"Ha sido duro, pero ha merecido mucho la pena. ¡Y tanto!". Adela López y Javier Miranda se fueron de Covadonga exhaustos pero exultantes. Y su pequeño Enzo, un bebé de un año, completamente dormido. Ajeno a que había cumplido un sueño de su madre. Literal. Esta joven pareja estaba de visita en Asturias y decidió alargar su estancia, perdiéndose la feria de su ciudad, Albacete, sólo para vivir la jornada histórica en Covadonga. "Hemos hecho madrugar al bebé para estar en primera fila", contaba ella. "Venimos encantados y con orgullo", agregaba él. Enzo, que empezó muy activo jugando con algunos de los más de 3.000 banderines de Asturias, España y la UE que se repartieron en los autobuses que llevaron a la gente al real sitio, acabó, tras cerca de cuatro horas de espera bajo el sol, completamente dormido, cuando la Familia Real, por fin, se pasó a saludar por su zona, después de todo su periplo por la santa cueva y de la misa en la basílica.

Entonces sí, llegó el momento. "Soñé con que la Familia Real le cogía en brazos", había confesado Adela López dos horas antes. Y, quizás no fue exactamente tal como se lo imaginó, pero se puede decir que el sueño se cumplió: el pequeño Enzo consiguió captar la atención de todos ellos. Primero de la Reina Letizia, que, cuando iba a cogerlo en brazos, se reprimió: "¡Ay no! A ver si se va a despertar". Pero el bebé sí recibió un afectuoso saludo en forma de apretón de manos. Y así lo hicieron, también, la Princesa Leonor, la Infanta Sofía y, finalmente, el Rey Felipe. "Se puede decir que se cumplió mi sueño", señalaba Adela tras el paso de la comitiva real.

La princesa Leonor y la reina Letizia saludan a los asistentes

La princesa Leonor y la reina Letizia saludan a los asistentes

El público se fijó, sobre todo, en las niñas: en la princesa Leonor y en la Infanta Sofía. "¡Son muy guapas!", comentaba una señora. "¡Guapas no, guapísimas!", le corregía Javier Miranda. Letizia se mostró muy pendiente de sus hijas: Sofía se despistaba y quedaba rezagada, y ahí estaba ella para recordarle que debía seguir saludando a la gente. Como hicieron con Enzo, cumpliendo el sueño de su madre.