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El tren en el que se para el tiempo

El trayecto de Oviedo a Cudillero ronda las dos horas y media, tiempo largo que algunos compensan con el placer de la lectura

Itziar Fernández junto a Noelia González-Rovés esperando la llegada del tren en Pravia. Diana Arana

Viajar desde Oviedo a Cudillero en uno de los trenes que cubren la línea (de Feve) supone un total de dos horas y veintisiete minutos de trayecto. Al menos el convoy que ayer, día festivo en toda Asturias, partió de la estación ovetense a las nueve menos cinco de la mañana. Puntual.

Quien no tenga prisa no tendrá tampoco problema. Ese viaje Oviedo-Cudillero se hace en coche en tres cuartos de hora, y en autocar se llega en una hora y cuarenta minutos, si no hay incidencias.

Los usuarios del tren, ayer muy tranquilos y sin necesidad de mirar el reloj, achacan sin embargo impuntualidad en la línea, la falta de información cuando ocurren incidentes o retrasos y, para un grupo de viajeros que se ven obligados a hacer transbordo, la larga espera en la estación de Pravia, casi una hora.

Pese a todo, hay quien siempre busca el lado positivo de las cosas. Es el caso de Manuela García, que aprovecha el trayecto ferroviario desde Oviedo hasta Cudillero, para leer una de sus obras, "La aureola de Esquilo", disfrutar del paisaje o simplemente pensar con tranquilidad. Manuela es escritora y fue profesora de la Universidad de Oviedo.

Reconoce que su perfil no es algo habitual entre los viajeros: "Este tren de cercanías es perfecto para que las poblaciones estén comunicadas aunque quizás se necesite más coordinación entre líneas y no haya que esperar tanto. A mí no es algo que me importe demasiado, aunque entiendo que a la mayoría sí le afecte".

Por ejemplo, al ovetense Francisco Irigaray: "El tren debe parar en muchos sitios porque si no esa gente de los pueblos no tendría oportunidad de subirse, pero eso provoca que los recorridos largos lo sean aún más".

Lo mismo opina María Antonia Caliero, que viaja desde Pravia, y que califica al tren de "muy impuntual" en bastantes ocasiones. "¡Ni que viniera desde Nueva York!", se lamenta sobre el retraso que acumula este convoy en el Occidente.

Los viajeros creen que más personal no sobraría ni mucho menos.

"Hay veces que el tren no llega a la hora y llamo a la estación para ver qué ocurre y nadie me coge el teléfono, faltan trabajadores", apunta Sara González.

Otra viajera, Noelia García-Rovés, cree que los usuarios que más sufren la sustitución de personas por máquinas son las de más edad "porque con el tema de las expendedoras automáticas de billetes y los tornos de entrada y salida siempre hay que estar ayudándoles".

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