El Sella requiere un "planteamiento global de gestión", que debe salir de un "acuerdo" entre las diferentes "administraciones con competencias en el río", el "sector turístico" y las "asociaciones ambientalistas y ciudadanas". El nuevo presidente de la Confederación Hidrográfica del Cantábrico (CHC), Manuel Gutiérrez, defiende el "diálogo" y el "consenso" para hallar una solución "entre todos" a la actual masificación de canoas en el Sella.
"Este verano ya es tarde, pero en cuanto comience el curso debemos empezar a hablar, tenemos que reunirnos para buscar la fórmula administrativa más adecuada para salvaguardar el valor ambiental del Sella y sus riberas", señaló Gutiérrez, quien admite que no será fácil alcanzar el consenso por la existencia de múltiples intereses contrapuestos.
El presidente de la CHC prefirió no opinar sobre la propuesta de un grupo de empresarios asturianos, agrupados en la Asociación de Turismo Activo y Albergues (Ataya), para declarar al Sella "zona turística saturada", lo que impediría la apertura de nuevas empresas de navegación. "Esa medida está dentro del ámbito competencial del Principado y a sus dirigentes les corresponde evaluar si es conveniente para lograr la adecuada regulación de la actividad turística asociada al Sella", señaló.
Gutiérrez admitió que la Confederación es "una pata más" de la solución, pues tiene "competencias importantes", como la concesión de las autorizaciones para la navegación turística. De momento otorga los permisos para la navegación turística mediante el sistema de declaración responsable, por la que, en condiciones normales, obtiene permiso cualquier persona que declare que respetará las normas vigentes. Y sin límite en el número máximo de embarcaciones.
Resaltó que si la masificación implica deterioro de la calidad ambiental del río y sus riberas la Administración puede establecer limitaciones. En este caso la mayor parte de las competencias recaen en la Viceconsejería de Medio Ambiente. Claro que limitar el número de piraguas significaría acudir al sistema de concurrencia competitiva, mediante una convocatoria pública y transparente, con pliegos que pueden establecer criterios medioambientales, zonas de embarque y desembarque y número máximo de canoas.
El problema de acudir a la concurrencia competitiva es que podría presentar ofertas cualquier persona o empresa, lo que podría dejar fuera a las firmas que tienen ahora sus negocios en el Sella. Gutiérrez defendió que estas empresas tienen "experiencia de gestión", "conocen el río" y cuentan con "instalaciones". En su opinión, han sabido "gestionar hasta ahora el servicio turístico". Pero "la masificación no es buena ni para el río, ni para la actividad turística, ni para la imagen de Asturias", señaló. La saturación de canoas en el río da imagen de "turismo de baja calidad", lo que choca con "la imagen que Asturias pretende proyectar en el exterior", indicó.
El coordinador de la mesa de turismo de FADE, José Luis Álvarez Almeida, manifestó que es desde esta entidad y, dentro de ella, la Asociación de Turismo Activo y Albergues (Ataya), desde donde se planteó la necesidad de "buscar fórmulas" para regular una actividad que en determinados picos de la temporada puede presentar cierta masificación. "No decimos cómo debe hacerse, pero si hay 3.600 canoas no se trata de imponer nada, sino de utilizar el sentido común y tener una actividad coherente con el medio en el que se realiza", subrayó Álvarez Almeida como coordinador de la mesa de turismo de FADE, al tiempo que insistió en la necesidad de abordar el asunto de manera sensata, abriendo un debate para establecer una regulación como la que ya existe en otros ámbitos, como las estaciones de esquí o el acceso a los lagos de Covadonga, sin salir de Asturias.
