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García Laviana, 40 años sin el cura guerrillero

Un libro con aportaciones de varios asturianos recoge la memoria del sacerdote entreguín, que luchó y murió en Nicaragua

Gaspar García Laviana. LNE / CHM-EN / M. M.

El sacerdote entreguín Gaspar García Laviana murió en el año 1978 en Nicaragua, tras combatir con la guerrilla del Frente Sandinista de Liberación Nacional contra la dictadura del militar Anastasio Somoza. García Laviana se convirtió en una auténtica leyenda. Ahora, cuando se cumplen cuarenta años de su muerte, un grupo de asturianos le dedica un libro en el que se recogen una serie de artículos sobre la visión que en el Principado se tiene de él. "Queremos rendirle un homenaje", explica José María Álvarez, coordinador de la publicación, que se presenta el próximo día 5.

Gaspar García Laviana nació en El Entrego (San Martín del Rey Aurelio), aunque después la familia se trasladó a Tuilla (Langreo), cuando su padre, minero, encontró trabajo en un pozo de la localidad. Allí creció hasta que ya en su juventud se fue a Madrid, donde permaneció tres años hasta que partió para Nicaragua.

"Eran los tiempos del Gobierno de la familia Somoza, una dictadura muy larga. Se vivía una situación de persecución y represión hacia los que se levantaban. Había una guerrilla con varios grupos, entre ellos el Frente de Liberación Sandinista. Él hacía una labor pastoral más tradicional al principio. Poco a poco, empezó con una labor social, porque la situación de los campesinos era tremenda. Entonces comenzó su persecución. Acabó estando en el punto de mira e intentaron matarlo. Entró en la guerrilla en la Navidad de 1977 y murió el día 11 de diciembre de 1978", relató Álvarez.

La repercusión de su muerte fue enorme en Asturias, y muchos periódicos de la época se hicieron eco. "Aunque algunos no se solidarizaban, sólo daban la noticia, porque tenían ideologías muy conservadoras para defender a un guerrillero de izquierdas", explicó el coordinador del libro en su memoria.

Precisamente, el contexto ideológico fue de gran relevancia en la historia de García Laviana. "En las guerrillas de Sudamérica solía haber clero, aunque fuera como apoyo. Ya había terminado el Concilio Vaticano II, se había iniciado el diálogo entre cristianos y marxistas. El materialismo histórico se rechazaba. El análisis marxista se admitía por su referencia a la lucha de clases", apuntó Álvarez.

Esta circunstancia coincidió con la Conferencia de Medellín, donde se reunieron los obispos de Latinoamérica. "Tuvo mucho impacto ideológico, se empezó a resaltar la opción preferencial por los pobres de la teología de la liberación. Esto sucedió en 1968, justo cuando surgió la teología de la liberación, que es un modo de ver la Iglesia muy distinto. Está enlazado con el Concilio Vaticano II", subraya Álvarez. Esto cambió la manera de entender la cristiandad, que viró hacia un compromiso político-social: "La fe no es sólo mirar al cielo, sino a los problemas del mundo", resumió el coordinador del libro.

Latinoamérica esquilmada

En esos años, en Latinoamérica había trece dictaduras militares que generaban un sinfín de problemas sociales. "El campesinado y mundo obrero estaba machacado. El clero se puso a luchar con ellos, algunos incluso se sumaron a las guerrillas", concretó Álvarez. La decisión de García Laviana, inmerso en ese contexto, fue tomar las armas. "Fue una legítima defensa de la gente que estaba sufriendo la violencia. Se defendían porque estaban muriendo. Alguien les estaba maltratando, empobreciendo. Los poderosos se enriquecían a costa del campesinado y del proletariado latinoamericano. Esquilmaron la naturaleza, la depredan con multinacionales, de una manera totalmente irracional", valoró Álvarez.

Dentro de la Iglesia católica, el de García Laviana parece un perfil con encaje complicado, por su cercanía al marxismo y su actitud revolucionaria. "En la Iglesia estamos sometidos a la ideología conservadora que nos imponen. Vimos que a la gente que enseña un modo de ser Iglesia y cristiano distinto los echaban de las cátedras. Cuando había una cierta crítica de aspectos dogmáticos y morales, no te lo permitían. Eso constriñe la reflexión intelectual y teológica de la gente. No se puede poner en cuestión la virginidad de la Virgen o las ideas creacionistas, totalmente irracionales. El pensamiento de la Iglesia está sostenido por una filosofía aristotélica creacionista que no da pie a nada más", lamentó José María Álvarez, que tiene "esperanza" en el nuevo Papa.

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