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Las infraestructuras de acceso a uno de los enclaves más bellos de la montaña oriental

El teleférico de Fuente Dé cuadruplica en usuarios al "infrautilizado" funicular de Bulnes

La normativa que impone un máximo de 448 viajeros en invierno y 616 en verano impide que el remonte asturiano mejore sus cifras, con unos gastos de mantenimiento de medio millón de euros

Turistas en el acceso al funicular, en Bulnes. LNE

El funicular de Bulnes ha perdido la "batalla" del turismo contra el teleférico de Fuente Dé. La escasa capacidad del tren de cable subterráneo, las pocas frecuencias y las estrictas normas establecidas por los rectores del parque nacional de los Picos de Europaprovocan que registre unos 60.000 usuarios al año, mientras que el teleférico cántabro, con muchas menos limitaciones, supera los 250.000 pasajeros anuales. El propio Gobierno del Principado reconocía hace tres años que el funicular de Bulnes estaba "infrautilizado" y anunciaba una revisión del modelo de funcionamiento. Nada se ha hecho desde entonces.

Las de Asturias con el funicular y Cantabria con el teleférico son dos políticas radicalmente contrarias. La comunidad vecina "vende" su instalación en todos los foros turísticos, inaugurada el 21 de agosto de 1966 y que en estos 52 años de funcionamiento está cerca de alcanzar los 11 millones de usuarios. El Principado, por el contrario, apenas promociona el funicular, abierto al público en general el 18 de septiembre de 2001 (los vecinos de Bulnes empezaron a usarlo siete meses antes), y que desde entonces suma cerca de un millón de pasajeros.

El teleférico de Fuente Dé se construyó cuando aún no existía el parque nacional de los Picos de Europa y la protección afectaba únicamente a la Montaña de Covadonga. De ahí que nadie pusiera cortapisas al uso turístico de la instalación. De hecho ese uso era -y es- su única razón. La historia del funicular es bien diferente. Bulnes fue durante años el único pueblo de la comarca oriental sin acceso rodado. Los vecinos tenían que caminar durante más de una hora por la canal del Texu, una angosta y pendiente senda peatonal, para entrar y salir de Bulnes. Varios lugareños se despeñaron y el pueblo reclamó insistentemente durante decenios una carretera.

El hecho de que en 1995 se ampliara el parque de Covadonga a todos los Picos y Bulnes quedara dentro del espacio protegido hizo que la opción de la carretera fuera definitivamente desechada por las autoridades asturianas. Y surgió la idea de un funicular, que gustó a muy pocos. Los vecinos se opusieron frontalmente al tren de cable y siguieron reclamando una carretera; los ecologistas presentaron siete recursos contra el proyecto y la izquierda también manifestó su rechazo al funicular. Una de las voces más destacadas en contra del proyecto fue la de la actual ministra de Sanidad, María Luisa Carcedo, que temía el impacto ambiental del funicular y la masificación de esa zona de los Picos de Europa.

Restricciones

El resultado de todo ello fue que el funicular se construyó pero se abrió al público con severas restricciones. Con el argumento de que la instalación estaba pensada primordialmente para la veintena de personas empadronadas en Bulnes, se aprobaron unas normas muy restrictivas: 16 viajes al día en temporada baja y 22 en temporada alta. Traducido: un máximo de 448 viajeros en invierno y 616 en verano. El teleférico de Fuente Dé, por el contrario, funciona ininterrumpidamente de 9.00 a 20.00 horas en verano y de 10.00 a 18.00 horas en invierno.

Dado que las cabinas pueden trasladar a 20 pasajeros en cada viaje y que el recorrido dura 3 minutos y 40 segundos, el remonte cántabro puede llegar a transportar a un máximo de casi 3.000 pasajeros al día.

El Gobierno del Principado se encarga de la explotación y el mantenimiento del funicular de Bulnes, con la colaboración de algunas empresas especializadas. En concreto, para la gestión del servicio de transporte de pasajeros ALSA gestiona la instalación desde 2005. El último contrato entre el Ejecutivo y la empresa de transportes, por un importe de 857.142 euros (1,04 millones si se añade IVA), se firmó el 27 de noviembre de 2016 y tiene vigencia hasta el mismo día y mes de este año, aunque será prorrogable por mutuo acuerdo entre las partes hasta un máximo de dos años. Con cargo a este contrato, ALSA se encarga de todas las labores de venta de billetes, atención a pasajeros, conducción de los vagones, transporte de mercancías, apertura y cierre, así como limpieza y mantenimiento.

Mantenimiento

Para el mantenimiento del resto de la infraestructura, donde se incluyen complejas instalaciones electro-mecánicas, el Gobierno del Principado recurre puntualmente al apoyo de empresas especializadas. En conjunto, los gastos de mantenimiento en 2017 ascendieron a 555.116 euros, según los datos de la Consejería de Infraestructuras. El funicular de Bulnes genera pérdidas, o al menos eso ha asegurado siempre el Gobierno del Principado. Una aseveración que nunca han aceptado los diferentes alcaldes de Cabrales, que reclaman desde hace años la participación del Ayuntamiento en la gestión del funicular.

En la instalación cántabra un billete de adulto cuesta 11 euros (ida) o 17 euros (ida y vuelta), mientras que en el funicular supone un desembolso sensiblemente mayor: 17,61 euros (ida) o 22,16 euros (ida y vuelta). Eso sí, para los vecinos de Bulnes con tarjeta de residentes el viaje en el tren es gratuito. Utilizar el teleférico, que salva una distancia de 1.450 metros y un desnivel de 753 metros a una velocidad de 10 metros por segundo, permite disfrutar de unas vistas magníficas tanto durante el viaje como desde la estación superior, situada 1.823 metros de altitud y desde la que pueden realizarse rutas de montaña muy conocidas y transitadas, como las de Horcados Rojos o los puertos de Áliva. Mientras tanto, el funicular avanza bajo tierra, la estación superior está situada a 585 metros de altitud, y desde Bulnes apenas si hay rutas de montaña, más allá de la subida hasta la base del Picu Urriellu (unas 4 horas) o hasta la pradería de Amuesa (2 horas).

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