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Brillante deportista y buena persona

Desolación en el instituto al que la víctima acudió hasta el año pasado: "Era un neno de los que dejan huella por su bondad, sencillez y humildad"

Le llamaban "Muro" por su fortaleza física, pero sus cualidades humanas rivalizaban con el brillante deportista. Todos los que trataron con el naviego José Roberto Suárez Ovalle, "Rober" para los amigos, le describen entre elogios, destrozados por el dolor ante el fallecimiento de un joven que estaba "en la flor de la vida".

Sus padres, José Manuel Suárez (natural de Oneta, en Villayón) y María del Pilar Ovalle, conocida por 'Pili' y avilesina de nacimiento, inculcaron a Roberto y su hermana pequeña Noelia la pasión por el deporte. De hecho, su madre es aficionada al running y forma parte del club de remeros veteranos "La Muralla".

El joven empezó a jugar en las categorías infantiles del Andés Club de Fútbol -entidad en la que sigue militando su hermana- y después aparcó el fútbol para dedicarse al piragüismo con el club naviego Los Albiones. Hace alrededor de tres años decidió regresar al fútbol, incorporándose a las filas del Navia. "Era un portento como deportista", reconoce su entrenador, Jorge María Izquierdo, abatido por la triste noticia. En términos similares se expresa Joaquín Camposorio, presidente de Los Albiones, quien precisa que "lo daba todo en los entrenamientos". Y añade: "Era buen chaval, con toda la vida por delante. Quedé destrozado al enterarme de la noticia".

El jefe de estudios del instituto Galileo Galilei de Navia, Julio González explica que "era un neno de esos que dejan huella por su bondad, sencillez y humildad". Le tocó conocerle por su doble faceta de docente y persona muy ligada al mundo del deporte y se deshace en elogios hace Roberto. "Era muy buena persona, un chaval discreto, risueño, bueno, educado y participativo. La verdad es que daba gusto hablar con él porque era muy maduro", añade González, quien también refiere la especial conexión que el fallecido tenía con su familia.

El joven naviego acababa de sacarse el carnet de conducir y había iniciado su andadura universitaria en Oviedo, donde compartía piso con otros estudiantes. Se matriculó en Biología, aunque apenas pudo saborear la vida universitaria, ya que el fatal accidente ocurrió pocos días después del inicio de las clases. Por eso, donde más se hizo sentir ayer su ausencia fue en el instituto Galileo Galilei, donde acudió hasta el curso pasado y donde estudian muchos de sus compañeros del Navia. No en vano, el equipo juvenil donde militaba está conformado por jóvenes de entre 16 y 18 años.

"El ambiente en el instituto era esta mañana (por ayer) terrible, se notaba mucha tristeza y un silencio sobrecogedor", precisa el jefe de estudios. A primera hora fue muy difícil seguir el ritmo de las clases en el centro, por los llantos y consternación de buena parte del alumnado. De hecho, la mayor parte de sus compañeros tuvieron que dejar el aula, muy afectados por la noticia.

"No hay palabras para explicar esto, sobre todo porque nos habíamos hecho ilusiones", lamenta González. Y es que el pasado miércoles, tras doce días ingresado en el Hospital Universitario Central de Asturias (HUCA), llegaron buenas noticias del centro hospitalario ya que se había producido una importante mejoría en el estado del joven. Sin embargo, las cosas empeoraron súbitamente el jueves hasta el fatal desenlace.

Para el presidente del Navia, Gabriel García, el pesar es doble, como cabeza visible del club donde militaba y como padre de uno de los mejores amigos del fallecido. "Esto me toca muy de cerca, llevaban juntos desde los tres años. ¡Si aún los llevé este verano a las fiestas!", se lamentaba. García define a Roberto como "la mejor persona", un chaval sonriente y lleno de vitalidad. "A nada que le decías siempre se estaba riendo", añade visiblemente abatido.

Su entrenador en el Navia explica que todo el equipo está muy afectado, ya que además la pérdida de Roberto sigue a la de Alberto Blanco que falleció hace siete meses en accidente de moto. "Son situaciones muy jodidas y lo que queda es estar todos muy unidos y tratar de que los chavales tiren para adelante", añade. A juicio de Izquierdo este caso es especialmente duro porque los compañeros presenciaron el accidente en directo y tardarán mucho tiempo en borrar el drama y la pérdida de su amigo.

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