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El momento de repensar el concejo y ganar vecinos

"Sin el Parque, el invierno demográfico que padecemos estaría más desarrollado: ahora necesitamos la banda ancha para que la gente venga aquí a vivir, trabajar y disfrutar", afirma el exalcalde Ricardo Suárez

Ricardo Suárez Argüelles, en una imagen reciente.

Una cafetería en la zona alta de Oviedo, una mañana tranquila de sábado, una mesa esquinada, un café y un té, bosquejan el escenario en el que me reúno con el actual director general de Administración Local del Principado de Asturias, Ricardo Suárez Argüelles (Gúa, Somiedo, 1955).

Este licenciado en Filología Española, especialidad de Literatura, fue el alcalde electo de Somiedo en la primera legislatura española de la actual era democrática, es decir, en las elecciones de 1979. El alcalde más joven de España, proclamaba la prensa asturiana de la época, como también la de otras comunidades autónomas lo hacían de otras personas, pues muchos políticos jóvenes, 22 o 23 años, accedían por primera vez, por elección de sus vecinos, a dirigir la vida de sus municipios.

Desde entonces, Ricardo no ha abandonado el compromiso político con su partido, el PSOE; secretario general en Somiedo hasta que la última reforma de Pedro Sánchez le liberó por larga permanencia. Alcalde, como dije, entre 1979 y 1987, teniente de alcalde hasta el 91 y concejal hasta 1999. Paralelamente, como funcionario del Estado, ejerció altos cargos administrativos y posteriormente políticos y, con seguridad, su participación en la política activa continuará durante muchos años, porque, salvando las distancias, nos encontramos ante otro político somedano heredero de la línea trazada durante el final del siglo XVIII y primera mitad del XIX, por el gran estadista que este concejo dio al mundo, don Álvaro Flórez Estrada, del que tendremos oportunidad de hablar y reivindicar su figura, un tanto ensombrecida, según los estudiosos de esa época, por otros ilustrados como Jovellanos.

En febrero de 1988, una petición formal del pleno municipal al presidente De Silva para que se produzca la declaración del Parque Natural de Somiedo, inicia la tramitación administrativa de lo que, como recordarán los lectores, venía hablándose hacía algún tiempo.

¿Unanimidad? Más bien, todo tipo de respuestas

Tras la petición formal de la declaración del Parque Natural al presidente Pedro de Silva, durante un pleno municipal celebrado con presencia de numeroso público, en febrero de 1988, se promovió una reunión a la que asistieron Bernardo Fernández y Jesús Cadavieco, a la sazón consejeros de la Presidencia y de Agricultura y Pesca, y el director de la Agencia de Medio Ambiente, Antonio Suárez Marcos, quienes acudieron a La Pola al mes siguiente, y comenzó una rápida carrera para la aprobación de la Ley de declaración del Parque Natural. En principio se manifestaron en contra el Partido Popular y también Comisiones Obreras, con cierta representación entre funcionarios públicos, que acusaban al Ayuntamiento de falta de trasparencia. No obstante, la buena práctica política de Bernardo Fernández consiguió la unanimidad municipal, me comenta Ricardo Suárez. Incluso, dice, el trabajo estuvo tan coordinado que presentado en la Junta General el texto legal, hubo de introducirse una enmienda en el articulado por el propio grupo socialista, ya que se hablaba de una suspensión de licencias municipales que podrían paralizar la aún escasa actividad de la construcción en el concejo.

Habla también de su percepción de la aceptación por parte de los vecinos de la llegada del Parque. Se realizó poco a poco, hubo una asamblea abierta en la Escuela Hogar. Por otra parte, el Alcalde, Aurelio Suárez, y el director del Parque, Sabino Blanco, recorrieron todos los pueblos hablando de las ventajas para los somedanos de la declaración. Los vecinos reaccionaron de diferentes formas, desde la ilusión de algunos de los jóvenes más comprometidos con el futuro, pasando por el escepticismo de muchos y la repulsa de otros. El que fuera primer alcalde del concejo, no puede olvidar el comentario recriminatorio que recibió de un lugareño: "Ricardo, vendiste el concejo. Ya te lo dirá tu conciencia". Ahora lo suaviza diciendo que con el tiempo se disculpó, pero en la conversación se aprecia el amargo recuerdo del mal trago que pasó en su momento.

En Somiedo, cuenta, como sucedió más tarde en otros lugares, llegó a correrse la leyenda rural de que el Parque prohibía hasta la recogida de leña a los vecinos. Tal vez este tema viniera de lo que trascendía del Parque Nacional de Covadonga y del atávico rechazo al ICONA y organismos predecesores, por problemas con la caza y la gestión de los montes. "Para que veas cómo somos los somedanos, te voy a contar una anécdota que ocurrió en Villar de Vildas", dice. "Aquí siempre había habido una lucha permanente por la disponibilidad de servicios veterinarios para el ganado; cuando conseguimos que se asentara uno, acudimos a visitar a los vecinos de Villar y allí, en reunión abierta delante de la iglesia, les habló de la necesidad y obligación de vacunar a los perros. 'Aquí no tenemos perros', dijo un paisano inmediatamente; al momento aparece uno por el lugar y el veterinario preguntó: '¿Entonces este de quién es?'. 'Este ye de Corés', la respuesta no se hizo esperar". A los pocos días llamaron al veterinario porque tenían una vaca de parto y la cría venía en mala postura. Practicada una cesárea con éxito, el hombre se ganó a los habitantes de Villar, en pocos días vacunaron más de 20 perros.

¿Cómo era Somiedo y cómo cambió en treinta años? ¿Y qué sería sin el Parque?

Le lanzo estas preguntas a Ricardo Suárez y sus respuestas son rápidas, las propias de un perfecto conocedor de su tierra natal y de sus vecinos. "Partíamos de una sociedad rural endogámica y cerrada. Por aquí apenas pasaban algunos montañeros y cazadores, con la declaración del Parque y unos pocos años antes viene otro tipo de gente, estudiosos, naturalistas, investigadores y poco más; lentamente se comienza a producir un cambio económico que viene del sector servicios. El Parque Natural puso a Somiedo en Asturias", apostilla.

Lo que es más difícil, comenta, "es imaginar qué hubiera pasado sin el apoyo del Parque; antes había muchos cultivos, trigo, cebada, escanda, garbanzos, por ejemplo; en las casas alguna vaca, 15 a 20 en las que más y se recogían frutos como las cerezas, manzanas y castañas. En Gúa se vendía la nata de la leche, pero en las casas apenas había dinero en efectivo. ¿No sé qué sería de nosotros sin el Parque?", reflexiona, "pero seguramente este invierno demográfico que padecemos estaría mucho más desarrollado". Este es el tema que más preocupa a Ricardo Suárez: la despoblación, la falta de niños en los pueblos. Aprovecho, pues, para que intente dibujarme un futuro a 20 años vista.

"Necesitamos las nuevas tecnologías, la banda ancha, nuestra situación en las proximidades de la zona central asturiana y los atractivos de Somiedo, hacen del concejo un lugar maravilloso para vivir y espléndido para trabajar. Este es el futuro, necesitamos que lleguen más residentes. Hay que repensar Somiedo, estamos ante una buena ocasión para resetear, para replantear, para dar una pensada, buscar ideas, alternativas. Necesitamos gente que venga a vivir, trabajar y disfrutar; es la clave del futuro".

"Somiedo fue el primer Parque Natural asturiano, han venido a visitarnos de muchos otros de España y de otros lugares de Europa, siempre hemos sido el modelo y debemos seguir siéndolo. Seamos, pues, el espejo que hemos sido siempre", comenta.

El día 30 de junio de 1991, desde el balcón del Ayuntamiento, Ricardo Suárez Argüelles glosaba la figura de Pedro de Silva Cienfuegos-Jovellanos en el acto oficial de entrega del título de "Hijo adoptivo del concejo de Somiedo", a quien se despedía de la presidencia del Principado de Asturias. Pero esta historia queda para otro momento.

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