"Vuelve la dictadura totalitaria", proclamó ayer el arzobispo de Oviedo, Jesús Sanz Montes, como expresión de su rechazo a los planes anunciados por el Gobierno central del PSOE sobre la asignatura de Religión, cuya nota ya no contará, y el proyecto de otorgar preminencia a la escuela pública sobre la concertada. Como réplica a esta crítica, Izquierda Unida declaró: "Ya está bien. Se tiene que ir. Asturias no merece un Arzobispo así".

El pasado miércoles, la ministra de Educación, Isabel Celaá, declaró en el Congreso de los Diputados que el Ejecutivo derogará de forma "urgente" varios artículos de la Ley Orgánica para la Mejora de la Calidad Educativa (LOMCE) aprobada por el Partido Popular, y que la asignatura de religión dejará de ser "computable con efectos académicos".

Ayer, el arzobispo de Oviedo difundió en su cuenta de Twitter un mensaje breve y directo: "Con su habitual liberticidio intervienen nuestra libertad. Tienen miedo de la verdad que nos hace libres de veras, y por eso la quieren controlar, expulsando a los padres de la educación de sus hijos e imponiendo ellos una ética de Estado. Vuelve la dictadura totalitaria".

Si el pronunciamiento de Sanz Montes fue duro, el de IU no se quedó corto. "Ha colmado nuestra paciencia", señaló el secretario de organización de la coalición en Asturias, Alejandro Suárez. "No sabemos si dirigirnos a Roma o a la Conferencia Episcopal para que nos lo quiten de en medio", afirmó Suárez, quien ve al Arzobispo como un "reaccionario", un "extremista" y "un exaltado" que "trabaja para la extrema derecha sin las restricciones propias de su cargo".

A juicio de IU, Sanz Montes está más cerca de "las posiciones de la extrema derecha que de lo que debería ser la doctrina de la Iglesia católica del Papa Francisco". La coalición de izquierdas asegura que Sanz Montes "no tiene legitimidad moral ni ética para calificar de totalitarias las decisiones de nuestros gobiernos democráticos".

La Organización de Trabajadores de Enseñanza Concertada de Asturias (OTECA) defendió que las redes educativas pública y concertada "son complementarias la una de la otra", y considera que las palabras de la ministra "no son más que un brindis al sol".