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ALFREDO PRIETO VALIENTE | Abogado, diputado nacional en las Cortes constituyentes de 1977

"La Transición fue un milagro gracias al entendimiento de Adolfo Suárez y Carrillo"

"Mi vida política se redujo a cuatro años y cuando quise volver al banco me di cuenta de que algo había cambiado; me pusieron un puente de plata"

Alfredo Prieto Valiente. LUISMA MURIAS

La noche electoral del 15 de junio de 1977 la pasó Alfredo Prieto Valiente en la sede de UCD "porque no teníamos dinero para hoteles ni nada parecido". A medida que transcurría el recuento de votos, los sondeos que daban a la coalición de Suárez cuatro diputados en Asturias se confirmaban. Prieto Valiente era ese cuarto diputado que no quedó seguro y atado hasta altas horas de la madrugada.

"UCD estaba compuesta por demócrata-cristianos, socialdemócratas y liberales. En Asturias, la democracia cristiana tenía cierta entidad y hasta un local al que había acudido muchas veces nuestro líder nacional, Joaquín Ruiz-Giménez. La idea electoral era que las listas las liderara en las distintas provincias el partido más potente en cada una de ellas. Aquí no había dudas y Luis Vega Escandón ocupó el número 1. A mí me pusieron en el cuarto lugar de la lista, tras Emilio García-Pumarino y Ricardo León Herrero".

En todo caso, la coalición en Asturias eran habas contadas. "Celebramos una reunión en la sede y, de repente, aparece García-Pumarino con otro y dicen: 'Nosotros somos la socialdemocracia'. Y más tarde llega León Herrero y se presenta: 'Yo soy los liberales'. Era lo que había".

A la hora de meterse en política, Prieto Valiente tuvo que convencer, trabajo arduo, a su esposa, Consuelo. En el Banco Herrero, donde ejercía de jefe de la asesoría jurídica de la entidad, se lo pusieron mucho más fácil: "Se lo comenté a Ignacio Herrero, que me dijo que al banco le interesaba mucho ese paso mío a la política, que no me lo podía ordenar, pero que me lo recomendaba. Y no hubo más que hablar. Los políticos de entonces éramos un poco paracaidistas sin paracaídas porque llegamos a aquel Congreso sin saber cuánto íbamos a ganar".

- ¿Y cuál era el sueldo de un diputado nacional en 1977?

-Creo recordar que unas cien mil pesetas, que era menos de lo que yo ganaba en el Banco Herrero. La entidad me dijo que no me preocupara, que el complemento lo ponía el banco. Y así fue.

Un suegro especial

Había detrás una familia que incluía tres hijos pequeños. Consuelo era hija de un grande de la lírica, Ángel Muñiz Toca, "un hombre que por asturianismo rechazó montones de ofrecimientos para tocar con orquestas de todo el mundo. No tuve muchas oportunidades de conocerle porque murió prematuramente, pero mi suegro era una personalidad desbordante". Consuelo y Alfredo se casaron en 1966, meses más tarde de la entrada de Prieto Valiente en el Banco Herrero.

"Aquella legislatura que acabó con la aprobación de la Constitución duró sólo dos años. Yo sentí entonces que mi vida política había llegado a su fin, pero desde UCD insistieron en que debía ocupar uno de los dos puestos que teníamos asignados en el Consejo Preautonómico asturiano. Me resistí, pero no hubo manera, y me enfrenté a otros dos años de actividad política".

- Y volvió al banco.

-Pero por poco tiempo. Tenía el sillón reservado, pero ya no estaba completamente libre. No me gustó alguna cosa que vi ni algunas personas con ganas de medrar, como la hiedra. Había empezado solo en el servicio jurídico del banco y en aquellos momentos ya había ocho abogados. Yo tenía 48 años, ganas de hacer cosas y la verdad es que en el Herrero me pusieron un puente de plata.

Era el momento para abrir de nuevo despacho. Los inicios no fueron traumáticos. En primer lugar porque dio con un socio de gran valía, Luis Movilla, y en segundo término porque "haber sido abogado del Banco Herrero daba cierto caché".

Pero la vida tiene aristas inesperadas y Luis se murió a los 62 años y dejó a Prieto Valiente con honda pena "y con todo el lío del despacho". Salió adelante, y en ese éxito tuvo que ver un golpe de efecto. "Un día me llamó Carlos Tartiere para decirme si me interesaba ser el secretario del consejo de administración de SIA Santa Bárbara. ¿Que si me interesa? ¿Dónde hay que firmar?".

Volvamos a 1977. La constitución de aquellas Cortes fue como el primer día de democracia. "Nos convocaron a los 350 diputados en la primera quincena de julio. Fuimos llegando al Congreso y allí cada uno se sentó donde pudo y quiso. Recuerdo aquella primera Mesa del Congreso, con Dolores Ibárruri como diputada de más edad, y Modesto Fraile, como el más joven. Las votaciones, uno a uno pasando por la urna, fueron larguísimas y allí me enteré de que dos de los 350 diputados habían sido compañeros míos de clase en el colegio de los Jesuitas de Madrid. Siempre me pregunté qué posibilidades estadísticas había de que con veinte millones de personas elegibles en España, una clase de Bachillerato hubiera dado tres diputados nacionales".

Ejercicio de seducción

El espíritu de la Transición política, "que fue como un milagro". Una época en la que aún sobrevolaban "el fantasma de la Guerra Civil y todos los demonios nacionales. La situación era tan incierta que todos los bancos nacionales pusieron un pie en el extranjero por si acaso. El Herrero compró por unos 500 millones de pesetas una entidad financiera en Miami. Fue un problema encontrar a alguien que se fuera a los Estados Unidos a dirigir aquello porque nadie sabía hablar inglés. Bueno, cuando se demostró que en este país prosperaba el sentido común y que la Transición era un hecho, todos se deshicieron de lo que habían comprado por ahí".

Prieto Valiente está convencido de que el éxito de la Transición descansa en el entendimiento entre Adolfo Suárez y Carrillo. "Hubo una suerte de seducción, y está claro que fue Suárez quien sedujo a Carrillo".

La tercera y última experiencia política de Prieto Valiente fue en 1983, por pura amistad. Formó parte de la lista a las municipales con la Democracia Cristiana de Óscar Alzaga y con la total seguridad de que los resultados iban a ser muy modestos.

Desde 1984 es presidente de la Unión Financiera. "Llegué a la empresa casi como un convidado de piedra. Se celebra el primer consejo y dicen: 'Proponemos a Prieto Valiente como presidente'. Pero si yo era el único que no era empresario, aduje. 'Pues por eso mismo', me contestaron. Y ahí sigo en el cargo".

Lee mucho, escribe mucho también "y trato de cultivar el cuerpo andando, que es algo que me encanta". Sus seis nietos, Lucía y Javier, Alfredo y Carmen, y Covadonga y Fernando, le dan motivos para ejercer de abuelo. Dos de sus tres hijos están con él en el despacho. "Y de salud, bien. Lo que tengo no son enfermedades, es el desgaste de quien tiene 84 años. Pero no me quejo".

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