Si Pedro Sánchez se va a quedar dos años, entonces tendrá tiempo no sólo para "encauzar", también "en su caso" para "concluir", para dejar hecha la reforma del sistema de financiación autonómica. Javier Fernández endureció ayer el prudente verbo "encauzar", el que utilizó hace dos semanas al enunciar por primera vez la tarea que espera del nuevo presidente del Gobierno en este asunto marcado en rojo en la agenda del jefe del Ejecutivo asturiano. En su respuesta a una pregunta planteada por Foro en la sesión parlamentaria de preguntas al Presidente, Fernández sentenció que si el horizonte temporal del mandato de su compañero Sánchez son como ha dicho los dos años completos que le quedan a la legislatura eso cambia las cosas: si el Gobierno ya no tiene el "punto de provisionalidad" que todavía se reconocía hace quince días, ya no basta con que encarrile la reforma del sistema de reparto de fondos entre autonomías. Ahora que piensan quedarse hasta 2020, sus deberes han crecido. Ahora Javier Fernández entiende que, "a mi juicio, el asunto de la financiación no puede dejarse estancado dos años".

Quedaba planteado en esos términos un posible punto de fricción entre lo que dice el presidente socialista del Principado y la versión más comedida que sobre los plazos y las intenciones del proceso ofrece el Gobierno socialista de Madrid. Donde Pedro Sánchez aventuró el pasado martes que a lo mejor no le da tiempo a reformar completamente la financiación, ayer su portavoz, Isabel Celáa, matizó esa intención de aplazar el debate asegurando ahora que tratarán de "sentar las bases" del nuevo modelo antes de que acabe su mandato. Entre una y otra declaración mediaron tres días y unas cuantas quejas de algunos barones socialistas, entre ellas éstas con las que ayer Javier Fernández dejó encauzado el que será uno de los temas de conversación en su primera reunión con el Sánchez presidente, que aún no tiene fecha pero que se celebrará, calculó ayer el presidente asturiano, en algún momento del mes de julio.

La bilateralidad

Pero la potencialidad de la financiación autonómica para hacer aflorar las diferencias entre socialistas no se limitarán a las discusiones que Fernández pueda tener con Sánchez. Ayer mismo quedaron enunciadas otras cuando el jefe del Ejecutivo autonómico, antes de que nadie le preguntara, dejó claro que "no soy partidario de la bilateralidad en este asunto, porque no conviene". No hizo referencia expresa a las insinuaciones del presidente de la Comunidad Valenciana, Ximo Puig, respecto a una hipotética negociación propia para rebajar la deuda de su territorio, pero sí hizo explícita una posición en la que "no valen enjuagues particulares". En España, precisa, "hay dos sistemas de relación bilateral entre las comunidades autónomas y la administración central en materia financiera, el convenio navarro y el concierto vasco". Fuera de ahí, "el tratamiento debe ser común". Por eso en el único mecanismo negociador que contempla "todos los presidentes hablaremos y haremos aportaciones, pero la solución ha de ser simétrica y común para el conjunto".

"A disgusto semanal"

Venía el diputado de Foro Pedro Leal de estrenarse en las preguntas al Presidente cuestionando a Fernández por su actitud ante el aplazamiento del debate sobre la financiación autonómica. Haciendo el papel que hasta ahora ejercía la recién dimitida expresidenta de su partido, Cristina Coto, Leal debutó en el cara a cara con el Presidente haciéndole ver la urgencia de la reforma del sistema y su inquietud a la vista de que desde la toma de posesión del gabinete de Sánchez "salimos a disgusto semanal". "Se lo pedí al Gobierno de Mariano Rajoy y se lo pido al de Pedro Sánchez", le replicó Javier Fernández, respondiéndole a él más o menos lo mismo que poco antes había contestado a la portavoz del PP, si bien a ella en tono mucho más áspero.

La ya tradicional acidez del intercambio parlamentario de reproches entre el Presidente y Mercedes Fernández se reprodujo ayer a cuenta de la pregunta en la que la líder de la oposición hurgó en la llaga de las discrepancias entre el Principado y el Gobierno central a cuenta de la financiación autonómica, la política energética o el futuro de las infraestructuras. Le preguntó si dimitirá ante la "indignidad política" de haber exigido a Rajoy lo que ahora Sánchez "no está dispuesto a poner en práctica" y Javier Fernández no se limitó a contestar que no. Al "gobiernan los suyos, ¿no?" que pronunció la presidenta del PP asturiano sucedió una diatriba que empezó con el Presidente admitiendo que "al escucharla siento que el fardo de la política empieza a pesarme, porque usted escoge siempre el discurso que requiere menos esfuerzo intelectual".

Culminó con un "yo defiendo lo que creo y usted, lo que le dicen", y entre una y otra invectiva, el presidente repitió en sus mismso términos la frase de hace dos semanas sobre la supuesta necesidad de la portavoz del PP de "levantar la moral de su tropa alicaída". También repetiría metáfora después ante el portavoz de Ciudadanos, Nicanor García, a quien en el transcurso de su cara a cara en una pregunta sobre el estado del sistema sanitario volvió a recordar aquello de que la formación naranja "se ha caído del caballo demoscópico".