La Nueva España

La Nueva España

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Una alta tasa de casos graves y una creciente reticencia de los mayores a inmunizarse

Las semanas finales de 2016 y las iniciales de 2017 fueron un periodo de elevadísima mortalidad en Asturias a causa de la epidemia de gripe. Las altas cifras de afectados se plasmaron en colapsos de los servicios de urgencias de los hospitales de la región, que incluso obligaron a suspender intervenciones quirúrgicas por falta de camas.

En algunos tramos del invierno de 2017-18 también se contabilizaron volúmenes notables de pacientes atendidos en los centros hospitalarios. En esa ocasión, el virus gripal tipo B fue el dominante, y originó cifras muy sustanciales de casos graves y de muertes. Sin embargo, los hospitales, escarmentados por lo sucedido un año antes, supieron planificar mejor la asistencia, y los trastornos fueron menores.

Con todo, conviene situar las cifras en un contexto más amplio. Incluso las de los dos últimos inviernos, siendo elevadas, no llegan ni de lejos a cifras registradas, por ejemplo, en los años 90 del siglo pasado. Lo que ocurre es que si antaño se vacunaban hasta el 70 por ciento de los mayores de 65 años, en las campañas más recientes apenas se ha llegado al 55 por ciento, debido en parte a la indiferencia hacia la vacuna que se desarrolló a raíz de la amenaza de pandemia de gripe A de 2009.

Compartir el artículo

stats