi padre y me fui. Después me ofrecieron ir de director de ventas de Seguros el Fénix. Tenían 19 millones de pesos de primas y su meta de llegar a 100. En dos años llegué a los 360 millones. Ganaba 125.000 dólares libres de impuestos. Cerré un contrato muy bueno con la Volkswagen leasing y el director de la compañía me dijo que cuando llegara al despacho tendría una sorpresa muy agradable.

- ¿Cuál fue?

-Un cheque a mi nombre por 5 millones de pesos. Me dijo: "Es para ti. No vamos a ingresar todas las primas y es lo que te toca". Renuncié. Tenía un prestigio.

- ¿Qué hizo?

-Rechazar ofertas y volver a la cartera, que mi padre había crecido. A los tres meses murió mi padre. El 1 de febrero de 1978 fundé Interprotección con tres socios. Nos fue muy bien. Un socio se retiró a los dos años y a otro lo retiramos porque no producía. El tercer socio no aguantaba la presión porque no quería ser el más rico del panteón. Y en 1994 me quedé con mis hijos. En 1995 quebramos.

- ¿Por qué?

-Hubo una crisis en México, el producto interior bruto bajó el 17%, lo que equivale casi a una guerra, y veintitantos de nuestros clientes quebraron, entre ellos Chrysler. Mis hijos me dijeron que había que cerrar, pero yo dije que, si salíamos de ésa, seríamos más grandes que nunca. Metí todo. Hipotequé mis casas y vendí por 6 millones de dólares un terreno que tenía en Valle de Bravo, cerca de México, que pensaba que iba a ser mi retiro.

- ¿Cómo llevó ese riesgo?

-Tenía la edad de mi padre cuando quebró. Mi mujer me apoyó a capa y espada y conté con 4 hijos trabajando conmigo.

- ¿Los metió en la empresa o los dejó elegir?

-Los tres mayores decidieron libremente trabajar conmigo. El mayor hizo tenedor de libros; el segundo, Administración de Empresas. El tercero no estudió nada. Es el más asturiano de todos, le gusta comer, beber, es la alegría de la familia y cocina extraordinariamente. Ahora está en los seguros por internet; le encanta y lo está haciendo muy bien. El menor me dijo que nunca trabajaría conmigo. Empezó Arquitectura y a mitad de carrera se pasó con nosotros. Ha hecho Administración de Empresas.

- ¿Cuánto duró la crisis?

-Cinco años. Los que me sacaron adelante fueron mis hijos. El segundo y el tercero, entre la muerte del hermano y la crisis del 94, maduraron mucho rápidamente.

- Su primogénito murió en un accidente de tráfico.

-Por ir a ver entrenar a España en el Mundial de Fútbol de México en 1986. Iba a cumplir 21 años. Fue un palo grandísimo. Mi mujer nunca se repuso. Hace 32 años y todavía duele.

- ¿Es religioso?

-Mucho, internamente. En casa iban a misa, punto. Cuando perdí a mi hijo, sin fe me hubiera vuelto loco o pegado un balazo. Hay que agarrarse a algo.

- ¿Repitió el mayorazgo con sus hijos?

-Jamás. El segundo es la cabeza de la empresa. Los eduqué en el trabajo, como me habían educado a mí. En verano trabajaban un mes y el otro lo pasaban en España o en Estados Unidos.

- ¿Fue un padre presente?

-Sí, trabajé muy duramente, pero siempre conviví con mi familia.

- ¿Cómo se jubiló?

-Tardé dos años en decidirlo. Cada hijo tiene su negocio y me dedico a ser abuelo.

- ¿Qué tal siente que le ha tratado la vida hasta ahora?

-Hay una película que me impacta, "La vida es bella", y sigo pensando que lo es, después de la muerte de mi hijo y, más dolorosa aún, la de mi mujer hace dos años.

- ¿Cómo sucedió?

-De manera totalmente inesperada y sin que pudiera hacer nada. Empezó con una operación de matriz, de algo que no era canceroso, salió bien, le dieron el alta y a la semana se murió. Se negó a comer. Un día fui a comprarle unas anchoas, que le encantaban, y un poco de jamón y me dijo: "Hoy sí voy a comer". Esa tarde se murió.

- ¿Sin tener nada?

-Nada. Le tenía terror a la vejez. Siempre me decía; "Te voy a dejar con todas las casas funcionando, pero no quiero ser vieja". En la familia decimos que se programó.

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