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Pautas para un verano con niños

Las quemaduras solares y las picaduras de insectos son las principales consultas en pediatría durante la época estival

Pautas para un verano con niños

El verano es una época de esparcimiento y de relajación en las rutinas diarias, pero esto no debe significar que haya que bajar la guardia cuando se trata de los niños, sobre todo si son pequeños. La playa y las piscinas pueden ser una espléndida alternativa de ocio, aunque para disfrutar de ella de forma plena hay que tener en cuenta una serie de factores. No todos podrán controlarse, pero la mayoría sí. Uno es la seguridad de los pequeños; otro, su protección frente al sol. Las quemaduras solares son, junto con las picaduras de insecto, las consultas pediátricas más frecuentes en la época estival.

"A pesar de todo lo que se insiste sobre este tema, aún seguimos viendo muchos casos de quemaduras solares en niños pequeños y preadolescentes, por lo que hay que seguir insistiendo en la necesidad de que los niños estén protegidos del sol, estén expuestos directamente o no", asegura la pediatra María José Domínguez.

La fotoprotección es fundamental si se quiere disfrutar de los aspectos positivos que tiene el sol sin poner en riesgo la piel. Ésta no sólo implica la aplicación de una crema solar con un factor de protección (SPF) alto -preferiblemente mayor de 50-, especialmente para los niños. También se deben incluir otras pautas, como evitar la exposición solar en las horas centrales del día o una exposición prolongada y proteger especialmente la cabeza y los ojos.

"No hay que dejarse engañar por los días nublados. Aunque parezca que no hace sol, está ahí. Es en estos días cuando más quemaduras puede haber, precisamente porque descuidamos la fotoprotección", advierte la especialista. "Hasta ahora, se recomendaba aplicar la fotoprotección media hora antes de la exposición. Sin embargo, un estudio de un grupo de investigadores del laboratorio de Fotobiología y Dermatología de la Universidad de Málaga, publicado estos días, demuestra que los protectores solares son efectivos desde los cinco minutos después de su aplicación", añade. Lo que sí se mantiene es la frecuencia: cada dos horas y, en el caso de los niños, preferiblemente que sea resistente al agua.

La doctora Domínguez recuerda que la playa no está indicada para niños menores de un año, no sólo porque no deben exponerse al sol, sino por el calor. "En el caso de los lactantes, se puede ir a pasear un rato por la playa, pero siempre a primera hora de la mañana o a última de la tarde", matiza.

Otro aspecto a controlar en verano, sobre todo en los días de mayor calor, es la hidratación. "Nosotros decimos que es mejor dar poca cantidad de líquidos pero de forma frecuente. No hay que olvidar que los niños no tienen la misma sensación de sed que un adulto. Por eso hay que ofrecerles agua aunque no la pidan", explica la especialista.

Para evitar accidentes en el agua, los niños tienen que estar vigilados por un adulto. "No hay que dejar al niño nunca sin supervisión o bajo el cuidado de un hermano mayor. Tiene que estar controlado por un adulto y a una distancia no superior a un brazo para que si sucede algo baste con estirarlo para salvar la situación", aconseja. Ni siquiera si el niño está con manguitos o con un flotador, ya que pueden perder el aire y, en el caso del flotador, volcarse.

Otra de las recomendaciones para los más pequeños de la casa es evitar que entren de golpe en el agua si acaban de comer para evitar una posible parada en el proceso de digestión. Es lo que popularmente se conoce como "corte de digestión". "Durante la digestión, el sistema más activo es el digestivo, es ahí donde el flujo sanguíneo está más concentrado y el resto del cuerpo recibe un aporte de sangre menor. Si en el proceso de la digestión se produce un cambio brusco de temperatura, puede darse una hipotensión, que puede provocar un síncope y, si estás dentro del agua, puede provocar un ahogamiento. Nos podemos bañar después de comer, pero siempre y cuando nos introduzcamos en el agua de forma paulatina. Pero si no somos capaces de conseguir que el niño lo haga así, lo mejor es esperar al menos dos horas", explica.

Las picaduras de insecto son otro motivo frecuente de consulta en verano. Éstas pueden ser especialmente importantes si el niño es alérgico. Por ejemplo, en los casos de picaduras de avispa asiática. Sin embargo, la pediatra apunta a que es un verano "con un tiempo atípico, lo que está provocando que se prolonguen las patologías respiratorias, fundamentalmente los catarros".

La doctora Domínguez asegura que con esta serie de consejos de prevención de las administraciones sanitarias, el verano irá sobre ruedas. "Son pautas sencillas, sólo hay que usar el sentido común".

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