Varios vecinos de la zona en la que fue asesinado el único concejal de IU de Llanes, Javier Ardines, han decidido someterse voluntariamente a pruebas de ADN. Lo hicieron tras proponérselo los agentes que investigan el crimen, ocurrido el pasado día 16 en un camino rural que une dos pueblos de la parroquia llanisca de Pría, La Pesa y Belmonte. Someterse a una prueba de ADN no es obligatorio en España, salvo que lo dictamine un juez de manera razonada. Pero sí es habitual que los investigadores soliciten a los vecinos y allegados de personas muertas de manera violenta que se sometan voluntariamente a este tipo de pruebas.

Una prueba de ADN es una "prueba irrefutable", la "prueba estrella" en casos como el del asesinato del edil llanisco, según indicaron fuentes de las fuerzas del orden. Explicaron que el ADN puede determinar "la presencia de una persona en un determinado lugar, pero no puede establecer si fue la autora de un delito". Porque la persona señalada por la prueba de ADN pudo haber tenido contacto con el fallecido o haber estado en el lugar del crimen, pero "la investigación debe determinar si participó en el hecho delictivo". Las fuentes consultadas pusieron un ejemplo: "puede haber restos de ADN en un cadáver de alguien al que le dio la mano horas antes, y lo único que quiere decir es que tuvo contacto con él".

En todo caso, las pruebas de ADN han esclarecido múltiples crímenes. En el oriente de Asturias, por ejemplo, fueron determinantes para resolver un doble crimen ocurrido en abril de 2010, en Cangas de Onís y Collía (Parres). Un escupitajo señaló a Alexis Feliz como autor de la muerte de Francisco Javier Viego en Cangas de Onís y del taxista de Arriondas Guillermo Amieva en Collía. El ADN coincidía con el hallado en unas colillas y botellas de agua del homicida, que huyó a Suiza, pero fue detenido, extraditado, juzgado y condenado por los dos crímenes. Los investigadores confían en que el ADN ayude también a resolver el asesinato de Ardines.

Los restos genéticos hallados en el escenario del crimen ya han sido enviados al Instituto Nacional de Toxicología y Ciencias Forenses de Madrid para su análisis. Los resultados aún no están listos y, previsiblemente, tardarán en llegar aún varias semanas, según señalaron fuentes conocedoras de la investigación.

Los análisis establecerán, por ejemplo, si había restos genéticos en las manos de Javier Ardines, que presentaba señales de haberse defendido y de haber repelido el ataque, y si los restos aportan datos sobre el atacante o atacantes. Los agentes que examinaron el cadáver vendaron cuidadosamente sus manos antes de que fuera trasladado para que se le practicara la autopsia, precisamente, con el objetivo de que no se perdieran los posibles restos de ADN.

Las fuerzas del orden disponen de varios cientos de miles de reseñas genéticas de otros tantos delincuentes. Pero en muchos casos el ADN corresponde a personas que no están incluidas en esa lista. En ese caso la única manera de averiguar a quién pertenecen los restos genéticos es cotejar los resultados con nuevas pruebas y hallar una coincidencia.

Ardines fue asesinado el día 16 tras sufrir una emboscada: el atacante o atacantes bloquearon el camino por el que avanzaba en su furgoneta con varias vallas de obra. Cuando se detuvo a retirarlas fue atacado. Recibió tres golpes en la cabeza con un objeto contundente que aún no ha sido hallado. El concejal acababa de salir de su domicilio, situado a apenas 300 metros, y se dirigía al puerto de Llanes para salir a faenar. Era marinero.