Un homenaje a la medicina vocacional, un elogio a Oviedo y un canto a España y la españolidad. Éstos son los ingredientes que en la tarde de ayer se mezclaron en el escenario del teatro Campoamor de Oviedo, en la celebración del 120.º aniversario de la fundación del Colegio de Médicos de Asturias.celebración del 120.º aniversario de la fundación del Colegio de Médicos de Asturias

La gala conmemorativa constó de dos discursos -a cargo de los presidente del Colegio de Médicos de Asturias y de la Organización Médica Colegial- y de un recital de la soprano Ainhoa Arteta. El resultado final fue un acto formal -como correspondía a la naturaleza de la efeméride-, ágil, sencillo y con algunos fogonazos de emoción aportados por la artista guipuzcoana, que en dos alocuciones en tono afable y cercano quiso poner de relieve su idilio con Oviedo ("mi segunda casa") y con un teatro en el que ha actuado en numerosas ocasiones.

Ante un nutrido aforo de médicos y familiares, con presencia de diversas autoridades regionales, Alejandro Braña, presidente del Colegio de Médicos de Asturias, fue el primero en intervenir. "En estos 120 años, en la medicina asturiana ha habido figuras muy relevantes, pero hoy ante todo queremos rendir homenaje al esfuerzo, la abnegación y el sacrificio de muchos médicos normales", subrayó el doctor Braña, jefe del servicio de Traumatología del Hospital Universitario Central de Asturias (HUCA).

El vigésimo presidente de la corporación médica regional hizo hincapié en que el ejercicio de la medicina está dotado de "un fuerte espíritu vocacional" y presidido por "un sentimiento de solidario y compasivo, en el sentido clásico de ´padecer con´ el paciente".

A continuación tomó la palabra Serafín Romero Aguit, presidente de la Organización Médica Colegial (OMC), entidad que agrupa a los colegios de médicos de toda España, quien destacó que es propio de los galenos "anteponer al paciente a cualquier otro interés, incluido el suyo", razón por la cual "en ocasiones el médico se convierte en alguien molesto".

Concluidas las intervenciones, se proyectó un breve documental que recorre los últimos 120 años de historia de la medicina universal, con referencias a los principales jalones del Colegio de Médicos de Asturias.

Doctorado en morir

A continuación, la periodista y presentadora María Blanco, conductora del acto, introdujo a Ainhoa Arteta, acompañada al piano por Rubén Fernández Aguirre. La soprano de Tolosa interpretó un programa con temas portugueses, españoles, hispanoamericanos -el Colegio se fundó en 1898, el mismo año en el que España perdió Cuba, Puerto Rico y Filipinas- e italianos. Los tres últimos, arias protagonizadas "por mujeres que se mueren", explicó, en alusión a los pasajes de "La Traviata", "La Bohème" y "Manon Lescaut". "Tengo un doctorado en cómo morirme", bromeó.

En sus incisos, Arteta hizo un guiño a los homenajeados: "A los médicos los quiero mucho, pero los quiero lejos". Elogió a Oviedo y a las "elegantes" mujeres ovetenses. Y estrechó lazos con la capital al señalar que "hoy voy de ovetense de arriba abajo", con un vestido blanco del modisto Marcos Luengo.

Ainhoa Arteta arrancó aplausos del público en varios momentos. Pero los más intensos y sentidos tuvieron lugar al final, en la propina, cuando interpretó una canción "que no se pudo cantar durante muchos años". La introdujo explicando que "soy vasca de 32 apellidos vascos", y añadiendo: "Sin los vascos, España no existiría. El que quiera saber historia, que se la lea. Estoy orgullosa del país que tenemos, y creo que no lo explotamos lo suficiente". Y entonó una canción "que cantaban mi madre, mi tía, mi abuela...". Entonó "La española": "...De España vengo, de España soy / Y mi cara serrana lo va diciendo / Y mi cara serrana lo va diciendo / Que he nacido en España por donde voy...".