Como podrán imaginar, para mí es un placer, y al mismo tiempo un orgullo, darles la bienvenida y poder compartir con ustedes esta celebración.

Mi propósito es presentarles el Especial Asturias que hemos elaborado para conmemorar el 40 aniversario de Prensa Ibérica. Pero permítanme antes un breve capítulo de agradecimientos, como verán, insoslayables, y alguna reflexión.

Gracias, en primer lugar, a nuestro editor, Javier Moll, presidente de Prensa Ibérica, y a su esposa, Arantza Sarasola, vicepresidenta, por permitirnos ejercer durante todos estos años un periodismo libre, libérrimo si lo comparamos con los estándares del momento. Gracias por su indesmayable exigencia de rigor, independencia y pluralidad. Para un periodista no hay nada mejor que un editor comprometido con la verdad y el oficio, un lujo del que hemos podido disfrutar quienes trabajamos en Prensa Ibérica durante estos años y que tiene garantía de continuidad, y en todos los soportes, con Aitor Moll como consejero delegado.

Como escribió Walter Lippmann, la misión de los periódicos consiste en informar al lector para que saque sus propias conclusiones. Habrá quienes insistirán, sin embargo, en bombardearnos con propaganda y mensajes prefabricados para tratar de tapar todo aquello que no les gusta que los ciudadanos sepan. La prensa libre, y vuelvo a Lippmann, no es un privilegio sino una necesidad vital en una gran sociedad. Prensa Ibérica puede presumir de serlo, y justo es ponerlo de manifiesto en este acto.

Quiero mostrar igualmente mi gratitud a quienes me acompañan en la tarea diaria en LA NUEVA ESPAÑA y a quienes lo han hecho a lo largo de todos estos años. Un periódico, algunos de ustedes me lo habrán leído o escuchado más veces, es un trabajo coral. Como una gran orquesta donde para que la música suene, y lo haga armoniosamente, se necesita del concurso de todos. Sin el talento, el tesón y la entrega de tantos periodistas, comerciales, personal de administración y técnicos que han puesto y ponen lo mejor de sí mismos en lo que hacen, hoy sencillamente no estaríamos aquí. No al menos con la misma satisfacción.

Ben Bradlee, el legendario director del "Washington Post", llamó con indiscutible acierto "periodismo de queroseno" a aquel en el que los periodistas echan líquido inflamable en el primer sitio donde detectan humo, antes de determinar qué es lo que lo produce y por qué. Las llamas resultantes podrían considerarse incendio premeditado, en ningún caso periodismo. A las amenazas de la "mancha amarilla", o periodismo amarillo si lo prefieren a la caza del clic fácil, se suma ahora la amplificación de la llamada posverdad a cargo de políticos tramposos y periodistas camuflados en unos tiempos en que el populismo se abre paso en las sociedades. Para combatir esta ola de despropósitos y amenazas contra el sagrado derecho de la información es necesario más que nunca obrar con profesionalidad y honradez. Como hacen y han hecho siempre los periodistas de esta casa. Por eso este reconocimiento público con toda mi admiración.

Gracias, finalmente y sobre todo, a los lectores y anunciantes. Bill Kovach y Tom Rosenstiel establecen en "Los elementos del periodismo", uno de los grandes libros sobre la profesión, muchas de las cosas que los periodistas deben saber y los ciudadanos esperar de ellos. Una de ellas es el concepto de lealtad. El periodismo le debe ante todo lealtad al lector, sea cual sea el soporte o el género. Y cuando esa lealtad se ve correspondida con la confianza de quienes nos leen o acuden a nuestra cabecera para anunciarse, como percibimos en este periódico, la recompensa es total.

Cierro aquí el ineludible apartado de reconocimientos para presentarles el Especial Asturias con el que LA NUEVA ESPAÑA abre la conmemoración del 40 aniversario de Prensa Ibérica. La portada, una huella digital cuyas líneas se dibujan con las palabras Prensa Ibérica, pretende representar la impronta que el periodismo de nuestro grupo deja en el territorio. Remite, al mismo tiempo, al sensor de identidad por huella digital que facilita el acceso al teléfono móvil, hoy en día principal soporte para el consumo de noticias.

El especial consta de tres partes. Una primera en la que las principales autoridades de la región, la mayoría aquí presentes, se suman al aniversario con reflexiones muy personales sobre estos 40 años de democracia y periodismo. A todos, instituciones, partidos políticos, poder judicial, organizaciones empresariales y sindicales, Iglesia, fuerzas y cuerpos de seguridad del Estado, clubes sociales y deportivos? A todos, muchas gracias por tan cariñosas palabras.

La segunda parte del especial cuenta qué es Prensa Ibérica y cómo en una simbiosis perfecta LA NUEVA ESPAÑA se integró en el grupo. El relato se enriquece con dos magníficos artículos de José Manuel Vaquero y Melchor Fernández Díaz, activistas de aquella integración que hoy capitanea Isidoro Nicieza. Cierra este segundo capítulo un recuerdo de los años en los que Letizia Ortiz, hoy Reina de España, inició su carrera en la escuela de periodistas que es LA NUEVA ESPAÑA como alumna en prácticas.

En la tercera y última parte del Especial echamos la vista atrás, pero no para recrearnos desde la nostalgia en la Asturias que ya no es, sino para aprender del pasado y tomar impulso hacia la Asturias que debería ser. Miramos retrospectivamente lo sucedido en Oviedo, Gijón, Avilés, las Cuencas, Centro, Oriente y Occidente para reafirmar nuestro compromiso con los territorios a los que sirven las siete ediciones en papel de este diario. Siete ediciones que precisamente desde mañana tendrán traducción digital en newsletters segmentadas para esos mismos territorios. Contamos cómo han evolucionado en estos 40 años la economía, la sanidad, la educación, las infraestructuras, el medio rural, la cultura, la innovación, la protección de la naturaleza y el deporte para concluir que no todo tiempo pasado fue mejor. Y si lo fue, nuestro es el desafío de enmendarlo.

A escribir esta crónica de 40 años nos han ayudado especialistas de reconocido prestigio en los distintos concejos, comarcas y áreas temáticas. La mayoría nos acompañan esta tarde y a todos ellos les quiero mostrar mi más efusivo agradecimiento.

Termino ya. Cuantos hacemos LA NUEVA ESPAÑA nos sentimos muy honrados de tenerles a nuestro lado. Nos llena de orgullo que la familia editora haya elegido esta plaza para iniciar las celebraciones del 40 aniversario de Prensa Ibérica. Y esperamos que disfruten de la lectura del Especial Asturias que entre todos, periodistas, articulistas y patrocinadores, hemos hecho posible.

Muchas gracias.