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Asturiana, nueva superiora general de la Congregación de María Mediadora

Mercedes Arbesú: "No son fáciles las vocaciones en una sociedad en la que el compromiso asusta"

"Pasé dieciocho años en misiones y ahora toca despacho, pero el espíritu misional se lleva dentro, en todos los sitios hay posibilidad de acompañar"

Mercedes Arbesú, en su casa de Santa Marina, en Siero. MIKI LÓPEZ

- Superiora general de una congregación religiosa. ¿Qué responsabilidades de gestión asume?

-El verbo gestionar es un poco fuerte. Tengo por delante una nueva misión y me convierto en la punta del iceberg de toda una comunidad. Me toca acompañar a las hermanas, repartidas en 43 casas en varios países.

La Congregación de María Mediadora tiene mucho de Asturias y no sólo porque desde el pasado mes de julio su cuarta superiora general, Mercedes Arbesú Suárez (Santa Marina, Siero, 1964), sea asturiana del concejo de Siero, sino porque el cofundador de la congregación fue otro asturiano, el dominico Esteban González Vigil, nacido en Argame (Morcín), que fue profesor en el colegio de la Orden en Oviedo y en el Seminario Metropolitano. No sólo eso, Mercedes Arbesú recoge el testigo de otras dos superioras generales asturianas, las religiosas Marta Riera de la Roza y Hortensia Bárcena.

- Dejará la primera línea de la misión para hacer horas de despacho.

-Es inevitable. Me pasé quince años en las misiones en África más otros tres en América Latina y vuelvo con la sensación de que en todo este tiempo recibí mucho más de lo que pude dar. He aprendido mucho de la gente, pero no sólo en Malawi, por ejemplo, sino también en algún barrio pobre de Madrid donde me tocó vivir. Al final, en uno o en otro sitio, la palabra clave es acompañar.

- ¿España también es tierra de misión?

-Por supuesto. La vocación de las misiones la llevas dentro y en todos los sitios hay mucho que hacer. Yo me siento misionera siempre, al margen de en qué lugar me halle. Lo que pasa es que nos inculcaron una determinada idea de las misiones, con la vista puesta en los niños de los poblados africanos o asiáticos. Hay situaciones que no se pueden trasladar a Europa, pero aquí también hay sitio para una presencia fuerte de acompañamiento. Lo importante no es el lugar sino la convicción de querer estar allí, de que necesito estar.

- Seguro que la crisis de vocaciones también afecta a su congregación.

-Es un reto común a todas las congregaciones y sí es verdad que experimentamos un cierto agobio porque la media de edad misionera es muy elevada. A mí me da un poco de vergüenza ver esta Europa, incluyendo a España, que fue un continente del que salieron tantos y tantos misioneros y que ahora se está dejando morir en este aspecto. Eso está cambiando. África vive una ebullición tremenda, y lo mismo ocurre con algunos países de América y Asia. ¿Sabe cuál es el país del mundo que a muy corto plazo se va a consolidar como el de mayor aportación de misioneros?

- Sorpréndame.

-Vietnam. Allí murió nuestro primer santo asturiano, San Melchor de Quirós, así que se puede decir que Vietnam tiene una deuda pendiente con Asturias. Pero en cuestión de vocaciones estoy convencida de que la historia tiene un proceso y habrá un momento en el que toquemos fondo y comenzarán a resurgir. No es fácil porque la juventud actual no acepta los compromisos. Hoy en día el compromiso asusta.

- ¿La tuvieron que convencer para el nuevo cargo?

-No se trata de convencer. Estudié Periodismo en la Complutense, estaba muy a gusto trabajando como periodista, pero en un momento dado el Señor me dice que me necesitaba para otras cosas. Y dije que sí. Ahora las hermanas de la congregación me piden que asuma estas responsabilidades y sigo diciendo que sí. Sé que echaré en falta Malawi, pero también que no voy a estar sola.

- ¿Cómo es la congregación de María Mediadora?

-Muy joven, nacida en 1942. Y pequeña, con 210 religiosas. Nacimos como misioneras. Me toca velar por que se mantenga el carisma de nuestra fundadora, y hacerlo en esta sociedad donde lo religioso no está de moda.

- ¿Razones?

-Muchas. Tengo la sensación de que a veces nos avergüenza hablar de nuestra fe. Para propagar los valores del Evangelio es preciso reivindicar lo que somos y cómo pensamos, e ir con nuestra fe muy orgullosos por la vida.

- ¿Cómo es el organigrama de una congregación religiosa?

-Conmigo están cuatro hermanas que actúan como consejeras. Formamos un equipo y decidimos juntas. Nuestra casa general está en Madrid. En Asturias tuvimos presencia y llevábamos la delegación de Misiones, pero la comunidad en Oviedo cerró en 2008.

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