Un cántabro y un asturiano acaban de abrir un abismo en el mundo de la sidra: la botella de sidra asturiana no es privativa de este producto y puede utilizarla cualquiera, para meter sidra cántabra, vino, cerveza y hasta orujo. Hace año y medio, al productor de sidra Jesús Gómez Solórzano, con lagar en Renedo, lo denunció la Asociación de Sidra Asturiana por utilizar un tipo de botella que según la entidad está patentada desde el año 2000. A Gómez le pedían destruir todas las botellas y una indemnización equivalente al uno por ciento del negocio. Lejos de avenirse, el cántabro decidió pelear, y el juez de lo mercantil de Santander, que no es otro que el asturiano Carlos Martínez de Marigorta, le ha dado la razón: el uso exclusivo en Asturias y su consumo concentrado en la región pudo llevar a la identificación de la botella con el producto, pero "no se trata de una marca colectiva ni de garantía", y de prosperar la demanda, se estaría generando un derecho exclusivo de utilización de una botella "sobre la que no consta vigente ninguna protección inventiva, de utilidad o diseño".

Las que usa el cántabro las compra en Portugal, donde "son más baratas", dice. Cuando le demandaron, consultó la patente. "Me dijeron que tienen la botella registrada, pero mal, se quieren aprovechar de una botella que no es de ellos", asegura. "A los lagareros no se les está dando un información correcta. He pedido ir a la asamblea para explicarlo, incluso he pedido formar parte de la asociación, pero no quieren", añade. Lo que es peor, "saben que lo están haciendo mal". La demanda, añade, quería borrarle del mapa. "Tengo siete sidras en el mercado. Les molesto, pero no por la botella, por lo que hay dentro", asegura. Y eso que, según él, no supone competencia alguna para la sidra asturiana. "Yo la vendo el triple de cara, y me la quitan de las manos. Vendo la caja a veinte euros, y hay asturianos que vienen a Cantabria y venden la suya a 8,40", dice. "Y todavía soy el malo de la película".