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Me quedo en el pueblo | Porrúa

La tejedora de colores

Mariví Puente Rivera combina su trabajo como cocinera en un hotel con su actividad como artesana de crochet en la localidad donde vive

Mariví Puente, en la entrada de su casa.

Mariví Puente Rivera, natural de Bilbao, acabó en Asturias ya hace unos cuantos años por amor, como ella misma explica. "Me casé con un asturiano y aquí seguimos", afirma en presencia de la hija de ambos, Paula, una asturiana de 12 años. Este último año ha sido muy importante para esta artesana del crochet y trapillo, sobremanera porque su obra se está dando a conocer tanto en algún comercio de la zona como a través de las redes sociales, y está causando sensación por la belleza de su obra y la calidad de su realización.

Estudió Administración, pero nunca trabajó en ello. "En el concejo de Llanes he trabajado siempre en contacto con el público, tanto en comercios como en hostelería. Hace tres años tuve una tienda de decoración y regalos que al final cerré, y colaboraba con los artesanos dejándoles la zona de la trastienda, donde daban algún taller. Así entré en contacto con ese mundo. Entonces me sentí atraída por el crochet y, tras ver varios tutoriales en redes sociales, me inicié en ello por libre, y a día de hoy es una de las actividades que más me satisfacen", indica esta mujer, que se confiesa una persona creativa y luchadora.

Afirma que su trabajo artesanal es un respiro tras horas de trabajo en la cocina, tarea a la que se dedica actualmente en un hotel, y le sirve además casi de forma terapéutica, pues padece el síndrome de las piernas inquietas. "Duermo muy poco y al trabajar en esto por las noches estoy entretenida, con la mente ocupada y me relaja mucho", dice ella, cuyos productos más conocidos, que llevan la firma Intarsia Crochet, son bolsos de todo tipo y cinturones, además de chales, bufandas infinitas, gorros o capuchas, todos trabajos originales y atractivos, además de únicos. "Me gustó el nombre de Intarsia porque significa el arte de entretejer colores. Se trabaja con hilos de algodón, lana y también trapillo. Yo trabajo con esto último, con ovillos de tela, el trabajo es más duro, pero muy satisfactorio cuando lo ves terminado. Llegué a tener las manos llenas de callos", afirma Mariví, que ya ha dado unas clases en el mes de mayo y espera seguir impartiendo talleres el próximo año. También alude Mariví a la temporalidad de los trabajos en la zona en la que vive. "Aquí es difícil tener un trabajo fijo, se vive mucho del turismo y hay mucho trabajo temporal que es difícil mantener más allá de los seis meses. Yo intento compaginarlo, ahora en este caso el de la cocina con mi trabajo artesanal, para salir adelante de una manera digna", señala.

En cuanto a la posibilidad de emprender en el mundo rural, esta mujer es clara al afirmar que "se puede emprender en el campo o donde sea siempre que algo te haga ilusión y creas en ti mismo. Se puede y se debe emprender, porque luego nos puede pasar que nos arrepintamos de no haber tirado por ello. Siempre que algo te haga ilusión, da igual dónde estés, hay que intentarlo".

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