El actual rey de España, Felipe VI, tenía solo 9 años de edad cuando, el 1 de noviembre de 1977, viajaba junto a sus padres y a sus hermanas a Covadonga y participaba en un acto de enorme simbología, en el que recibió los atributos como Príncipe de Asturias; o, lo que es lo mismo, como heredero de la Corona. Un acto similar es el que algunos sugieren ahora para su hija Leonor.

Eran aquellos tiempos inciertos: los españoles aún no habían votado la Constitución -lo harían un año más tarde-, hacía siete meses que se había legalizado el Partido Comunista de España, y cinco que se había votado libremente por primera vez en 41 años. Era frecuente el ruido de sables y pocos apostaban por una democracia aún por construir.

Felipe de Borbón y Grecia recibió en Covadonga los atributos que exigía una tradición suspendida por el régimen franquista: la venera acreditativa y la cruz de pecho enriquecida con el escudo del Principado. El acto había sido impulsado por la Diputación Provincial de Oviedo, un organismo procedente de la dictadura.

Por eso hubo recelos en la izquierda y ni socialistas ni comunistas acudieron al acto. Unos y otros pusieron excusas como citas supuestamente ineludibles y reuniones de partido.

Las reticencias de muchas fuerzas políticas hicieron que el acto de Covadonga no fuera una investidura propiamente dicha, pues su proclamación como Príncipe de Asturias se había oficializado nueve meses antes, al publicarse en el "Boletín Oficial del Estado" un real decreto que dispuso que el heredero de la Corona llevase ese título, de acuerdo con la tradición española.

De ahí que Felipe de Borbón tuviese la titularidad jurídica de Príncipe de Asturias desde el 22 de enero de 1977, y que el acto de Covadonga se convirtiera en un acto meramente simbólico y en un homenaje de los asturianos al futuro rey.

La presencia en Asturias del heredero del trono había sido requerida por Juan Luis de la Vallina, como presidente de la Diputación Provincial, aunque durante la visita ya no ostentaba el cargo y fue su sucesor, Luis Sáenz de Santamaría, quien pronunció el discurso institucional y pidió al rey Juan Carlos I que la Cruz de la Victoria formara parte del escudo de España. No tuvo éxito.

Hacía 140 años que en el santuario de Covadonga no se proclamaba a un Príncipe de Asturias, un heredero de la Corona de España. Felipe de Borbón y Grecia, a tres meses de cumplir los 10 años, aparecía en la explanada del real sitio para ser confirmado solemnemente como Príncipe de Asturias. Hacía solo dos años que su padre, Juan Carlos I, había accedido al trono.