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"El rescate de Tailandia es heroico"

"Sacar a los niños de esa cueva es como salvar a un astronauta en el espacio", indica Raúl Pérez desde la mayor sima de España, en los Picos

Raúl Pérez, José Povedano y Enrique Bañón. E. B.

"Lo que están haciendo los espeleólogos en Tailandia para rescatar a los niños atrapados en una cueva es heroico. Es comparable al rescate de un astronauta perdido en el espacio, porque en ambos casos hay muy pocas personas preparadas para hacerlo, porque se requiere material muy sofisticado y porque el tiempo corre en contra". Lo afirma Raúl Pérez López, del Instituto Geológico y Minero de España (IGME), máximo responsable científico del proyecto "17 picos, 17 simas", que ha acercado hasta los Picos de Europa a un equipo multidisciplinar integrado en esta ocasión por ocho especialistas y capitaneado por el espeleólogo, montañero y bombero toledano Carlos Flores.

Raúl Pérez sabe de lo que habla: ha explorado junto a sus compañeros durante los últimos cuatro años la mayor sima de España, la Torca del Cerro del Cuevón, con 1.589 metros de profundidad desde el orificio de entrada. Son hombres preparados, especialistas en la materia, y pese a ello ya han sufrido en tres días dos bajas, una de ellas por hipotermia. "Es muy duro", asegura Raúl Pérez, que se imagina lo "complicadísimo" que será rescatar a los chavales tailandeses en una cueva que no es perfectamente conocida, con una topografía "tortuosa", con pasos "muy estrechos" y en la que es necesario bucear. "Cuatro kilómetros bajo el agua, sin visibilidad y con piedras... sólo los mejores pueden acceder, y con un equipo muy avanzado y gran preparación física", añade.

De ahí que muestre admiración por la "decisión audaz" de rescatar a unos niños con "nula experiencia" en cuevas. "¡Y están saliendo! ¡Ole, ole!", exclamaba en la tarde de ayer Raúl Pérez. Asegura que en las simas hay que actuar siempre con prudencia, pero en este caso aplaude la "audacia" y el "buen hacer" de los profesionales y el Gobierno tailandés. Resalta que entre los espeleólogos que participan en el rescate figura un grupo británico que suele acudir a España, al Pozo Azul, en Burgos.

El equipo que capitanea Raúl Pérez ha acudido al Cerro del Cuevón a reponer varios sensores que se estropearon debido a la ingente cantidad de agua existente en la sima. Entre los objetivos del experimento científico, conocer todo sobre las corrientes de aire y acumular datos que ayuden a prevenir terremotos en zonas con actividad sísmica.

El gran retraso del deshielo les está jugando una mala pasada: hay muchos neveros y muchísima agua, incluso a "sólo" 200 metros de profundidad. Pretenden instalar ocho sensores en los primeros 500 metros de la sima antes del jueves, cuando planean regresar. Y sustituir cuerdas, muy dañadas por la humedad. Volverán en agosto y en septiembre. En su última visita quieren recoger todo el material -"el que no se haya llevado el agua, claro", indica Pérez- y dejar la sima "limpia".

Han comprobado que el cambio climático ya afecta incluso a esta sima y que hay un enorme río a más de 1.300 metros de profundidad, llamado por sus descubridores Mabrégalo. Y han concluido que una falla situada a unos 1.000 metros de profundidad regula la circulación de agua, que los perfiles geotérmicos del Cuevón coinciden con los de las simas de los Cárpatos, los Pirineos y los Alpes, y que el modelo de circulación de aire es "similar y compatible" con los de aquéllas. "Esta cueva tiene gran relevancia científica", destaca Raúl Pérez, que agradece la ayuda que han recibido de los empleados del funicular de Bulnes y de un guarda de los Picos.

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