Juan Luis Cigales, el contable del SOMA, describió ayer en el juicio contra José Ángel Fernández Villa y Pedro Castillejo en la sección tercera de la Audiencia Provincial algunas de las interioridades del sindicato en la última etapa del "tigre de Tuilla". Según aseguró, un día, alguien de la ejecutiva, cree que Ramiro Valle, el que llevaba las cuentas antes que él, le dijo: "Cuando Villa te traiga las facturas, les compruebes bien y páguesles". Él no fiscalizaba los gastos, sólo comprobaba si estaban "bien calculadas, era una gestión más administrativa que contable". "Ramiro Valle me dijo: 'Tú paga todo lo que te traiga y chitón' ", aseguró. Villa le llevaba "una bolsa o un sobre con los tiques, lo cogía por bloques, la gasolina, los periódicos, rellenaba la hoja, él la firmaba y le daba el dinero en efectivo en un sobre, porque a veces estaba reunido y no era plan darle el dinero a la vista de todos", explicó Cigales.

Sólo en dos ocasiones devolvió el dinero de algún gasto. "Fue cuando le entregaron la Medalla del Trabajo en Madrid. Devolvió el dinero del viaje en avión de sus hijos porque no era del sindicato. Y también devolvió el dinero de un ordenador que se compró para la hija", detalló.

Con Villa hablaba más bien poco. "Me encontraba un poco agobiado de trabajo y pedí que contrataran a alguien. Villa me dijo: 'No tenemos perres para contratar a más gente. Si no estás contento, piénsatelo, porque pa'l puesto donde estás tú tengo una cola como de aquí a La Felguera' ", explicó ante Villa, que llegó a dormirse dos veces.

En cuanto a las transferencias de Hunosa, "se recibían en una cuenta creada al efecto". Una vez preguntó cómo era posible que llegase ese dinero de Hunosa a una organización sin actividad sindical, y de nuevo Valle le dijo: "Tú no te preocupes, fíjate que entre el dinero ahí y calla". Cigales también estuvo cerca del asunto de los coches. Villa tuvo un Peugeot 205, con el que "tuvo un accidente muy grave y no se mató de milagro". Después tuvo un Audi para uso personal. Había otro para "reuniones muy oficiales". Luego vinieron los Mitsubishi Montero, "porque tenía dificultad para salir del Audi". Lo pusieron a nombre de Villa "por el descuento de minusvalía". Él lo pagaba con su dinero, pero se lo reintegraban. "Por el Audi eran 822 euros al mes. Por el Mitsubishi, setecientos y pico", explicó.

El contable recordó que "los miembros de la ejecutiva decidieron mantener la transferencia del Mitsubishi (una vez pagado) porque Villa había dejado de ser senador y diputado. Bajaron Postigo (expresidente del Montepío y mano derecha de Villa), Ramón Valle, 'Mandi' (José Armando Fernández Natal, durante años considerado delfín de Villa) y me dijeron: 'Hay este problema con este hombre y hay que complementarle de alguna manera, tiene que seguir llevando lo mismo a casa y mantener la posición' ".

Los coches "los usaba José Ángel, menos cuando había que llevarlos al taller". El coche, añadió, lo usaba para todo. "Trabajaba las 24 horas del día para el sindicato, para las Cuencas y para Asturias. Era su obsesión", relató.

Lo de los puros era fácil de explicar. "Él tenía muchas reuniones en Madrid, con personalidades, como el presidente del Gobierno. Siempre tenía la gentileza de llevarles puros o libros. Era como Revilla con las anchoas. En comer era bastante parco. Pasaba una magdalena y un café que tomaba en el aeropuerto", dijo.

A veces pasaba facturas que no correspondían. "Podía aparecer la cuenta de un kilo de naranjas o de medicinas. Él decía que lo quitase", añadió. A Villa le llegó a hacer hasta la declaración de la renta. Era un hombre "imprevisible". "Un día me llamó a las once de la noche desde Madrid para que le diera de baja las tarjetas, porque había perdido la cartera. Yo ya tenía preparadas unas fotocopias, previendo que las perdiera", explicó. En 2014 ya empezó a ver que no estaba bien. "Estabas hablando con él y quedaba pensando. Yo lo dije a los de la ejecutiva: 'Parez que está como ido'. No hablaba como antes", recordó. Fue la época en que hubo discrepancias sobre las cuentas del SOMA, sobre todo por una factura de 42.000 euros que había pasado Amalio Fernández, entonces secretario de la junta de administración del SOMA, por una comida en La Torre con motivo del centenario del sindicato. Faltaba el original, "pero yo la tuve en la mano", dijo Cigales.

Cigales también ponía orden en los gastos del Instituto para la Formación, la Investigación, la Documentación y los Estudios Sociales (Infide), a petición de Pedro Castillejo, su secretario. Los dos presentaban las cuentas ante el patronato. Como con Villa, también recibió los gastos de Castillejo. "Cuando no había justificante, creaba una deuda", indicó. Los que traía Castillejo "no alcanzaban". "Yo creo que confundía las dos tarjetas que tenía", aseguró. Hubo incluso una reunión para ver cómo se solucionaba el desfase, en la que participó José Luis Roces, secretario de organización. "Sacó una tarjeta de débito por su cuenta y tenía mucho por justificar. Me dijo que se le había ocurrido una cosa. Que yo firmase un papel diciendo que estaba justificado. Roces no lo mató de milagro", indicó.