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El somedano que nació en América

El biólogo Rafael Márquez, natural de Texas (EE UU), se mudó a Somiedo para investigar los batracios locales, demostrando que la protección del parque y sus especies propicia los avances científicos y es compatible con estrategias para fijar habitantes

Macho de sapo partero transportando los huevos embrionados. VÍCTOR M. VÁZQUEZ

Conversar con Rafael Márquez Martínez de Orense (Galvestown, Texas, 1962) siempre es más que agradable, pues este Investigador Científico del Consejo Superior de Investigaciones Científicas, con sede laboral en el Museo de Ciencias Naturales de Madrid, destila bonhomía por todos los poros de su piel. Hijo y nieto de diplomáticos españoles, la vida le ha llevado a residir en varios lugares de su USA natal, Bélgica, Portugal, Colombia o Roma y a doctorarse en Biología en la Universidad de Chicago bajo la dirección de Stephen Arnold y Lynne D. Houck, con una tesis dedicada al estudio de dos especies de anfibios presentes en España, los sapos parteros común (Alytes obstetricans) e ibérico (Alytes cisternasii), el primero de ellos ampliamente distribuido por el centro y sur de Europa, y el segundo endémico del centro y suroeste de la península Ibérica.

Todo este trasiego vital, ha hecho de Rafa, que así le llamamos los amigos, un hombre de mundo. Evidentemente es políglota -domina al menos cinco idiomas- y un viajero incansable, ya sea por placer o por su trabajo como investigador, docente y conferenciante, que de momento ha visitado unos 54 países, algunos de ellos en más de una ocasión.

Hace ya bastantes años, desde 2001, Rafa Márquez, ha establecido sus reales en Somiedo, concretamente en el pueblo de Gúa, e incluso, en su perfil de Facebook, se declara como somedano. Pero no se preocupe el lector, no es que nuestro científico haya enloquecido, no; simplemente ha encontrado en nuestro primer Parque Natural un lugar para hacer investigación de primera línea, en donde los vecinos le han acogido con extraordinaria hospitalidad y al que promociona continuamente tanto entre los colegas que le visitan, como en sus publicaciones científicas en las mejores y más importantes revistas internacionales de su especialidad.

En estos tiempos insólitos, en los que determinados urbanitas acusan a otros conciudadanos de querer utilizar los espacios protegidos como laboratorios para la investigación científica de la biodiversidad, ridiculizando todo aquello que seguramente no entienden pese a la formación universitaria que dicen tener algunos, cobra especial actualidad traer a estas páginas la extraordinaria actividad que el doctor Márquez desarrolla en Somiedo y destacar los beneficios que acarrea para los habitantes del concejo, así como los avances en el conocimiento científico de los que disfruta toda la Humanidad.

Una más que agradable cena

Un restaurante de Pola de Somiedo nos reúne a Rafa y a mí, para establecer la conversación que sirve de base para la redacción de este artículo. Como testigo, un joven alumno de nuestro investigador, natural de Canarias, que atiende sin pestañear al relato que vamos configurando.

En el entorno del advenimiento del milenio, Rafael Márquez inicia unas investigaciones preliminares en el Parque Nacional de los Picos de Europa, donde se encuentra con algunas dificultades administrativas, cierta masificación en el entorno de los lagos y alguna que otra sorpresa presupuestaria, pues allí los alquileres traslucían la alta ocupación veraniega que tenían apartamentos y casas rurales. Yo recuerdo su primera visita a mi despacho de director general de Recursos Naturales y Protección Ambiental en la que le hablé del Parque Natural de Somiedo y del entorno del Lago de la Calabazosa, en donde unos días antes había asistido al multitudinario concierto de los sapos parteros. Me preguntó en aquel momento si tendría dificultades para conseguir los permisos del Parque para trabajar allí y yo le contesté que no, que sería todo lo contrario y que estaríamos encantadísimos de ayudarle en lo que necesitara. El espaldarazo definitivo para esta estrecha vinculación con nuestro primer Parque Natural, vino de otro común amigo, el doctor Ignacio Doadrio, hoy en día Profesor de Investigación del CSIC y colega de Rafa, conocedor de las altas tierras somedanas y babianas, que también le animó a trabajar aquí.

Especialista en bioacústica, Rafael Márquez es, en la actualidad, el Responsable científico de la Fonoteca del Museo de Ciencias Naturales de Madrid, a cuyos fondos acceden miles de investigadores todos los años. Su trabajo en Somiedo está relacionado con los sonidos emitidos por el ya mencionado sapo partero común y por la ranita de San Antón (Hyla molleri), el primero de ellos lo estudia en el entorno de los Lagos de Saliencia y a la ranita en las proximidades del Lago del Valle.

Antes de la existencia de los dinosaurios, desaparecidos hace 65 millones de años, ya habían aparecido sobre la tierra los anfibios, e incluso había ranas y sapos muy parecidos a los actuales, -como confirma el registro fósil-, hace ya más de 260 millones de años. Estamos pues, ante seres muy primitivos con unas estrategias vitales muy curiosas, ya que necesitan mantener húmeda la piel, por lo que en muchos lugares pasan las horas diurnas bajo tierra. En estos momentos en que los anfibios están amenazados globalmente es muy importante que las poblaciones estén monitorizadas para poder seguir la evolución de las mismas, esto ya pasa aquí en Somiedo, pues desde 2006 estamos trabajando de continuo en el seguimiento de estas dos especies, es la serie más importante que ahora mismo hay en Europa, me comenta Rafa.

Entre los éxitos científicos obtenidos hasta la actualidad en las investigaciones somedanas, Rafael Márquez destaca un trabajo publicado en una revista de alto impacto titulada "Global Change Biology", en la que desarrolla un estudio comparativo entre las vocalizaciones de las especies mencionadas captadas en Somiedo -clima frío- y en otros lugares más calurosos, ambos en Portugal: Coimbra para el sapo partero y el Parque Natural de la Serra de Sao Mamede para la ranita. El hecho de que las poblaciones de los lugares fríos emitan señales acústicas en una banda de temperaturas más amplia, aquí entre 8 y 33 ºC, significa una mayor adaptación al cambio climático, siendo solamente su requerimiento vital la disponibilidad de agua, resume el doctor Márquez. Respuestas a los seísmos y a todo tipo de vibraciones del suelo por estos anfibios también están en la agenda científica de Rafa, quien me llega a explicar cómo la estructura del oído de estos animales es tan especial, que ya se desarrollan, gracias a ellos, sistemas de localización de personas enterradas en derrumbes de edificios e incluso en secuestros en cárceles subterráneas.

La hospitalidad somedana

Rafael Márquez, de ascendencia paterna malagueña y pontevedresa materna, es más que contundente cuando le insisto en preguntar cómo es posible que un hombre de mundo como él se haya instalado en este pequeño concejo asturiano, "porque en Somiedo he elegido vivir", recalca. Ciertamente su casa de Gúa es lugar de acogida de científicos y estudiantes de cualquier lugar del planeta; amén de los españoles, aquí han venido personas de más de 20 países, pudiendo resaltar lugares como Singapur, Brasil, Cuba o Sudáfrica. No en vano, Rafa, tiene un apartamento a disposición de sus visitas y no es raro encontrarse allí grupos de estudiantes de doctorado que trabajan con él o a científicos consagrados. Muchos de ellos han vuelto y otros regresarán sin duda, no solo por la extraordinaria amabilidad de mi buen amigo, sino también por la belleza del paisaje y la gran biodiversidad que se palpa en todos y cada uno de los rincones somedanos.

Yo he tenido una acogida maravillosa, nada servil, de igual a igual, muy amistosa, con la típica hospitalidad asturiana que ya había experimentado en el oriente, me comenta quien no tiene nada que envidiar en este sentido de sus vecinos. Cuando hablamos de un futuro para este territorio, también prevé la llegada de más visitantes, aunque opina que hay una imperiosa necesidad de desestacionalizar este turismo, pues en determinados momentos del año, literalmente se te cae el alma a los pies, cuando los pueblos quedan prácticamente vacíos, se despueblan, comenta. Sería necesario un mercado inmobiliario más barato y dinámico, tal vez si hubiera forma de ayudar a los propietarios a poner en regla sus papeles, sería mucho más fácil que otras personas, como tú y yo, me dice, se instalasen aquí y contribuyesen a la dinamización de la zona.

Somiedo es una buena muestra de cómo mantener un sistema productivo de baja intensidad explotando respetuosamente el medio natural; como contrapunto está la zona de Formigal, en la que trabajé investigando durante la realización de mi tesis doctoral, allí: está todo arrasado por las urbanizaciones y las pistas de esquí, apostilla.

Durante la sobremesa de la cena, Rafa recibe un mensaje desde Suecia, uno de sus amigos de infancia acaba de ver, en una televisión de aquel país, el reportaje que Alberto Redondo grabó en Somiedo e incluyó en una serie dedicada al comportamiento animal; el tema es el cortejo de los sapos parteros y los estudios del doctor Márquez. "Coro de galanes" se titula. Otra vez, pese a quien pese, nuestro primer Parque Natural sigue dando la vuelta al mundo gracias a la ciencia.

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