Tres policías destinados en la Brigada Móvil de Oviedo salvaron anteayer por la tarde la vida de una joven de 16 años que sufrió un desvanecimiento en el accidentado y caótico viaje del ferry "Cecilia Payne" de Balearia entre Denia y Palma de Mallorca. La menor, que se desmayó por el calor que había en el barco, debido a una avería en el aire acondicionado, que elevó la temperatura a más de 40 grados, estuvo a punto de tragarse la lengua. Los agentes lograron extraérsela e impidieron que volviera a tragársela introduciéndole una cartera en la boca. La joven tuvo que ser hospitalizada, al igual que otras tres personas. Los 800 pasajeros terminaron protagonizando un auténtico motín ante la falta de ayuda de la tripulación, que incluso les negó agua, en un barco con ancianos, niños y hasta una embarazada.

"Estuvo a punto de ocurrir una tragedia irreparable", indicó uno de los agentes, quienes han elaborado un atestado presentado ante la autoridad judicial. "La gente vomitaba por el calor y nadie de la tripulación hacía nada. Tuvimos que limpiarlo nosotros mismos", aseguró un pasajero, al tomar tierra. "Los pasajeros estuvieron a punto de romper las ventanas del ferry para poder respirar. Buena parte salió a la cubierta exterior y accedió a la zona de seguridad, con el consiguiente riesgo de caer al mar", añadió uno de los agentes, que cubre el dispositivo de seguridad por la presencia de la Familia Real en Palma. En el atestado, los agentes resaltan la falta de colaboración de los tripulantes, que incluso, de forma chulesca, se negaron a identificarse. En el barco no había material médico para los afectados. Dos enfermeras y un médico que casualmente estaban allí ayudaron a los pasajeros. Incluso echó una mano un joven a punto de entrar en la academia de Policía. La compañía devolverá el coste del pasaje.