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Somiedo soñado | 13

El parque de las orquídeas

Un equipo de botánicos que ultima un estudio sobre esta familia de plantas ha catalogado ya cerca de 45 especies

Alberto López, fotografiando la "Gota de rocío" en las turberas de Vega Cimera. VÍCTOR M. VÁZQUEZ

Hablar con Alberto López Fernández (Avilés, 1970), acompañándonos de unos culetes de sidra, siempre resulta más que agradable, pues este biólogo, formado en la Universidad de Oviedo y profesor de educación secundaria en su ciudad natal, posee una capacidad de reflexionar en temas ambientales -entre otras cuestiones- que se echa de menos en muchas personas de su edad y formación académica. Tal vez sea porque López Fernández pertenece a aquella generación de escolares avilesinos que participaban activamente en los programas de educación ambiental que desde ese Ayuntamiento, desde el departamento que dirigía Antonio Suárez Marcos en los primeros años ochenta pasados, organizábamos con el apoyo incondicional que el entonces alcalde, Manuel Ponga Santamarta, nos brindaba.

Hace ya muchos años, más de 20, mi contertulio conoció Somiedo de una manera ciertamente peculiar. El padre de unos de sus alumnos, apasionado de la equitación, invitó a un pequeño grupo de profesores a realizar una travesía entre Torrestío y Grao por el "Camín Real del Puertu la Mesa". Alberto López se enamoró del paisaje somedano, donde regresa sistemáticamente, pero nunca más se le ocurrió montar a caballo; aquella fue la primera y última vez. Yo que cabalgué mucho en años pretéritos, supe lo que eran las rozaduras y las agujetas de la inexperiencia. Creo que Alberto nunca se olvidará de aquel largo bautismo equino, en forma de prolongada e interminable travesía.

Su regreso a Somiedo no se hizo esperar, y en compañía de su maestro y alter ego, Juan Eugenio Ramos López, también hace más de un par de décadas, comenzaron a organizar actividades con estudiantes de entre 14 y 17 años, con estancias en el Albergue de Saliencia que duraban una semana, la primera de octubre, y el trabajo desarrollado y los datos recogidos en el campo proseguían analizándolo el resto del curso escolar.

El mensaje del Valle Secreto

Allá a mediados de los años 90 pasados, Saliencia bullía de alumnos cuyas estancias estaban apoyadas económicamente por la Consejería del ramo. Los escolares experimentaban sensaciones desconocidas, de esas que no se olvidan en la vida. López recuerda cuando una noche asistieron atónitos a un incendio forestal desatado cerca del pueblo. Es el día de hoy que en Somiedo se encuentra con alguno de aquellos alumnos, hombres y mujeres hechos y derechos, que aún recuerdan lo que para ellos había sido una desagradable experiencia ambiental.

De aquellas vivencias y de una profunda reflexión surgió la idea de la creación del Instituto para la Calidad y la Educación Ambiental (INSCEAM) en el que Alberto y Juan militan y prosiguen sus tareas para persistir en la brecha educativa, tanto en la formación del profesorado como en la de los alumnos. De la experiencia somedana concibieron, escribieron y editaron un libro, "El mensaje del Valle Secreto", dirigido a los profesores y publicado por el Principado, y que cuenta con dos ediciones. Y, aunque evidentemente, trabajaron en todos los parque naturales asturianos, el de Somiedo les ha marcado hasta tal punto que regresan periódicamente para proseguir sus investigaciones geológicas y biológicas, mientras disfrutan de la gran amistad que les une, tras muchos años de aula abierta en nuestro medio natural.

Todo este bagaje de implicación laboral en pro de Somiedo se ha visto incrementado en el caso de mi contertulio, pues desde el año 2004 representa al movimiento ecologista asturiano en la junta del primero de nuestros Parques Naturales. Hombre comprometido en todos los aspectos de su vida pública y privada, que evidentemente conozco menos, Alberto López colabora en todo lo que puede en la gestión y desarrollo de Somiedo, aunque algunas de sus opiniones no gusten o sean, sencillamente, rechazadas sin argumentos.

La falta de información y la necesidad de repensar Somiedo

Cuando Alberto me comenta sus sensaciones en esta última época del Parque Natural, insiste en la falta de trasparencia a la hora de informar a los agentes sociales representados en el órgano de participación de este espacio protegido. "Todos los miembros de la junta deberíamos tener la misma información, para nosotros es muy difícil obtenerla", comenta. "Esto complica la participación; parece que se ocultan las cosas", insiste.

Para Alberto López, Somiedo necesita repensarse; cuando él recala aquí era una maravilla, habían transcurrido casi 15 años desde la declaración del Parque Natural y había otra ilusión en las personas. Me comenta que "hay una cierta apatía, una especie de vivir de rentas", y aunque Somiedo sigue siendo el Parque Natural asturiano de referencia, por ser el primero, "lo que se aprecia es simplemente postureo ambiental", insiste.

"Ciertamente -dice-, hay un gran desapego hacia el medio natural en beneficio del medio rural; se busca un desarrollo económico alejado del tan manido desarrollo sostenible, pero se ejecutan acciones a costa ni se sabe de qué. Para muchas personas, no existe la problemática ambiental, pero ahí están los purines, por ejemplo". El oso pardo es "el gran icono somedano". De este animal dice que "es un beneficio, pero puede que acabe siendo un problema". Es en este momento de la conversación cuando comenta por enésima vez que hay que repensar Somiedo: "Se aprecia una pérdida terrible del patrimonio etnográfico; desaparecen teitos, muros, caminos y un largo etcétera difícil de enumerar". "La biodiversidad -insiste- se pierde por cambio de usos". Cuando le pregunto por las más notables especies de seres vivos que habitan en Somiedo, Alberto contesta, sin ninguna duda, que falta conocimiento científico, aunque para él "esta es una lacra que afecta a toda Asturias". "En Somiedo, prácticamente seguimos viviendo del trabajo que realizó el INDUROT, antes de la declaración del Parque Natural". "Los datos que se manejan son, por lo general, muy antiguos, no conocemos bien la situación actual", apostilla. "Ahora, por ejemplo, se habla de la ordenación de algunos montes, pero no se piensa en cuál es aquí la situación real del urogallo, ni tan siquiera se piensa en si en algún momento podría volver a colonizar este territorio".

Dejando aparte este compromiso social de Alberto López y su implicación en la gestión del Parque Natural de Somiedo, este biólogo es, además, un gran apasionado de la fotografía y a su vez un gran especialista en determinados aspectos de la flora somedana, destacando su gran conocimiento de las orquídeas que medran en nuestro primer parque natural, cuya floración viene siguiendo desde hace años, prospectando el territorio en busca de las diferentes especies que habitan aquí, de algunas de las cuales solamente se conocen uno o dos individuos que florecen esporádicamente y con ciertas condiciones ambientales, lo que hace muy difícil su localización.

En la actualidad, un equipo de botánicos, animados por el propio biólogo avilesino, está realizando un trabajo sistemático en Somiedo sobre esta familia de plantas tan interesante desde el punto de vista de su evolución, su biología reproductiva y su papel como "especies paraguas" para la conservación. Pronto verá la luz este estudio, que de momento arroja la mayor diversidad de especies -cerca de 45- en cualquiera de nuestros espacios protegidos.

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