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Los Tesoros Forestales De Asturias | Hayedo De Peloño (Ponga)

Orgullo de roble en territorio de hayas

El corazón forestal del Parque Natural de Ponga alberga rodales y ejemplares notables de roble albar

Orgullo de roble en territorio de hayas

El Parque Natural de Ponga ofrece un espectacular paisaje formado por una combinación de escarpadas montañas y extensos bosques. Un paisaje dominado por las cumbres rocosas de Peña Ten, Pileñes y Tiatordos, las dos primeras por encima de los 2.000 metros de altitud y la tercera solo un poco por debajo de esa cota, y por el mar de hayas que cubre los montes de Peloño, La Faeda y Roncada: el bosque de Peloño. Uno de los nombres propios más carismáticos de la naturaleza asturiana, por razones estéticas y biológicas. Un gran hayedo donde los robles no perdieron del todo el pulso que el haya les echó, y ganó, en los tres últimos milenios: aún hay rodales de roble albar en su seno, como el de Telembreu, y ejemplares añosos de gigantescas dimensiones, como el famoso Roblón de los Bustiellos, que mide unos 30 metros de alto y tiene un perímetro de tronco de ocho, aunque destaca, sobre todo, por su vigor y su majestuosidad.

Pico mediano

La presencia de robles explica, precisamente, la del pico mediano, una de las joyas de Peloño y del parque de Ponga: un carpintero estrechamente dependiente de los robles y que tiene aquí su principal núcleo asturiano, pequeño pero estable gracias a su conexión con la importante población leonesa de Sajambre, Valdeón y Riaño, con más de medio millar de ejemplares estimados. Las otras "especies bandera" de Peloño son el oso y el urogallo, el segundo virtualmente desaparecido y el primero de presencia escasa, aunque cada vez más estable, dentro de un lento proceso de recolonización (desapareció del oriente asturiano entre las décadas de 1950 y 1960), lastrado por la debilidad (numérica y genética) de la subpoblación oriental, de la montaña leonesa-palentina.

El bosque diverso

El bosque de Peloño se extiende por las laderas de una cuenca circular bien definida, coronada por el cordal del Colláu Zorru y drenada por el río Canalita y sus afluentes, que vierten al Mojizo y acaban llegando al Sella. El hayedo es, en su mayoría, de tipo oligótrofo, es decir, que se desarrolla sobre suelos pobres, una circunstancia que condiciona la composición de su cortejo forestal, arbustivo y herbáceo, el primero caracterizado por la presencia de abedul celtibérico, acebo, tejo y serbal silvestre, mientras que en los escasos rodales de hayedo arraigado en suelos de tipo calcáreo los árboles acompañantes son tilos, fresno común, arce, olmo montano y mostajo.

El denso manto forestal de Peloño cobija unas ricas comunidades de fauna, en las que destacan los pájaros carpinteros, con presencia de las seis especies asturianas (repartidas según sus preferencias de hábitat), el azor común, el trepador azul y el agateador euroasiático, entre las aves, mientras que los mamíferos están representados por todos los carnívoros y los grandes ungulados, además de numerosos micromamíferos entre los cuales cabe destacar la ardilla roja por su papel central en la ecología del bosque, como consumnidora primaria (de frutos secos, sobre todo), depredadora (de nidadas) y presa (de martas y azores, principalmente).

El bosque se recorre cómodamente siguiendo la pista que sube desde la collada de Les Bedules (en la cual debe dejarse el coche, en el aparcamiento habilitado al efecto, y a la que se llega por la tortuosa carretera que comunica San Juan de Beleño con Los Beyos), con un primer ascenso suave hasta ganar el collado de Granceno, frente al cual se abre la "olla" de Peloño, a la que desciende la pista, al encuentro del río Canalita, desde cuyo cauce remonta de nuevo, en dirección a los pastizales del puerto de Arcenorio, al pie de Ten y Pileñes.

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