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Una trabajadora, unos jubilados, un ama de casa: así son los fallecidos

Tres varones y dos mujeres han perdido la vida en el acto en el brutal choque de Avilés

Begoña Miranda había superado un cáncer e iba a Gijón para ver a su nieto

Cuatro horas estuvo buscando la familia por los hospitales a Begoña Miranda Herrero. Pero esta sotobarquense de 55 años, que había superado con éxito un cáncer, no pudo sobrevivir a la bestial colisión del autocar contra la pilastra de la carretera.

Tras acudir al Hospital San Agustín y a la jefatura de la Policía Local de Avilés, el marido y los hijos de Begoña terminaron en el área de Urgencias del HUCA, preguntando por ella desesperadamente. "Nos tienen dando vueltas y no nos dicen nada", se quejaba uno de sus tres hijos a una de las enfermeras. La mujer le decía que llamasen a un número que les habían facilitado. Pero allí tampoco les atendían. Finalmente, pasadas las cinco y media de la tarde, llegó lo peor. En el Instituto de Medicina Legal había dos mujeres sin identificar. Una amiga de la familia se dirigió al lugar y comprobó que una de ellas era Begoña Miranda y tuvo que dar la terrible noticia a los familiares. "Begoña iba en los primeros asientos, porque se mareaba, y fue allí donde se produjeron los muertos", añadió esta amiga. Mientras sus familiares la buscaban, ella yacía junto al autocar o en la sala de autopsias.

En Soto del Barco, se comentaba que se dirigía a Gijón para cuidar de su nieto, al que quería con locura. En esta ciudad vive uno de sus hijos varones. El otro está muy involucrado en causas humanitarias, incluido el grupo de apoyo a Manu Barrera, el niño con leucemia que falleció recientemente.

Y su hija Vanesa trabaja en la farmacia de Soto del Barco, por lo que es muy conocida y querida. Una de sus compañeras es cuñada del conductor que llevaba el autocar. Una terrible coincidencia.

Minuto de silencio

Begoña Miranda había perdido el año pasado a sus padres, que vivían en San Martín de Luiña. Desde que fallecieron, ya no se dejaban ver mucho por este pueblo cudillerense. No obstante, hoy se guardará un minuto de silencio en el Ayuntamiento pixueto en recuerdo a esta mujer, para la que todo son buenas palabras. Y es que "era un pedazo de pan", según aseguran en Soto del Barco. No solo ella. Toda su familia tiene fama de trabajadora y es muy querida en el concejo. Ahora, sus vecinos los arroparán en este trágico adiós.

Senén Álvarez, conocido asesor laboral del centro de Gijón

Los sobrinos del gijonés Senén Álvarez González acudieron con rostro de infinita tristeza al Instituto de Medicina Legal de La Corredoria, en Oviedo, poco antes de las ocho de la tarde, para hacerse cargo de los efectos personales de su tío, la víctima mortal del accidente de Avilés que tenía más edad, 77 años. Senén Álvarez regresaba a Gijón desde Avilés, ciudad a la que se había desplazado por la mañana. Ya jubilado, había regentado una conocida asesoría laboral y correduría de seguros en pleno centro de Gijón. Soltero, siempre estuvo muy apegado a sus sobrinos, que ayer se mostraban resignados ante la desgracia sufrida por su tío. Como explicó uno de ellos, Alberto Álvarez, "Senén acostumbraba a viajar en las primeras filas del autobús", que fue donde la brutal colisión causó sus mayores estragos. No pudo sobrevivir al impacto brutal, que segó cuatro vidas de un golpe y una quinta camino del Hospital San Agustín de Avilés.

Una ruta diaria para el gijonés José Emilio Menéndez

El gijonés José Emilio Menéndez Díaz (58 años) cogía a diario el autobús para abrir su negocio avilesino, el "sexshop" de Concepción Arenal, la calle que comunica la estación de autobuses con los juzgados de Avilés. Entre su tienda y la estación no distan más de 150 metros. El comerciante sobrevivió al brutal accidente registrado ayer en la autopista, pero según las fuentes consultadas falleció de camino al Hospital San Agustín por una hemorragia masiva. Sus heridas eran demasiado graves para un milagro. José Emilio Menéndez, con domicilio en la calle Marqués de San Esteban de Gijón, fue la quinta víctima mortal de un día que quedará marcado en negro en Asturias. La noticia de su fallecimiento fue "un auténtico mazazo" para los muchos avilesinos que lo conocían y para los comerciantes y hosteleros de la zona. "Ha sido como una bomba", comentaban. "Era un chaval majísimo, muy salado, toda la gente del entorno tenía muy buena relación con él", explicaron conocidos de la quinta víctima.

Arcadio Suárez, de Piedras Blancas, tenía prisa por comer

A Arcadio Suárez García (75 años), vecino de Piedras Blancas, le encantaba viajar en autobús y en uno acabó perdiendo la vida. Ayer por la mañana acudió, como casi todos los días, al restaurante Marimar de la calle Ramiro I, próximo a su casa. Allí solía comer "desde hace por lo menos trece años", tomar un café, un agua... Estaba separado y vivía solo desde que falleció su madre. Ayer quería comer temprano, a las 11,30. Pero estaba cerrada la cocina, así que se fue. Unas horas después se subió en Piedras Blancas al autobús en el que perdió la vida camino a Gijón. Arcadio era muy conocido en la capital castrillonense. Siempre elegante ("solía ir trajeado", dicen sus allegados), se le veía a diario por las cafeterías de la plaza de la iglesia. Su padre fue uno de los primeros comerciantes que puso en marcha un establecimiento de electrodomésticos en Piedras Blancas y él trabajó durante años como conductor de un camión hormigonera. Deja una hija, según aseguran vecinos que le conocían.

La trágica vuelta al trabajo de Ana Tuya tras las vacaciones

La gijonesa Ana Tuya Santamaría, de 52 años, llevaba más de dos décadas trabajando en la empresa Cocinas y Armarios Asturcón, con sede en Avilés, y el de ayer su primer día de trabajo tras la vuelta de vacaciones. "Llevaba toda la vida trabajando con nosotros, de hecho, éste fue su primer empleo. Estamos todos destrozados porque era muy buena compañera, trabajadora y aquí la queríamos mucho", revelan responsables de la firma profundamente consternados. Tuya cogía siempre el autobús a la misma hora, para llegar a Gijón a comer con su marido, con el que se había casado hace menos de dos años. Luego regresaba a Avilés para el horario de tarde. Pero ayer no llegaría a la mayor ciudad de Asturias. Al tener conocimiento del accidente comenzaron a enviarle mensajes, pero ya no hubo respuesta. "No lo podemos creer", aseguraba ayer, sin poder contener las lágrimas, su prima Leticia, a la puerta del Instituto de Medicina Legal. Nada podía consolar a sus familiares.

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