Si para el grueso de los mortales una fotografía de sus vacaciones ideales se tomaría en una playa desértica, de arenas blancas y agua azul sosteniendo, probablemente, un Martini seco, agitado, no revuelto, en la mano existe, también, otra clase de personas que tienen, como pasatiempo favorito, el de huir del calor tórrido del que disfrutan habitualmente en sus localidades para buscar la lluvia, la bruma y las temperaturas más agradables, esas que te permiten dormir con un mínimo de garantías. Que no es poco.

Ana Lurbe viene desde Irlanda a pasar unos días por el Principado:" más o menos sabíamos el tiempo que nos íbamos a encontrar, pero viviendo de dónde venimos, la verdad, es que no nos importa demasiado". Siempre hay otras posibilidades a explorar ante la ausencia de sol y playa: "vamos a movernos por el centro histórico, museos, las calles: disfrutar un poco de una ciudad que es muy accesible, ni siquiera llevamos mapa y nos orientamos perfectamente. Además por lo que estamos viendo hasta ahora la ciudad está muy limpia, lo que invita, más aun, a pasear por las calles", asegura.

Huyendo del sol de Alicante, en los aledaños de la Catedral se encuentra María Ortín: "Pese a que sabíamos el tiempo que nos encontraríamos decidimos venir porque yo tenía muchas ganas de conocer Asturias. Hemos estado en Cangas de Onis, en Covadonga, en Ribadesella y a mi me ha gustado mucho todo hasta el momento. Todo muy limpio, muy tranquilo. Yo noto mucho lo verde que es todo, teniendo en cuenta de dónde venimos" comenta entre risas. Un plan para un día sin sol "es visitar la Catedral de Oviedo y luego nos acercaremos a conocer Gijón".

El sol no asoma por ningún lado, pero a la gran cantidad de turistas que pasean por los alrededores de la catedral parece que les importa poco. Enrique de Juan viene desde Zaragoza, acompañado de una amplia sonrisa que demuestra que le importan poco las nubes: "Llevamos desde el viernes en Asturias: Hemos venido buscando edificios históricos, cultura iglesias, naturaleza€por lo que el tiempo no nos incomoda en absoluto. Además, también nos interesa la gastronomía, así que todo perfecto hasta el momento: si llueve cogemos el paraguas y ya está todo solucionado". Antes de llegar a la capital, Enrique y sus acompañantes ya han hecho kilómetros por el Paraíso Natural:" Hemos estado en Llanes, en Gijón, en Ribadesella, en Villaviciosa y es todo muy bonito y está muy bien cuidado: no sabría decirte qué es lo que nos ha gustado más hasta el momento. Ya habíamos estado hace unos años y había que volver"

A lo lejos, paseando por la plaza bajo una gorra del Real Betis Balompié aparece Antonio Cuevas, de Sevilla: "Venimos con una excursión y vamos a estar una semanita por Asturias". Ha estado ya en tantos sitios del Principado que ni se acuerda: "hemos estado en la costa, en el pueblecito ese pescadores- Cudillero, le apuntan-precioso como todo lo que hemos visto hasta ahora: me encanta todo". No hay sol e, imaginamos que Antonio no tendrá querencia de playa: "yo quiero ir al Museo Arqueológico que me han dicho que está muy bien". "La experiencia hasta ahora habría que calificarla de más que satisfactoria. Me ha impactado mucho la limpieza que hay y las personas, la gente: muy buena, muy buena". Me han dicho que si vienes a Asturias y no llueve es como si fueras al desierto y no se encuentra arena"

De los que repite visita a la región aparece, saliendo de la Catedral, Gonzalo Camacho, de El Puerto de Santa María, Cádiz: "Hace 14 que estuve en Asturias y me gustó tanto que he vuelto en cuanto he podido.". Esa Asturias de principios del año 2000 ha mejorado mucho: "Llevo sólo dos días aquí así que todavía no he tenido mucho tiempo pero he notado que han cambiado mucho las carreteras, sobre todo: pero la esencia de Asturias sigue intacta". Gonzalo esta en Bárcena, hospedado" con siete personas más en una casita rural preciosa, con un paisaje maravilloso: hemos hecho senderismo, hemos visto cascadas€: naturaleza, sobre todo". La Asturias que invitó a volver a Gonzalo a nuestra tierra, hace ya 14 años, continúa intacta.

El movimiento de gente es constante, los grupos de turistas corriendo detrás del guía que se afana, al mismo tiempo que explica, en que ningún miembro de su grupo disperse. Hay mucho que ver, mucho que mirar y mucho que sentir. La mirada fija en el entorno, nunca en el cielo.