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El mercenario veigueño "Popeye", detenido por un golpe de Estado en África

Marco Martínez Méndez está acusado, con otros dos exmilitares, de intentar matar al primer ministro y secuestrar al presidente de Santo Tomé

El sargento José Enrique Serantes.

El veigueño Marco José Martínez Méndez, de 36 años, es un tipo de aspecto rudo y roqueño, cabeza pelada y barba poblada como la que pusieron de moda los Navy Seals que operaban en Afganistán. Estuvo en la Armada y luego en las Fuerzas Especiales del Ejército de Tierra, para pasar después al proceloso mundo de la seguridad privada de élite, donde se le conoce como "Popeye". Experto en defensa personal y manejo de armas, realizó misiones de inteligencia y contrainteligencia en Líbano y se encargó de la seguridad de los barcos atuneros acosados por los piratas del océano Índico. Pero algo se torció hace unos días en la pequeña isla africana de Santo Tomé, cuando fue detenido, junto a otros dos exmilitares españoles y dos nacionales de ese país, uno ellos el exministro de Juventud y Deporte, Albertino Francisco. Se les acusa de intentar un golpe de Estado.

Según las autoridades santotomeñas, que han exhibido a los detenidos, el plan de los cinco golpistas era matar al primer ministro, Patrice Trovoada, y secuestrar al presidente, Evaristo do Espirito Santo Carvalho, así como al medio centenar de diputados del Parlamento de la isla. La versión que dan ellos es diametralmente distinta: Albertino Francisco, que es opositor al Gobierno y quiere presentarse a las elecciones, les contrató como guardaespaldas. El veigueño Martínez, que lleva asentando muchos años en Ferrol, donde viven su mujer y sus tres hijos, había aceptado el trabajo tras intentar acceder a una plaza de policía local o hacerse guardabosques.

Marco Martínez lleva detenido desde el 2 de agosto y comparte prisión con el riojano Orlando Pérez López -que, como el veigueño, estuvo en Operaciones Especiales y fue el que le convenció para hacer el trabajo en Santo Tomé- y el gaditano José Manuel López Jiménez, que estuvo en la Legión, antes de pasar a la seguridad privada. Los tres están encerrados en una prisión abarrotada, en la que al parecer no ven la luz del sol y no tienen permitido comunicarse con sus familiares. Tan sólo han recibido la visita de la cónsul española, María Teresa Mendizábal, que les ha llevado calcetines y lociones contra los abundantes mosquitos.

El futuro que espera a los tres mercenarios españoles no puede ser más tétrico. Les acusan de preparar una "operación terrorista para subvertir el orden constitucional". Sería el segundo en poco más de un mes, ya que el pasado día 21 de junio ya fueron detenidos el exministro de Agricultura Gaudencio Costa, también opositor, y un sargento del Ejército santotomeño, Ajax Managem. El Gobierno, que está apoyado por los americanos, presentó como instigador a un asesor francés. Sin embargo, poco peso debían de tener las acusaciones, ya que el juez les puso en libertad.

Para el veigueño Marco José Martínez pinta peor, porque las autoridades dicen haber encontrado un arsenal de kalashnikovs, con su correspondiente munición, cuchillos, gafas de visión nocturna, drogas e incluso sustancias venenosas.

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