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Los rectores claman por una nueva ley de Universidades para no perder talentos

Los dobles grados, la adaptación a las nuevas formas de aprendizaje y un sistema justo de promoción del profesorado, las prioridades de los docentes para el inicio del próximo curso académico

¿Qué le pasa a la Universidad española? La pregunta es retórica. Le pasan cosas, y muchas merecen atención. Lo ratifican los asistentes la cumbre de rectores y exrectores que desde hace trece veranos organiza LA NUEVA ESPAÑA. Asomados a la ventana del Cantábrico que mece la costa de Ribadesella, los responsables de la Universidad española, que también ocuparon cargos de responsabilidad en la Conferencia de Rectores (CRUE) y en la Agencia Nacional de Evaluación y para la Acreditación (ANECA), trazaron algunos de los principales problemas a los que se expone en este momento la institución. La financiación, la gobernanza, la selección del profesorado y la competencia centraron el debate desde la atalaya privilegiada de la playa de Santa Marina. Una mayoría de ellos observa con optimismo el futuro. Y coinciden en una urgencia: la necesidad de revisar la ley de Universidades vigente para superar la burocratización que encorseta a la institución, propiciando un modelo donde la captación y retención del talento sea más fácil. La cita reunió a los cinco máximos responsables de la Universidad de Oviedo en los últimos 34 años: Alberto Marcos Vallaure, Juan Sebastián López Arranz, Juan Vázquez, Vicente Gotor y Santiago García Granda además del presidente del consejo rector de la Universidad Nebrija, Manuel Villa Cellino; el exrector de las universidades de Alicante y Menéndez Pelayo (UIMP) de Santander, Salvador Ordóñez y Zulima Fernández, exdirectora de la ANECA que fue vicerrectora con Gregorio Peces-Barba en la Carlos III .

El anuncio del nuevo ministro de Educación, Pedro Duque, de impulsar una nueva ley de Universidades antes de que finalice la legislatura lleva a los académicos reunidos en Ribadesella a una primera reflexión. "No es buen momento", sostiene Villa Cellino. "El Parlamento es ua jaula de grillos", reconoce Zulima Fernández. "Pero sí es buen momento para pensar sobre el futuro de la Universidad", apunta, por su parte, Salvador Ordóñez. García Granda alude a la necesidad de abordar otro de los problemas endémicos de la institución: la gobernanza. "Las universidades necesitan un tratamiento administrativo especial, las normas generales no están hechas para nosotros", afirma, "cuando un estudiante logra un trabajo y necesita pasar a un régimen de estudio a tiempo parcial ese paso requiere de mil trámites". Primera queja: la burocracia. "Está claro que hace falta una nueva ley de Universidades pero, sinceramente, dudo que sea un momento político bueno para abordarlo", opina el exrector de Oviedo, Juan Vázquez. Santiago García Granda añade: "La selección de profesorado es un poco desastre". No dar oportunidades a lo jóvenes tiene consecuencias: "Hacen centros como el iCrea de Cataluña, donde sacan plazas, los méritos los deciden tribunales ajenos, contratan en buenas condiciones...", apunta Vallaure. La fuga de talentos ahí es clara.

Zulima Fernández realiza autocrítica: "Somos un mundo muy cerrado a nosotros mismos". La réplica de García Granda no se hace esperar: "Yo quisiera ser abierto pero cuando quiero abrirme me dicen que no puedes hacer eso. El techo de gasto está ahí". Aun siendo necesario, plantear con el actual gobierno de Pedro Sánchez un cambio en la ley de Universidades "es un supuesto casi heroico", certifica Vázquez, quien cree que nacería "con una gran dependencia de partidos nacionalistas". Villa plantea que "lo primero que se necesita es que PP y PSOE se pongan de acuerdo ".

De esa propuesta emanan otras peticiones. "Los dobles grados están teniendo un éxito tremendo", valora Vicente Gotor. Su sucesor en el cargo dice que la apuesta continúa. "Generan tirón de los grados convencionales. Está claro que el futuro pasa por más grados dobles y la enseñanza bilingüe", concreta García Granda. A Juan Vázquez le preocupan de los dobles grados "que impliquen una devaluación del alumnado en los grados independientes". La intervención de Marcos Vallaure en el debate sirve para aclarar conceptos: "El doble grado de Matemáticas y Física tiene cero de especialización pero los alumnos reciben una formación básica muy sólida que les permite trabajar en un banco o ser controlador aéreo. Pueden ser lo que quieran porque es gente que piensa". Pese al éxito no todas las propuestas son válidas. "La Universidad presenta un 30% de sobreoferta. Esto quiere decir que con los mismos recursos materiales y humanos podría dar cabida a un 30% más de estudiantes", indica Villa Cellino. Al exrector López Arranz le preocupa que "sobra oferta en muchos casos y falta en otros, como Ciencias de la Salud".

Másteres perecederos

Los datos que manejan en la Nebrija es que más del 33% de los másteres se cursan en las privadas y solo el 15% de los grados. "Los másteres tienen que estar programados con idea de que son perecederos", advierte Vázquez. "Asumir que un grado tiene que tener por sistema un máster detrás me parece que no tiene sentido", opina Zulima Fernández. La réplica de García Granda es inmediata: "El grado da una formación pero hay pocos que abran las puertas al empleo". "Hay que romper con la lógica de que si no trabajas en lo que has estudiado eres un fracasado", continúa Fernández.

Atraer talento sí, pero también evitar que malogre el de casa por falta de oportunidades. Lo ilustra otra estadística de Villa Cellino: "Solo el 30% de los titulados asturianos encuentra trabajo en la región". Conviene adaptarse, además, dicen los rectores, a las nuevas formas de aprendizaje. "La memoria ha desaparecido entre los profesores, que ponen un PowerPoint y lo leen", señala López Arranz. "Quizá hay ahora menos implicación. Hay un sistema funcionarial y desde esa posición son incapaces de motivar", afirma rotundo Gotor. Pero también funcionan otros estímulos: "No hay un alumno que lea el periódico. Se informan por televisión o Twitter. Se ve en la política, falta complejidad. Todo se ha simplificado a lemas", lamenta Vázquez.

"Asistimos a la destrucción del sistema universitario propiciada por la ANECA", arguye a cuenta del sistema de acreditación Vallaure, quien también rechaza que se demanden titulaciones orientadas al mercado: "Yo doy una formación básica, lo demás corresponde a la empresa". Conviene mejorar pero también desde dentro. "Los niveles de calidad de docencia de la pública están quedando por debajo de la privada", argumenta Villa Cellino, "el nivel mejoraría si en unos años tienes que renovar tu plaza". A García Granda le gustaría un sistema de acreditación más estricto "aunque nos sitúa en unos mínimos y eso es bueno". Zulima Fernández cree que se ha priorizado la investigación sobre la docencia porque "medir la calidad docente es difícil". "Se cogió mal la idea de la acreditación", sentencia Ordóñez.

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